Cada que se publica una
nota acerca de que un paciente ha vencido el temido Coronavirus, debería ser
motivo suficiente para reconocer la valiosa actuación de los trabajadores de
salud.
No sólo son los médicos y
médicas a quienes hay que honrar, porque al frente de batalla están las
enfermeras, enfermeros, camilleros y personal de limpieza, además de los
directivos.
Es cierto que en esta
batalla muchos han perdido la vida, pero mientras que ese segmento de la
población que asiste a peregrinaciones, fiestas, misas y argumenta que el
coronavirus no existe, no abandone esa conducta irracional, se corre el riesgo
de que pasemos a enfrentar un escenario más complicado aún.
Son este tipo de crisis
que obligan a las personas a demostrar su verdadera naturaleza.
Y en este escenario, hay
quienes piensan y actúan de manera irracional, desinformada, agresiva y
criminal.
Como la de aquellos que
insisten que a la población la están matando en los hospitales.
O quienes señalan que les
ofrecen dinero para que digan que sus familiares murieron de Covid-19.
Pero quien ya se saltó la
barda hasta llegar a las amenazas criminales, es el supuesto narcotraficante
que envío a los médicos el aviso de matar a diez de sus familiares por cada uno
de los suyos que muera en el hospital.
Amenaza grave que pone en
riesgo a muchos médicos, porque de acuerdo a varias notas publicadas en medios
de comunicación y en páginas de Facebook, este mensaje corresponde a un grupo
de narcos que tienen presencia en el municipio de Petatlán, Guerrero.
El argumento que esgrime
es que él “sabe que tienen una meta y
les pagaron para que todo el que llegue enfermo al hospital o al IMSS lo aíslen
como infectado y después lo matan ustedes mismos. Para que vayan sabiendo por
cada familiar que ustedes me maten yo voy a matar a 10 de ustedes así que ya
saben”.
Este tipo de
comportamientos, bien los describía Octavio Paz en su famoso libro El laberinto
de la soledad, en 1950, y que definiera como “una tendencia del pensamiento
consistente en negar todos aquellos aspectos de la realidad que nos parecen
desagradables, irracionales y repugnables.”
En este contexto vuelve a
quedar claro que el miedo a lo extraño y la ignorancia hacen un extraño coctel
que se manifiesta en actos de violencia en contra de quienes se supone deben
recibir reconocimiento y honor por su ardua labor en los hospitales y clínicas.
Esto solo es posible,
porque muchos mexicanos tienen ciertas maneras de pensar y actuar que los hace
diferentes a los habitantes de otros países.
Y solo en nuestro país el
miedo irracional ha generado una histeria colectiva que deriva en agresiones y
hostigamiento en contra del personal de salud, a quienes ven como la
encarnación del coronavirus y amenaza a sus vidas.
Estos actos de violencia
reflejan miedo, el miedo más profundo a la muerte.
Y entre más miedo, más
violencia.
Por eso, las autoridades
no deben dejar pasar esas amenazas, porque en la medida que crezcan los
contagios y se contabilicen más fallecimientos, más irracional va a ser el
comportamiento de ciertos sectores de la población.
Y esto puede traer como
consecuencia más agresiones, cada vez más peligrosas; como las amenazas del
narco y es probable que en determinado momento se hagan realidad.
¿Qué puede pasar?
Que haya una desbandado de
médicos en esas áreas, zonas o municipios donde imperan esas ideas irracionales
y las agresiones de gente común –y las del narco– en contra del personal de
salud.
Y entonces se corre el
grave riesgo de que en los momentos más graves de la pandemia, no haya médicos
que atiendan a sus enfermos y sus amenazas no van a servir para hacerlos
regresar.