jueves, 7 de mayo de 2020

CONTEXTO POLÍTICO Por Efraín Flores Iglesias Adela Román: ¿no mentir, no robar y no traicionar?


Ser parte de la oposición tiene sus ventajas y desventajas. Hay quienes han sabido aprovechar muy bien su condición de opositores a un régimen político, ya que tienen el tiempo suficiente para cuestionar al gobierno en turno y recorrer pueblos para llevar un mensaje de esperanza a los ciudadanos excluidos en la toma de decisiones públicas.

Desde luego que el ejercicio del poder desgasta, sobre todo a los que se alejan del pueblo y que privilegian el nepotismo, el amiguismo y el influyentismo.

Pero cuando las cosas se hacen bien, los opositores y/o adversarios se quedan sin argumentos y optan por la guerra sucia desde la clandestinidad.

Lamentablemente, muy pocos gobernantes han salido por la puerta grande cuando concluyen el periodo para el que fueron electos.

Un dicho popular dice que no es lo mismo ser borracho, que cantinero.

Desde el lado estratégico de la barra, es posible quejarse de todo, hacer desmanes (lanzar botellas, agarrarse a golpes con otra persona e insultar a los meseros o al dueño de la cantina) y acabar ovacionado por los espectadores, mientras que, desde el otro, la responsabilidad de atender un negocio y sacarlo adelante requiere un gran esfuerzo en el que se es responsable de absolutamente todo y las probabilidades de hacer algo mal son muy altas.
En efecto, no es lo mismo ser opositor, que estar al frente de un gobierno.

Y se entiende que la política es de tiempos y circunstancias.
En las pasadas elecciones varios personajes se beneficiaron con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, y sin hacer campaña. Y lo más grave: sin asumir un compromiso directo con los electores.

Lo único que hicieron fue colocar espectaculares en sitios estratégicos, en donde aparecen muy sonrientes al lado del candidato presidencial.

Adela Román Ocampo, es un claro ejemplo. Llegó a la Alcaldía de Acapulco gracias al efecto AMLO y el hartazgo ciudadano hacia el PRI, el PAN y el PRD.
Sin AMLO en la boleta, Adela no gana ni una comisaría municipal.

Durante algunos de sus recorridos en colonias y comunidades, se comprometió en dignificar la vida del acapulqueño, sacar a los corruptos del poder y rescatar al puerto de Acapulco de la violencia.

Además, la también magistrada con licencia del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) sostuvo en su arranque de campaña (19 de mayo de 2018) que cuando gane las elecciones, “las cosas serán diferentes”, y que la planilla que le toca encabezar “está dispuesta a llevar la cuarta transformación” de la mano de AMLO.

El 1 de julio se convirtió en la primera mujer elegida como alcaldesa en las urnas. Al día siguiente y en conferencia de prensa agradeció a la militancia morenista, a su equipo de campaña y a los integrantes de su planilla por el apoyo dado durante la jornada electoral, y se comprometió en cumplir con los principios de “no robar, no mentir y no traicionar”.  E insistió que durante su administración “no habrá tolerancia a ningún acto de corrupción e impunidad”.

Del nuevo Cabildo, dijo que trabajarán “unificadamente, como un bloque sólido, como una sola fuerza, pues nuestro municipio vive hoy problemas complejos y enfrenta enormes desafíos que reclaman de sus autoridades actuar con firmeza, eficacia y transparencia”. (El Sur, 01-X-2018)
¿Y qué creen? Adela Román mintió.

La mayoría de los integrantes del Cabildo están en su contra, especialmente los de su propio partido.

La síndica procuradora, Leticia Castro Ortiz, la ha acusado de permitir nepotismo en su administración y que sus colaboradores obtengan beneficios personales y canonjías a costa del erario, lo que va en contra de los “principios” de la Cuarta Transformación. O sea, una traición a Morena y a los acapulqueños.
Como magistrada del TSJ también fue denunciada por incrustar a miembros de su familia en la nómina de dicha institución, como fue el caso de Víctor Román Román –su sobrino, quien en 2015 se ganó el repudio de los trabajadores que en ese entonces se declararon en paro de labores, ya que éste personaje fue nombrado como proyectista de la Sala Penal, por el solo hecho de ser consanguíneo de la ahora mandamás de Acapulco.

Hace unas semanas el nombre de Víctor Román volvió a ser mencionado en una denuncia que Matilde Testa Martínez (suplente de Adela Román) presentó ante la Fiscalía General de la República y ante la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP); denuncia que también llegó a la oficina del presidente López Obrador y la Cámara de Diputados.

De acuerdo a una nota del reportero Misael Habana de los Santos, fechada el 5 de febrero de 2020 y publicada por la Agencia Quadratín Guerrero, Testa Martínez señala que Víctor Román “es el operador de los negocios” de su tía, ya él “condiciona a los empresarios, constructores, etc., para obtener alguna obra o autorización a cambio de un porcentaje fuera de la ley, (y) ordena a funcionarios a hacer negocios”.

Y eso no es todo. También acusa que en dependencias como la Dirección de Administración y Finanzas de CAPAMA “se hacen movimientos irregulares con dinero público y en detrimento del patrimonio del organismo y del pueblo de Acapulco”.

A Jorge Román Ocampo –hermano de Adela y abuelo de Víctor Román– lo señala como el encargado de entrevistar a las personas que buscan trabajar (en el Ayuntamiento) “y es quien hace la mayoría de los acuerdos con los que van a emplear”.

Los señalamientos son fuertes. Sin embargo, Adela Román ha guardado total silencio, tal y como lo hizo en el TSJ. Olvida que el que calla –en este caso, la que calla–, otorga.

Y si no pone orden en su equipo de colaboradores y a sus familiares que meten sus narices en su gobierno, simple y sencillamente seguirá cometiendo errores, mismos que le afectarán en su sueño de gobernar a los guerrerenses en 2021, ya que si no puede con Acapulco, menos con Guerrero.

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