El español no es el mismo.
Ninguna lengua es la misma de la que fue hace muchos años, porque los tiempos y
los acontecimientos van trayendo nuevas cosas que necesitan ser nombradas,
renombradas u olvidadas.
“Los registros lingüísticos
de las diferentes lenguas, en este caso del español, dan cuenta de que la
lengua está viva. Dan cuenta de una de las características más importantes y es
que cambia a partir del uso”, explica Sonia López, magíster en lingüística y
profesora de la Universidad Eafit.
Es difícil, por ejemplo,
leer el Quijote, como fue escrito en su época: “N Vn lugar de la Mancha, de
cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que viuia vn hidalgo de los
de lança en aftillero, adarga antigua, rozin flaco, y galgo corredor (…)”. Era
el castellano de la época, del que se han ido muchas cosas. Por eso las muchas
adaptaciones y ediciones.
En una del Instituto
Cervantes explican por qué hay que hacerlo: (…) La parte fundamental de la
anotación, al igual que en otra manera el Prólogo, los apéndices o las
ilustraciones gráficas, pretende antes de nada resolver los interrogantes que
hoy suscitan muchos de los usos léxicos y gramaticales, referencias a cosas y
personas, sucesos y costumbres, temas y alusiones de diversa índole, refranes,
sentencias… que se encuentran en la novela, brindando al lector los datos
imprescindibles para una correcta comprensión del texto en el contexto del
autor y de su tiempo”.
Los cambios de la lengua se
dan por el uso. “Es el criterio de transformación — precisa Sonia—, porque es
real y está dado por sujetos de carne y hueso que tienen en sus manos esa
dinamización de la lengua”.
Ese uso hace, también, que
no todas las palabras funcionen igual en todos los lugares en los que se habla
español. Hay palabras que son colombianas, hay otras españolas y así
sucesivamente. Si alguien de Neiva, Huila, pide una maleta en Medellín, le
entregarán una maleta, para viajar. No una bolsa de plástico, como les llaman
ellos en su tierra.
Los cambios deben dar cuenta
de las necesidades de los sujetos para expresar, en el tiempo en que viven,
sentimientos, ideas, conocimientos, reflexiones. Al aparecer en las nuevas
tecnologías la lengua debe entrar a mediar con ellas y sus posibilidades, para
poder expresar los nuevos sentimientos.
La docente explica que las
modificaciones son naturales y permiten que el sistema lingüístico se oxigene,
se vuelva más rico. «De no ser así, cómo exponer o expresar las emociones ante
las nuevas tecnologías, las guerras. La lengua tiene que ser versátil a las
necesidades de los usuarios. No es arbitraria, no deja de ser sistemática,
porque hay que cumplir con unas necesidades específicas, pero es normal, es
vital, es necesario y útil que pase».
El diccionario es una buena
muestra de las modificiaciones. La Real Academia de la Lengua (RAE) presentará
la vigésima tercera edición de su diccionario en octubre de 2014 y será, han
dicho ellos, la última edición impresa. En este momento muchos de los cambios
ya se ven en las consultas que se hacen en la web. La pregunta va a la versión
actual, la vigésima segunda edición, que se presentó en 2001, pero si hay un
nuevo registro, aparece en letras rojas artículo enmendado, que llevará a la
nueva búsqueda, que advierte, con letras rojas también, que es un avance de la
nueva edición.
“Las nuevas modificaciones
se suman a las ya realizadas en los años 2004, 2005, 2007 y 2010. Todas ellas
formarán parte de la próxima edición impresa del DRAE», se lee en un documento
en la página web de la Academia.
El nuevo diccionario tendrá
60.000 modificaciones, que tienen que ver con descripciones, nuevas palabras,
elementos que han quedado obsoletos o voces que ya no existen. Entran palabras
de la tecnología, como blog y tableta electrónica.
“La velocidad de internet,
del mundo digital, lleva a que la lengua tenga que adquirir nuevas estrategias.
Por eso se utilizan otros elementos, como los emoticones. Las plataformas
obligan a una escritura menos larga, por ejemplo Twitter, que propone
caracteres. Eso hace que se dinamice la lengua y que se haga uso de procesos
fonológicos”, cuenta la magíster en Lingüística.
También hay modificaciones
culturales. La palabra matrimonio es un ejemplo, que trae en la nueva edición
un cambio que en otros tiempos hubiese sido imposible. De ir a la hoguera,
incluso.
Definición
actual:
1. m. Unión de hombre y
mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales. 2. m. En
el catolicismo, sacramento por el cual el hombre y la mujer se ligan
perpetuamente con arreglo a las prescripciones de la Iglesia.
En el artículo enmendado hay
otra acepción más: En determinadas legislaciones, unión de dos personas del
mismo sexo, concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para
establecer y mantener una comunidad de vida e intereses.
La RAE hace un seguimiento a
la palabra que van a modificar, de unos cinco años, más o menos, para revisar
que esté plenamente integrada en el español. Ellos han explicado, en varias
ocasiones, que no inventan ninguna palabra y no añaden ninguna, o la modifican,
que no venga del uso.
“Las lenguas cambian de
continuo, y lo hacen de modo especial en su componente léxico. Por ello los
diccionarios nunca están terminados”, se lee en la RAE.