ISAIAS ALANIS |
¿Y tú no los oías Ignacio? –Dijo-
no
me ayudaste ni si quiera con esta esperanza
“No oyes ladrar los
perros”
Juan Rulfo
Intentar un recuento de
este año, es imposible si no hacemos un inventario en lo que se ha convertido
este país desde el inicio de la guerra de Calderón que impulsó un 12 de
diciembre del 2006 cuando enfundado con el uniforme verde olivo dio inicio a la
etapa más sangrienta de la historia moderna de México y que persiste potenciada
y diversificada. De aquel fatídico 12 de diciembre a la fecha, la suma más
sensata es de 186 mil muertos en una década de horror que persiste y pervive.
Amén de los desaparecidos, fosas clandestinas reconocidas, las no encontradas, miles
de secuestrados y la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, ha
puesto en jaque a todo el aparato de justicia mexicana por dar por una “verdad
histórica” mentirosa y alejada de la realidad.
Esta guerra ha dejado
cientos de miles de hogares desolados y mutilados. Y a un país en ruinas, quebrantada su
gobernabilidad y hundido en impunidad, corrupción y complicidad dentro de las
esferas del poder. Ejemplos sobran, lo más peliagudo es que por más que se
hacen esfuerzos, la violencia, inseguridad no la detuvo ni la guerra de
Calderón ni el fracaso de las estrategias de EPN a la que al igual que a otras
áreas le han recortado presupuesto. Esta guerra se ha multiplicado y
diferenciado. Ya no solo se pelea por territorios, con la participación en el
crimen organizado de ex militares de elite que aplican estrategias de guerra,
(Zetas); se ha instaurado la era del terror; secuestros, extorsión, asesinatos,
trata de blancas, esclavismo sexual, trafico de órganos, etc., y los propios
carteles han tenido que operar sistemáticamente con esa otra falange de la
violencia que ha desangrado al país. Finalmente sus paraísos financieros son
incólumes.
Y por otro lado, el gobierno
federal al frenar la profesionalización de la policía, utilizar carteles en
Michoacán como auto defensa para acabar con otro cartel, no han dado
resultados, salvo el de la impunidad y persecución de las verdaderas
autodefensas.
El médico Mireles es
una prueba. Ahora, se pretende al vapor cederle el mando al ejercito y la
marina con la ley de Seguridad Interior. Otro error. Ambas fuerzas tienen otra
vocación y su esencia no es defender el delito sino a la nación. No son cuerpos
para la prevención, son de aniquilamiento. De aprobarse la ley, México no tendrá
una dictadura perfecta, como eufemísticamente lo señaló Vargas Llosa, sino técnicamente
auténtica, aunque el General Cienfuegos haya declarado sus dudas, sobre si es
mejor que a sus soldados se les cese por omisión, y no por pasar por encima de
los derechos humanos.
Y como el país va dando
tumbos, con el nuevo Presidente de los EEUU, las cosas se van a poner más feas.
La política exterior mexicana está desmembrada hacia el norte, el este y el
oeste. Se perdió la brújula desde aquella sentencia chinesca; “comes y te vas”.
Por lo que la invasión
de EEUU contra México ya es ruidosa y con bombo y platillo ante el silencio de
la cancillería que no ha fijado una posición clara al respecto.
En este escenario la
agresión a la medallista olímpica, Ana Gabriela Guevara en la Autopista México-Toluca
es punto de reflexión. Una senadora, que no viajaba con costosas escoltas fue
golpeada, como miles de mujeres y hombres que son atacados en calles y ranchos
de los pueblos de México sin que no se diga nada, en ocasiones, ni se sabe.
México ocupa un deshonroso lugar en los delitos como asesinatos, solo se
persigue de oficio el 15%. El 85% queda en total impunidad. Lo que demuestra lo
fallido de la aplicación de la justicia. El lo que va del actual gobierno, la
cifra de homicidios dolosos se elevó a 69 mil 900, en los mismos años con Calderón
ascendió a casi 60 mil.
Es muy grave que las
políticas económicas este año son de pánico, se incrementará la gasolina un 15
por ciento, la devaluación irá en aumento mientras la carrera por la
presidencia para el 2018 se le invierten millones de pesos. Ciertos gobernadores
que pretenden ser candidatos, como Rafael Moreno Valle y Graco Luis Ramírez .
¿Qué no saben “ler” lo que está pasando en México cuando hay pobreza extrema y diez
ex gobernadores señalados por graves delitos y corrupción desmedida, como Tomás
Yarrington, Humberto Moreira, Rodrigo Medina, Roberto Borge, Javier Duarte
Jáquez, Guillermo Padrés, Javier Duarte de Ochoa, Ángel Aguirre, entre otros?
Aún así invierten dinero del erario en fastuosos espectaculares carreteros. Que
desfachatez producto de la impunidad de los “suspirantes”, cuyo cómplice es el
Instituto Nacional Electoral que no frena esta farsa costosa y contra la ley.
La sumatoria de las
calamidades que se han cernido sobre la nación son enormes. Y a unos días de
que se celebre la Navidad en el mundo cristiano, es urgente tender una mirada
en el espejo mexicano que refleja lo manido de una nación despedazada y
generosa. Un país que sobrevive de milagro, una nación tan grande como sus problemas.
Un país con una clase política y empresarial que han perdido los estribos. Una
nación devastada desde sus más simbólicos orígenes. Un país a punto de
estallido. Una nación hundida en la tiniebla de sus propios errores. Un país
quebrantado a fuerza de enfermar y doblegar a sus jóvenes, drogarlos y negarles
educación, trabajo y calidad de vida.
Una nación sin líderes.
Un país donde no habrá cena de navidad para millones de desempleados, los
abandonados, los dueños de calles y estopas con “activo”, botes de cerveza con
“piedra”, soñadores del éxtasis, del alcohol barato y del opio que han perdido
la esperanza; organilleros, cantores de cantina de barrio, malabaristas de
crucero, señoras del tacón dorado, travestis, albañiles sin cuchara, guitarreros
sin guitarrón, alfareros sin barro, campesinos sin tierra, obreros sin
maquinas, mujeres sin oportunidadaes, ganaderos sin ovejas, prensistas sin
salario, señores del alba envueltos en el frío de su desamparo; jubilados con 2
mil pesos al mes, diabéticos sin Seguro Social, menopaúsicas sin hormonas,
ancianos sin próstata, jóvenes sin escuela, niñas sin pecho materno, jóvenes
sin riñón, madres sin sus hijos, desaparecidos sin sus padres, tumbas sin
nombre, muertos sin sepultura, degollados, sacrificados y mujeres baleadas,
jornaleros agrícolas esclavos, trapecistas del desvelo que se alimentan con
basura de las calles, y casi dueños de una nación que pese a todas estas
desolaciones, aun canta, presume su verdor en medio del desierto y su colorida
cola de pavo real tan grande como sus propias deficiencias y anhelos.
Un país tan grande como
el sol de sus mitos. Una nación tan inmensa como las luna de sus esperanzas.
Una nación más grande que su propia cultura. Un país como el río de su mujerío.
Una nación donde la palabra comprometida sea el principio de una nueva
esperanza. ¿No oyes ladrar los perros, Ignacio?
DE REOJO
Con esta Mirada cerramos el ciclo de este año 2016.
Nos miraremos leyendo el próximo si es que aún queda en el granero de la
patria, un montón de palabras como estrellas de trigo para esparcirlas al cielo
del alba del 2017 y convertirlas en frutos.