jueves, 19 de abril de 2012

DE GUERRAS SUCIAS A CAMPAÑAS DE NO TAN PROPOSITIVAS. J.M. GOMEZ.



A medida que nos acercamos inevitablemente a la culminación de la presente campaña electoral, nos damos cuenta de que las reformas, las sanciones y los sistemas de monitoreo diseñados, supuestamente, para poder prevenir  que se repitieran estragos tan graves como los dejados por los comicios de 2006 han terminado por ser únicamente tinta estampada en papel, palabra muerta que no oculta en absoluto la ineficacia de los órganos electorales si no por el contrario, la dejan de manifiesto. Hoy de cara a conocer quien ocupara la silla presidencial nos damos cuenta de que los viejos vicios de la política mexicana están mas vivos que nunca, en guerras sucias y en campañas sentimentales escasamente propositivas que en nada nos dejan entrever un verdadero cambio de administración.
En un estudio sobre la obra del escritor norteamericano Ralph Waldo Emerson, Jorge Luis Borges implica que el destino del hombre es trágico porque es un ser que esta sujeto a un tiempo y espacio determinado en la historia. El momento que nos ha tocado vivir, al que estamos sujetos de manera inevitable, es producto de lo ocurrido seis años atrás, cuando las armas eran enfundadas y las campanas repicaban anunciando la victoria de  Felipe Calderón sobre Andrés Manuel López Obrador y con esto era declarado presidente de México.
 Pero lo que siguió inmediatamente después fue algo tan inesperado como desastroso en materia de gobernabilidad, una especie de “cisma” social entre los que abogaban por que el drama siguiera su curso natural y los que afirmaban que el candidato derrotado, después llamado “presidente legítimo” había sido victima de un fraude electoral orquestado desde las mas altas esferas del poder así como también de una campaña de desprestigio para minar la confianza de la ciudadanía, que veían en el, decían sus fieles, una especie de líder de vanguardia que podría resolver los atrasos en los que México esta inevitablemente atrapado.
Pero lo cierto de las cosas es que a pesar que hay estudios que demuestran que la transparencia de las elecciones de 2006 no cinto por ciento fiable, y que de hecho si hubo una campaña negativa de parte de los equipos panistas para con la campaña del PRD, la verdad de las cosas es que nunca ha habido pruebas evidentes de una manipulación de los resultados electorales, y respecto de las campañas negativas A pesar de que sólo 23.6 y 33.3 por ciento de los mensajes de las campañas de Calderón y López Obrador, respectivamente, fueron ataques al adversario según datos del Centro de Investigación para el Desarrollo AC (CIDAC).
Cuando se hubo calmado la disputa, ya en el año 2008 se establecieron distintas prohibiciones y sanciones para todos los posibles emisores de campañas negativas. En adelante, partidos, coaliciones, candidatos, concesionarios o permisionarios de radio o televisión y particulares "deberán abstenerse de emitir/transmitir/contratar expresiones que denigren a las instituciones y a los propios partidos, o que calumnien a las personas".
Pero lo que parecía una panacea en contra de los posibles males post electorales terminó degenerando en un clima donde lo que menos cuenta son las propuestas y el debate ha sido relegado a la categoría de enfrentamiento injustificado, el Cofipe deja brechas importantes en términos de  herramientas adecuadas para limitar el comportamiento de los partidos políticos en materia de campañas negativas, según los especialistas en la materia por tres motivos principales.
Primero, estas medidas solo se aplican a medios masivos tradicionales como radio y televisión, dejando fuera otros medios alternativos como redes sociales/Internet que han tomado una importancia tal que es imposible tratar de emitir medidas que sancionen, dejando fuera estas importantes vías de divulgación.
Segundo, el actual sistema de multas para partidos políticos parece no ser un factor de disuasión efectivo para partidos y concesionarios de radio y televisión. Los partidos tienen incentivos para lanzar sus campañas negativas y no preocuparse demasiado por las multas consecuentes.
Tercero, ¿cuál será el criterio para determinar si un anuncio denigra o solamente describe hechos?
Hoy tenemos a Enrique Peña Nieto hablando cándidamente de sus vivencias de la infancia, sin expicar como podrían las vivencias de la infancia servir en absoluto para poder elegir de manera responsable al próximo habitante de los Pinos. Tenemos a Josefina Vásquez Mota pregonando sus logros como secretaria de Desarrollo Social, con cifras por demás alteradas y López Obrador hablando como un pacifista en un vano intento de que la gente olvide su deplorable actuar en la elección pasada. Este momento preciso en el tiempo es donde los tiempos de televisión están saturados de campañas que cuestan mucho pero no dicen nada.