Cuando
se hace la pregunta sobre las campañas político-electorales que se están
desarrollando en México, las respuestas son variadas pero casi siempre apuntan
hacia un mismo sentido: no dicen nada, no
despiertan interés entre la población puesto que solo se han dedicado los
candidatos a presentarse como los ‘salvadores
de la patria’. Otros más optimistas se pronuncian por uno u otra
candidatura y su favoritismo estriba mas en la marca que los propone que a la
luz propia que pudiese irradiar el personaje.
Esta
situación, es verdaderamente atípica y por vez primera vemos que los electores
van a ejercer su derecho al voto más que por interés, por una obligación cívica
o por pertenecer a alguna organización política o social, mas no porque una
propuesta fue suficiente para hacerlo levantar de su asiento o bajarse de la
cama para ir ante la urna electoral el próximo primero de julio.
Y
todo este desánimo, aburrimiento o desinterés no es mas que el resultado del
agotamiento de la clase política nacional que no ha sido renovada desde hace
varias décadas y solo una que otra figura despunta lo cual dice mucho de la
falta de trabajo interno dentro de los partidos políticos y de que en el país
se ha boicoteado la iniciativa para que existan las candidaturas ciudadanas o
independientes.
Si
vemos bien, Enrique Peña Nieto
ha sido una figura que se ha construido de forma frenética desde que inicio su
mandato en el estado de México y se le posicionó a través de campañas
publicitarias por los medios electrónicos que lo ubicó como el ‘delfín’ del
Partido Revolucionario Institucional a la presidencia de la República. Quienes osaron
enfrentarse a este prospecto tuvieron que enfrentarse a la NOMENKLATURA del
PRI, encabezada por el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, quienes se
convertirá—en caso de que se gane la presidencia—en el poder tras el trono o
algo similar a Plutarco Elías Calles cuando trató de extender su poder político
a través de la figura del general Lázaro Cárdenas del Río, lo cual el
michoacano no aceptó y tuvo que tomar la decisión de expulsarlo del país. Este
histórico pasaje nacional no sucederá con Peña y Salinas. Estos sí son el uno
para el otro. Pero lo cierto, es que Enrique Peña Nieto no es una figura
presidencial que haya surgido por tener a su favor ideas novedosas, propuestas
que interesen a los ciudadanos y menos actitudes relevantes contra los actos de
impunidad y corrupción que son los principales obstáculos que frenan el
desarrollo nacional y por ende el bienestar social.
Josefina Vázquez Mota, es la figura del panismo que surgió
durante el sexenio del presidente Vicente Fox Quesada y quien ocupó la cartera
de la Secretaría de Desarrollo Social, desde donde logró posicionar su figura
ante el electorado nacional. En este sexenio calderonista, Vázquez Mota ocupó
tanto la secretaría de educación pública como un escaño en el congreso de la
unión en donde se destacó como coordinadora de la fracción parlamentaria de su
partido.
El
trabajo realizado le valió el haber sido propuesta como una de las aspirantes a
la candidatura panista a la presidencia de la República, puesto que tuvo que
disputarse al interior de ese instituto político contra Santiago Creel Miranda,
senador de la República y el secretario de hacienda, Ernesto Cordero a quien se
ubicó como el ‘delfín’ del presidente Felipe calderón Hinojosa. La campaña por
ganar la candidatura tuvo sus rispideces pero también tuvo la oportunidad de
colocar a Josefina en un lugar preponderante y desde ahí su presencia creció al
grado de haber logrado el triunfo dentro de su partido y ser nominada candidata
presidencial.
Si
bien es cierto que es una figura no tan desgastada por los medios, sí en cambio
es una candidata con limitaciones ideológicas y políticas de gran calado y que
a la fecha se ha notado una ausencia de propuestas que pudieran promover
simpatías a su favor de una gran parte de ciudadanos que están meditando
todavía si van a votar o se suman al alto porcentaje de abstencionistas
históricos del país.
Andrés Manuel López
Obrador es quizá
el mas visto de todos los candidatos a la presidencia de la República y el mas
conocido en el país pues ha realizado una extensa campaña promocional, la cual
si bien es cierto causó un gran impacto y obtuvo simpatías de una población que
está marginada, en una situación amplia de desigualdad social y quienes se
dicen víctimas de gobiernos nada honestos y si en cambio dilapidadores de las
riquezas de este país, la dilapidó una vez que da el cambio de timón a su
perorata y se desdibuja como enemigo de los poderosos, de los santanistas, de los saqueadores, de los
explotadores de la clase obrera, de quienes manipulan conciencias a través de
los medios masivos de comunicación, a todos ellos, les extendió la mano y les
dijo que era otro, que es todo amor, todo paz y que hará un gobierno de
fraternidad el cual combatirá con flores a los malosos y con buena voluntad a
los eternos saqueadores del país.
El
perdón, la disculpa o el arrepentimiento de López Obrador cayó como balde de
agua fría a propios y extraños. Nadie se la creyó, solo él, quien inclusive ha
proyecto una publicidad con su hijo en brazos en donde se compromete a ser el
presidente de los niños. Pero a parte de toda esta nueva propaganda a su
alrededor, no se olvidan sus actitudes de superioridad durante su paso por el
gobierno del Distrito Federal en donde se asumió como el ‘rayo de esperanza’ y
posteriormente como el destructor de las instituciones del país, pasando por la
irracional ocupación del Paseo de la Reforma y su ascensión como presidente
legítimo de México. Por lo tanto, el discurso de López Obrador hoy no es
atendido y no es compartido por la mayoría de los votantes.
Gabriel Quadri quien surgió de la noche a la mañana
como candidato presidencial, es un académico e investigador aristócrata, quien
sin el mas absoluto tacto político se lanzó para hacerle el trabajo a la
maestra Elba Esther Gordillo dirigente nacional de los maestros del SNTE, quien
seguramente le ofreció más de lo que el catedrático y ex funcionario público
estaba ganando en esos momentos. Es quizá la única figura nueva, pero sin
brújula y sin una estrategia definida para hacerse ver y valer como candidato
diferente a los demás. Mucho tiene a su favor pero poco ha logrado beneficiarse
de ello. Al parecer, sigue actuando como comparsa de los tricolores y
particularmente de las propuestas del
peñaniestismo, pues no solo está a favor de la privatización de Pemex y de
la CFE, discurso que por cierto no ha sido contrastado por las demás fuerzas
políticas o cuando menos la que representa el PRD-PT y PMC.
Estos
son los candidatos presidenciales. Estos son los mismos—o casi—que nos han
puesto en todos los medios de comunicación y que a la fuerza nos quieren
imponer como los únicos ‘salvadores de la patria’. Claro que no es así, pero
por otro lado, son los que están y son los que se votarán y uno de ellos se
convertirá en el presidente de la República para el periodo 2012-2018.
Y
las campañas que han protagonizado estos señores candidatos han sido de sueño,
no de ensueño. Dan pena ajena. Solo tendremos una seguridad después del primero
de Julio: México no será mejor y los mexicanos tendremos que lidiar nuevamente
con quienes han dirigido a este país con actitudes antidemocráticas. Que su
actuación será diferente gracias a las nuevas instituciones creadas y otras
mejoradas para evitar el autoritarismo de viejo cuño, es cierto, pero los
abusos de poder de quienes vienen al desquite no están descartados, por lo
tanto los ciudadanos deberán de organizarse mejor para defender sus propios
intereses, ya que está visto que los partidos y sus políticos solo velan por
sus intereses y no precisamente son los de la patria.
Por
lo tanto la disyuntiva frente a las urnas está en votar por los mismos, por los
de ayer, por el cumplidor, votar por
lo diferente o el amoroso, votar por la novatada o simple y llanamente dejar la
hoja en blanco, tacharla o ponerle el nombre de quien desee sea su presidente o
no ir a sufragar. Esta decisión debe ser una actitud personal, diría mejor, personalísima. Solo usted y su
conciencia deben tomar la decisión y actuar en consecuencia.
Periodista/Analista
Político*