lunes, 28 de mayo de 2012

BAJO FUEGO La banca y el presidente Por José Antonio Rivera Rosales




Emocionado, orgulloso de servirlos, las últimas semanas Felipe Calderón se ha regodeado en sendos homenajes que le han rendido las élites financiera y empresarial de México.
Primero fue durante la Convención Nacional Bancaria que se llevó a cabo en el puerto de Acapulco la tercera semana del mes en curso, donde los representantes de la élite financiera lo ovacionaron de pie, mientras le entregaban una placa “por su destacada gestión de gobierno 2006-2012”.
Después, el domingo 25, fue cobijado por la cúpula empresarial agrupada en el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), uno de los organismos cumbre del sector privado mexicano.
Y cómo no van a reconocerlo, si ha sido el sector privado oligárquico el que mejores rendimientos ha obtenido durante el mandato de este presidente afanado en combatir una de las vertientes del crimen organizado, al mismo tiempo que solapa los beneficios que la delincuencia genera en los diferentes sectores de inversión, donde crimen y negocio se desdibujan y llegan a constituir una sola cosa.
En tal sentido, los beneficios financieros  del crimen organizado -no sólo del narcotráfico- han devenido en el fortalecimiento de algunos sectores de la economía como la banca, los intermediarios financieros, el sector inmobiliario y el turismo.
Por eso es bastante explicable que, en un contexto de pobreza generalizada, los banqueros hicieran un reconocimiento  desmedido al presidente Calderón por su  combate a la delincuencia organizada, durante la ceremonia ex profeso en aquella Convención Nacional Bancaria de Acapulco denominada precisamente Estabilidad Política y Financiera en México: variables de éxito ante la incertidumbre global.
En tal ocasión,  ante los barones del dinero, el jueves 17 Calderón se explayó diciendo que dejaba una “economía competitiva” y, ante la cúpula empresarial una semana después, aseguró que el crecimiento económico de la última década -es decir, durante los gobiernos panistas- “ha sido el máximo en los últimos 50 años”.
Los banqueros, representados por el presidente en turno de la Asociación de Banqueros de México (ABM), Jaime Ruiz Sacristán, fueron bastante explícitos durante su encuentro con el jefe político del estado mexicano, a quien reconocieron su “decidido apoyo a la banca”.
Dijeron, entre otras cosas: “Todos sabemos que el combate al crimen organizado ha implicado enormes costos para nuestro país”, en referencia a los más de 60 mil muertos y desaparecidos producidos a lo largo del sexenio calderonista.
Sin embargo, “si bien es cierto que ha sido doloroso, también es cierto que ha sido necesario hacer frente a este desafío con toda decisión”, razón por la cual “aplaudimos el valor y la firmeza con los que el presidente y las fuerzas armadas han defendido el orden legal, las instituciones y ante todo a las familias mexicanas”, remató el representante de la élite financiera, industrial y empresarial de México.

Tras su vehemente discurso, los banqueros refrendaron sus palabras con una larga ovación de pie a Calderón, quien recibió con innegable beneplácito la despedida de los ricos de México, para quienes trabajó arduamente a lo largo de estos seis años en que su lucha contra el narcotráfico causó  más de 60 mil muertos y desaparecidos, que igualmente están muertos, aunque debemos decir que algunas fuentes creíbles tasan en 70 mil el número de víctimas.
Ahí, de pie, estaban Ruiz Sacristán acompañado por personajes como Fernando Solís Soberón, por las organizaciones de seguros e intermediarios financieros; Claudio X. González, del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios; Alberto Espinoza de la Coparmex, Jorge Dávila de la Concanaco y José Méndez Fabre por los intermediarios bursátiles y casas de bolsa.
Esa actitud hipócrita de los banqueros y los empresarios equivale a decir: “lo sentimos por quienes murieron, pero la verdad que buenos negocios hicimos en tu gobierno”.
Para dar una idea del desastre social causado por Calderón, habrá que mencionar que durante la guerra de Irak, el gobierno norteamericano ha contabilizado entre 5 y 6 mil infantes de marina caídos en aquel conflicto armado.
En México llevamos más de 60 mil muertos, sólo que oficialmente no somos un país en guerra.
El agradecimiento de los banqueros se explica a partir de información que difícilmente circula al público, pero que permite dar cuenta de la manera en que, a querer o no, el crimen organizado se ha venido a transformar en un pilar financiero de la economía.
Datos filtrados en abril pasado por la agencia antidrogas de Estados Unidos, la DEA, así como por otros organismos financieros, apuntan a que durante 2011 más de 10 mil millones de dólares circularon por la economía provenientes de negocios ilícitos. Otras fuentes tasan entre 15 mil y 30 mil millones de dólares los que el crimen organizado, no sólo el narcotráfico, mueven en el país.
Datos citados recientemente por el columnista Jorge Medellín, especializado en temas militares y de seguridad nacional, provenientes de un estudio de noviembre de 2011 del Banco de México, establece que en los últimos gobiernos federales se lavaron en el país más de 45 mil millones de dólares.
El término “últimos gobiernos federales” parece referirse precisamente a los gobiernos de Vicente Fox y de Felipe Calderón.
Y, nos preguntamos, de qué manera “se mueven” esos miles de millones de dólares de procedencia ilícita por el país, si no es que a través del sistema financiero. De ese tamaño, pues, resulta ser el mercado de bancos, intermediarios y grandes negocios inmobiliarios en el país, incluido el turismo, fachadas que permiten exportar esos capitales, ya blanqueados, fuera del país para mantener a salvo a sus beneficiarios. Así, cómo no van a estar agradecidos los banqueros con el gobierno de Calderón.
Hasta el cansancio, Eduardo Buscaglia ha dicho que si Calderón de veras quería combatir a la delincuencia organizada, entonces debió comenzar por rastrear sus activos, tanto flujos de efectivo como en bienes inmuebles, que son la fuente de su poder corruptor y su poder de fuego.

  
Pero eso equivaldría a investigar al sector financiero, al que Calderón no estaría dispuesto a tocar ni con el pétalo de una averiguación previa. Porque si así fuera, entonces los verdaderos señores del narco, los de cuello blanco, estarían obligados a mostrarse como lo que son: mercenarios al servicio del dinero, al igual que su benefactor, el poder público.
Ante el CCE, Calderón dijo que durante la última década, es decir, la de los gobiernos panistas, la economía mexicana ha crecido como nunca en los últimos 50 años.
No es así: durante el sexenio de Calderón la tasa promedio de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) ha sido de 1.8 por ciento, la más baja desde 1982, cuando Miguel de la Madrid mantuvo una tasa promedio de 0.18 por ciento, aún más baja que en el gobierno actual.
Para establecer un comparativo, habrá que decir que la tasa de crecimiento promedio de la economía durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari fue de 3.91 por ciento, mientras que con Ernesto Zedillo alcanzó 3.53 por ciento. Con Vicente Fox la tasa cayó a 2.15 por ciento.
Así, con 2.15 por ciento durante el gobierno de Fox y 1.8 con Calderón, en realidad los gobiernos panistas han sido realmente un desastre económico sólo superados en 1982 por el mediocre gobierno de De la Madrid.
Entonces ¿cuál crecimiento record de la economía, cuál economía competitiva, más que para los grandes empresarios?
Al paso de estos gobiernos mitómanos y con más de 70 millones de pobres, pronto estaremos al borde de un estallido social. ¿Alguien lo duda?