La Habana.
- A sus 70
años, Gelania Tomasa Cabrera
aspira a lograr diez toneladas de
miel de abeja. "Quiero cumplir un
objetivo en mi vida", dice. Sobre
pequeños, pero tenaces, productores y productoras como ella descansa la apicultura
en Cuba.
El pasado año la nación caribeña
produjo 6.822 toneladas de miel de abeja. Al cierre de 2013 se espera obtener
al menos 6.950 toneladas. Un programa de desarrollo a más largo plazo persigue
llegar al record histórico de 10.212 toneladas, alcanzado en fecha tan lejana
como 1983.
De acuerdo con Daniel Emilio
Borges Hidalgo, director técnico y de desarrollo de la Empresa Apícola Cubana,
en ese entonces el país disponía de grandes recursos, camiones, más de 4.000
metros cúbicos de madera, y un total de 200.000 colmenas.
Cabrera, de la Cooperativa de
Créditos y Servicios Románico Cordero, del municipio de Florida, en la oriental
provincia de Camaguey, empezó con “un puñadito de abejas”. Cuando ella y su esposo tuvieron 20 colmenas,
hicieron un contrato para la entrega de miel. Hoy tienen cien colmenas y al
concluir 2012 la mujer recolectó 6,20
toneladas de miel, 72 kilogramos de cera y 7,2 de propóleos.
En 2014, cuando se conmemoran 250 años de la
introducción de las abejas en este país,
a partir del regreso desde la Florida de los colonos que escaparon de La
Habana durante la toma de la ciudad por los ingleses en 1763, Cuba aspira
llegar a 7.800 toneladas de miel, extraída de 172.000 colmenas.
“Por mi edad, la gente me dice que es mejor regresar al pueblo, pero
no, permaneceré en el campo mientras tenga fuerzas. Quiero cumplir un objetivo
en mi vida, crecer en mi plan de miel y en lugar de seis toneladas, entregar
más de 10. Seguiré hasta que lo
consiga”, sostiene Cabrera.
Para incrementar el acopio de
miel, esta cooperativista espera trasladar las colmenas a la costa, donde está
el mangle. “Quiero demostrar que la mujer es capaz también de ir a las costas.
Si soy capaz de castrar las colmenas en la casa, cómo no lo voy a poder hacer
en el mangle. Cuando logre eso me voy a sentir una mujer totalmente realizada”,
dice.
La miel se extrae a los 12 o 15
días de depositado el néctar. Una vez completo el panal y la miel procesada por
las abejas, está en su punto óptimo para
extraerla.
El estimado de la calidad se hace
por la humedad y la pureza. “Se mide la humedad, si es superior al 19 por
ciento, esa miel vale menos. Yo trato que la mía salga buena”, sostiene
Cabrera.
Según Borges, incrementar la
producción requiere contar con la madera necesaria y que los 2.269 apicultores,
distribuidos en cooperativas, unidades estatales y productores no asociados, tengan el
equipamiento necesario que posibiliten el incremento productivo.
Hace dos años, como parte del
programa de desarrollo, el precio de la miel se incrementó de 1.600 pesos a
17.400 pesos por tonelada. Sin embargo, no es la retribución monetaria lo que
mueve a Cabrera, quien hace gala de una vitalidad increíble a sus 70 años.
“El de las abejas es un reino
maravilloso. Hay que verlas trabajar, cierran las hendijas con propóleos, una
resina, porque no les gusta que las vean trabajar y saben que la colmena debe
tener de 30 a 36 grados de temperatura para mantener el calor para las crías y
la miel. Solo lamento no tener 20 años menos para dedicarles más tiempo”.
“La mejor miel del mundo es la de
Cuba, ese es uno de los privilegios que tenemos los cubanos. Para ello debemos
velar por que no tenga residuos de antibióticos y sea totalmente pura. Los
médicos veterinarios nos visitan preocupados por la salud de las colmenas. Las
enfermedades se evitan con buen manejo y limpieza en el apiario”, comenta.
Otro requisito importante es el
cambio de la reina. Cuando el apicultor ve que la reina tiene una postura
deficiente, pone salteado o la producción de abejas es débil, se la sacrifica y
se sustituye. Para ello en el país existen 66 criaderos y las proyecciones son
llegar a 70.
“En la apicultura también debe
trabajarse la genética, introduciendo reinas del criadero, que pesen más de 230
gramos, pues “una buena postura da muchas obreras, buena cosecha y miel de calidad. Una buena colmena da al año
entre 50 y 60 kilogramos”, asevera esta productora de miel.
Cuando Cuba aumentó el precio que
paga a los productores, subió también el de las reinas, que ahora se cotizan a
85 pesos. “Algunos no se han dado cuenta de su
importancia, aun si esta exigencia los ayuda a tener una producción
superior”, dijo a la prensa el director técnico y de desarrollo de la Empresa
Apícola Cubana.
En los dos últimos años el país
ha renovado gran parte de las infraestructura productiva de los apicultores,
tanto equipamiento como instalaciones especializadas para la castra de los
panales con miel extraídos de las colmenas, que deben ser procesados en las
mejores condiciones de higiene, como especifican las normas y requisitos
internacionales.
Cuba espera una visita de la
Unión Europea que certifique la calidad de su miel para su exportación. Este
dulce se exporta a diferentes países de Europa en cantidades que oscilan en
alrededor de 5.000 toneladas anuales. El país obtiene unos 15 millones de euros
por la comercialización de este producto en el exterior.
También ha exportado pequeños
volúmenes de propóleos en ensayos de exportación como un nuevo producto de gran
valor agregado.
En octubre pasado, los
laboratorios de control de la calidad del Centro de Investigaciones Avícolas
(CIAP), fueron certificados por el
Órgano Nacional de la República de Cuba (ONARC), lo que permite brindar un
servicio de mayor confiabilidad, garantía y prestigio para las exportaciones.
El programa de desarrollo de la
apicultura incluye la renovación de las tecnologías industriales para el
procesamiento de la miel, aspecto que también marcha según lo planificado para
asegurar la calidad de ese producto.
De acuerdo con Adolfo M. Pérez
Piñeiro, director general del CIAPI, desde hace años Cuba tiene certificadas un
grupo de áreas para la producción de miel ecológica, en las montañas orientales
de las provincias de Guantánamo, Santiago de Cuba, Granma y Holguín.
Según estudios internacionales,
las abejas están desapareciendo y aun no se conocen las causas. En Estados
Unidos unas 600.000 colmenas se han visto afectadas y las pérdidas son
millonarias. La ciencia estudia factores como el uso de pesticidas, la pérdida
proteínica del polen debido al cambio climático y, la acumulación de sustancias
tóxicas en las colmenas, dijo la investigadora Dunia Cintra, durante un evento de agricultura urbana, celebrado en La
Habana. (2013)