Veinte años después del trágico sismo del 25 de diciembre de 1972, que tomó la vida de más 5000 personas, ocurrió un sismo M = 7.6 en las costas del Pacífico de Nicaragua, el 2 de septiembre de 1992. Este generó un tsunami local que golpeó 220 Km de costa e impactó al menos a 27 comunidades.
Las olas alcanzaron alturas de 10 metros y penetraron hasta 400 metros. El tsunami tuvo un efecto indirecto en más de 40 mil personas debido a que destruyó casi toda la flota pesquera del Pacífico de Nicaragua. Murieron cerca de 170 personas y dejó a 13,000 sin hogar. Los daños materiales fueron extremadamente altos.
El tsunami fue una completa sorpresa, aún para los científicos: fue mucho más grande que lo que se hubiera podido esperar para un sismo de esa magnitud y no se comportó de la manera tradicional. Los residentes de la costa afirman que no sintieron movimientos fuertes de tierra, como se pudo haber esperado, que los alertara del peligro inminente de un tsunami. También afirman que no escucharon el retumbar característico que se espera produzca un sismo local, por lo cual no corrieron a las partes altas y fueron sorprendidos cuando llegó la ola de 10 metros. Los científicos encontraron que el sismo no produjo ondas de periodo corto debido a una inusual larga duración de fallamiento, lo que explica la ausencia de sonidos y movimientos fuertes de tierra.
El evento mostró que pueden ocurrir tsunamis violentos aún cuando la población no perciba movimientos intensos. (Fuente: National Oceanic and Atmospheric Administration, NOAA; International Tsunami Information Center)