ISAIAS ALANIS |
“Cambia el sol en
su carrera/cuando la noche subsiste/cambia la planta y se viste/de verde en la
primavera/cambia el pelaje la fiera/cambia el cabello el anciano/y así como
todo cambia/que yo cambie no es extraño…”
Como dice la
canción pero en México, no cambia nada, seguimos como hace cien años en pleno
porfiriato. Y la verdad me da weva pensar, reflexionar, tener ira, rabia,
dolor, malestar de panza y sentir frío a pleno sol, o calor en la cumbre del
Pico de Orizaba. Porque estar ante una nación de descojonados, duele, punza,
dan ganas de salir corriendo por las calles con una azada y un estandarte y
reventarle en el hocico un puñetazo a un diputado que da santo y seña de las
bondades de la reforma energética. ¿Qué no se acuerdan de la privatización de
cientos de empresa del estado, de la banca? Hoy sólo Banorte es de capital
mexicano. La patria ya no existe. Que se vayan al diablo con sus niños héroes,
con las campanas de Dolores y los símbolos patrios. Nada de grito el 15 de
septiembre en un zócalo desierto. A la tiznada la gesta del 20 de noviembre, el
día de la madre patria y el día del soldado. Al cesto de basura con la
celebración del próximo bicentenario que será doblado al español para que los
apaches lo vean por tele cable en sus reservaciones de mexicanos. Las
comisiones unidas de Energía, Puntos Constitucionales y Estudios Legislativos,
aprobaron en lo general, el dictamen de Reforma Energética que propone cambios
a los artículos 25, 77 y 28 constitucionales.
La aplanadora
nacional, ya planchó la reforma en donde
se plantea la apertura de modelos contractuales para que la iniciativa privada
invierta sin ataduras ni candados en el sector de extracción de hidrocarburos. Hay
cambios constitucionales que permitirán que los particulares establezcan contratos
para explotar yacimientos a través de las figuras de la utilidad compartida y
producción compartida, con un plus generoso de los que dicen que representan a
México: el régimen de las licencias. Aunque en uno de los artículos,
intencionalmente y mañosamente dice: ”Tratándose del petróleo y de los
hidrocarburos sólidos, líquidos o gaseosos, en el subsuelo, la propiedad de la
Nación es inalienable e imprescriptible y no se otorgarán concesiones. Pero eso
ya está consumado. Aun que se saquen firmas de millones de mexicanos, una vez
modificada la Carta Magna, ya nadie podrá evitar el saqueo al patrimonio de los
mexicanos. Es un hecho. ¿Para qué las firmas y el cerco escenográfico? ¿Para validar el robo a la nación en vivo y en
directo?
Se requiere de un
paro nacional como en otras naciones, y que los políticos actúen con verdadero
sentido nacionalista y no mercantilista.
Ahora ¿qué es lo
bueno y lo malo de la reforma? Cualquier ciudadano con tres dedos de frente lo
sabe.
Los políticos lo
callan, y le echan espuma al jabón, fuego al petróleo y saliva a sus
reflexiones micro y macro económicas. El beneficio será al cien, nada parará al
país, estamos en la línea directa a convertirnos los mexicanos en millonarios.
Vamos a competir con estados Unidos, China y la selección de Brasil que se las
va partir. Habrá un crecimiento del 10. 9 por ciento y se acabarán los pobres,
la violencia, el sicariato, las esclavas sexuales, los curas pederastas y
millonarios, los más pobres de Guerrero y Chiapas, los entenados de Santa Anna
y los nietos de Carlos Salinas. La panacea petrolera ha henchido las bodegas
del cuerno de la abundancia nacional. ¿Cuándo despertaron donde tenían las
manos?
Pese a la rabia, al
poema de José Emilio Pacheco y los bandidos de esta nación llamados diputados y
senadores, que no representan a nadie sino a sus intereses muy especiales de
grupo y personales, hay una llama que queda en este sótano de ceniza y mentadas
al mediano, corto y largo plazo a los habitantes de este país de descojonados,
algo queda:
“Pero no cambia mi
amor/por más lejos que me encuentre/ni el recuerdo ni el dolor/de mi pueblo y
de mi gente/lo que cambió ayer tendrá que cambiar mañana/así como cambio yo/en
esta tierra lejana
cambia todo
cambia/cambia todo cambia/cambia todo cambia/cambia todo cambia/pero no cambia
mi amor...” por unos tres ríos, un pedazo de costa y un ramo de nube que cuelga
de tu espalda.