Desconocidas, a las tres las unía el miedo de abortar en sus entidades, ella mexiquense, otra de Puebla y la otra de Veracruz.
Foto. Archivo
Cuando Paulina llegó al Centro de Salud T-III “Beatriz Velasco de Alemán”, en la Gustavo A. Madero, para terminar su embarazo, se impresionó: junto a una chica de 12 años esperaban dos menores más, una de Veracruz y otra de Puebla.
Sin un adulto a la vista que las acompañara, habían viajado con la esperanza de un aborto cerca de 316 y 106 kilómetros, una distancia abismal comparada con la que ella, de 19 años, había recorrido desde el Estado de México.
Desconocidas, a las tres las unía el miedo de abortar en sus entidades. Paulina cuenta: “Yo lo único que quería era ver por mi seguridad y lo mismo mi pareja. Ya habíamos tomado la decisión, que fue lo más difícil, ahora queríamos conseguir recursos para poder hacer esto. En el Estado de México no hay chances”.
A las 8:00 horas de una mañana de abril, Paulina entró a la clínica y a las 3 de la tarde ya estaba afuera. Al salir, supo que a las dos chicas foráneas las habían atendido rápido. “No importa que no seas del DF, incluso te dan preferencia, especialmente si vienes de un estado lejano. Hay mucho apoyo”, dice.