Moisés Sánchez Limón |
La praxis política entraña acuerdos, fórmula básica que suena a perogrullada. Por eso, no extraña que el Partido de la Revolución Democrática, en esta nueva era, se sujete a negociaciones que parecieran ubicarlo como abogado del diablo.
Tal es el caso de la votación relativa a la reforma político electoral, que por tratarse de una reforma constitucional requería de mayoría calificada camaral, entendida en las tres cuartas partes de los integrantes de ésta. Hay quienes consideran y califican al PRD como un partido ambivalente, aunque en realidad se trata de un instituto político en proceso de consolidación.
Veamos. No necesariamente se puede considerar que un partido político esta echado a los brazos del oficialismo por el hecho de votar ciertas reformas que no convencen al resto de la oposición.
Indudablemente, los bejaranos se sienten ofendidos porque una parte del PRD en la Cámara de Diputados votó a favor de la reforma político-electoral, que contó con la mayoría del respaldo del PRI y del PAN.
No hay que engañarse o llamarse sorprendido por una votación de esta naturaleza, es factor fundamental de cualquier democracia en la que izquierdas y derechas, centros y ultras, llegan a converger en un tema de carácter toral para la sociedad. En consecuencia sí, por ejemplo el PRD votó a favor de una reforma constitucional, hacendaria esta, de la mano del PRI, no habría causal de molestia si ahora el PAN lo hizo del brazo del PRI en la político-electoral y lo hará en la energética.
La política se teje así, solo quienes se dicen engañados son aquellos que no quieren saber de esta praxis. Engañar con la verdad es una vulgar fórmula de hacer política. Y bajo esa vulgaridad no dude usted que el viernes entrante tendremos reforma energética.
¿Ofendidos? No, para nada los perredistas que votaron a favor de la reforma político-electoral sumarán sus votos a los de la mayoría tricolor en la sesión del jueves próximo. Y no hay que inquietarse, este escenario era elemental, se dibujó desde hace rato. El PRD ya no es Andrés Manuel López Obrador; el PRD es un partido con voluntad propia. Y con esa voluntad se arriesga a enfrentar los escenarios del 2015.
No hay que satanizar más al PRD. Este partido atisba nuevos escenarios. Y qué bueno, los mexicanos nos merecemos partidos propositivos, maduros, civilizados, tolerantes e incluyentes. Adiós a Andrés Manuel López Obrador adiós.
Y es que, mire usted, esto de la cirugía a la que fue sometido el tabasqueño la semana pasada, para atenderle un problema de las coronarias, mas pareciera un tongo, es decir eso que usted y yo sabemos se llama broma de mal gusto o pelea de box arreglada.
Si Andrés Manuel López Obrador está enfermo y sufre de males cardiacos, que lamentable. Pero si se trata de una farsa, porque nadie conoce un parte médico formal que registre los males de Andrés Manuel, entonces sí es grave para la salud pública del país.
No nos engañemos. El PRD está en busca de sostenes, de elementos que le oxigenen, incluso de elementos que lo mantengan en el plano de las decisiones políticas del país, pero su más reciente convención nacional no oteó hacia la unidad, más bien abanicó a favor de estos desencuentros que inciden entre los bejaranos y los chuchos.
Y si los chuchos no quieren una cosa, por ser mayoría, simplemente no prospera; pero si los bejaranos se oponen a una decisión popular, ocurre lo mismo. Mal mensaje, malo, porque en esa medida esto que se llama perredé nunca va a llegar al número uno. ¡Lástima! Tan solidarios que se veían, hasta que una reforma les partió el queso. Conste.