Rodrigo Huerta Pegueros |
La
irrupción de las llamadas Fuerzas Armadas Revolucionarias-Liberación Popular,
hace unos días en la región de la montaña del estado de Guerrero, es quizás la
cereza del pastel que le faltaba al gobierno del estado de Guerrero, ya que a
éste se le acusa de haber provocado su organización y su accionar como fuerza
insurgente apartada de los lineamientos democráticos que no han sido útiles
para los luchadores sociales que han caído poco a poco—pero constantes—durante
este sexenio del gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero.
Los
comunicados que han aparecido durante estos días, emitidos presuntamente por
las FAR-LP, dan cuenta puntual de los porqués se levantaron en armas. Son sus
demandas enfocadas a lo que ha sucedido en la entidad y la ausencia de
resultados que las autoridades, en sus distintos niveles de gobierno, han
producido.
La
ausencia de una administración y procuración de justicia es evidente.
Los
asesinatos políticos en contra de los luchadores sociales, de los defensores de
los derechos humanos, de los propios periodistas y desde hace unos meses a la
fecha contra miembros de los grupos comunitarios o autodefensas , ofrecen una
postal nítida de la ausencia de legalidad aplicable en la entidad y por lo
tanto, el propio gobierno, es en automático, el menos indicado para hablar
sobre legalidad y justicia.
La
inseguridad pública, es también fuente inagotable de la serie de
confrontaciones que se han tenido entre las comunidades rurales y algunas
urbanas, contra las fuerzas armadas del país y contra las policías municipales
y estatales, ya que han sido ineficientes para proveer de seguridad y ofertar
paz pública a los ciudadanos y en cambio se ha visto que la delincuencia común
y el crimen organizado sigue ampliando su radio de acción sin freno alguno.
No
hablemos de la miseria que cunde en el estado. Los cientos y miles de jóvenes
que salen de sus territorios en busca de trabajo y se enganchan en cualquier
viaje con tal de poder vivir mejor aún y a costa de su propia existencia. Dice
el julgo sobre la juventud actual que esta prefiere vivir poco pero bien y no
mucho en desgracia.
Ahora
bien. Las FAR-LP debe asumirse como un grupo guerrillero de nuevo cuño o una
nueva división del Ejército Popular Revolucionario. No se tiene bien precisado
esta fuente, como tampoco se ha visto que las otras expresiones guerrilleras
que de un tiempo en otro reaparecen en las páginas de los diarios, han
externado su apoyo, solidaridad o bienvenida a esta nueva expresión.
Las
fuerzas de inteligencia del estado—particularmente el CISEN—debe tener en
cuenta que en Guerrero ha habido, desde los tiempos de Genaro Vázquez Rojas,
movimientos armadas consecuencia de injusticias sociales y abusos de poderes
fácticos e institucionales.
Recordemos
que en los últimos tiempos los guerrilleros han sido más mediáticos que
operativos y que se han dedicado a señalar los errores y abusos cometidos por
los gobernantes, pero no han actuado en consecuencia.
Hoy
estamos a la espera del accionar de este nuevo grupo guerrillero, el cual si en
verdad cuenta con una estrategia y bases sociales en las regiones que ha dicho
operar tiene que dar cuenta de ello, para que no se vaya a pensar que es solo
una impostura.
Las
demandas de la nueva expresión guerrillera son claras y contundentes. Las
autoridades estatales son las que tienen que dar respuestas puntuales si es que
quieren evitar que esto se complique aún más de lo que está y se vaya a ser
realidad la idea que se tenía hace unos años de que los grupos comunitarios no
eran mas que la expresión de una gran organización guerrillera que estaba
sentando las bases para su actuación futura.
Hoy
las cosas no están claras.
El
gobierno dice desconocer a las FAR-LP y les niegan cualquier interlocución y
los amenazas con perseguirlos.
Los
grupos comunitarios no se han deslindado de los guerrilleros.
Los
partidos políticos no han querido caminar sobre tierra fangosa y han callado.
El
Congreso se ha mantenido al margen y dejan solo al gobernante.
Los
grupos sociales en pie de lucha tampoco los han desconocido.
Luego
entonces, la aparición de las FAR-LP no han sido con mucho mal vistos por una
sociedad atosigada y harta de tanta impunidad y desdén de las autoridades
locales.
Veamos
como evoluciona este nuevo capítulo en la historia del sexenio aguirrista que
cada día se parece más al sexenio negro del figueroismo.
Periodista/Analista Político*