La plata se trabaja
normalmente en 925 y 800 milésimas. La plata se puede alear con todos los
metales de bajo punto de fusión, como el zinc, (Zn), estaño, (Sn), etc.
Realmente, la aleación más común es la de plata/cobre. Uno de los problemas de
las aleaciones de plata es que su oxidación es bastante rápida. Se nota, al
cabo de cierto tiempo, el cambio de color en la misma apareciendo con el tiempo
color amarillo, azul, negro, etc... Hoy día, esta característica no tiene
demasiada importancia debido a la gran cantidad de productos y sistemas que hay
para su limpieza. Es más, actualmente existen en el mercado una gran diversidad
de objetos de plata recubiertos por una laca especial que impide su oxidación,
manteniéndolos blancos y brillantes como el primer día. Pero esto no es
suficiente ya que esa laca no se aplica realmente a todos los productos de
plata. Por ejemplo, un cubierto de mesa no duraría mucho con esa protección.
Para este uso sería
imprescindible algo que todavía no se ha inventado: la plata inoxidable. Todo
es cuestión de experimentar. Hay quien empieza con esta fórmula tratando de
conseguir lo que nadie, hasta la fecha, parece haber logrado: estaño, indio,
antimonio, en las proporciones 100/462/438, respectivamente. Como puede
comprobarse, estas cantidades suman 1000 por tanto ahora habría que reajustar
las proporciones para añadirle las 925 partes de plata fina. De todas formas y
dependiendo de los resultados obtenidos se puede acudir a otras fórmulas con
otros componentes. Durante el uso de joyas de plata, hay quien la pone negra
enseguida y, por el contrario, otras personas la mantienen limpia y blanca.
Esto es debido a la transpiración. Si es muy ácida oxidará la plata más
rápidamente que otra persona que transpire menos y cuyo sudor sea menos ácido.