Más allá del lugar común que considera al affaire de la Línea 12 del Metro como la tumba política de Marcelo Ebrard Casaubón, fue Marcelo quien metió la zancadilla a Marcelo y lo desbarrancó de la carrera presidencial.
De hecho, para el PRD no es figura políticamente redituable y no cabe en el esquema del naciente Partido Movimiento Regeneración Nacional.
Tal vez, acostumbrados a levantar cadáveres políticos, cartuchos quemados y prófugos de otros partidos, el Partido del Trabajo o Movimiento Ciudadano podrían alzarlo en una nominación para 2015 con el ánimo de recomponerle la figura. Difícil, aunque no imposible.
Porque, mire usted, a Marcelo Ebrard Casaubón se le ha dado de manera práctica el ascenso en la política. Llevado de la mano de Manuel Camacho Solís, Marcelo es uno de esos personajes cuestionados por Andrés Manuel López Obrador por sus características de pirrurris y afrancesado, pero le dio calor en su equipo, en pago a facturas cobradas en el DDF.
Veamos. A los 28 años, Marcelo –nombrado el mejor alcalde del mundo, en su momento, tal vez consecuencia de un buen cabildeo y maiceo como en los días cuando Fausto Zapata, con la valija llena de dólares se dedicó a recorrer el mundo en busca de apoyo para hacer de Luis Echeverría Álvarez secretario General de la ONU—llegó recomendado, en el arranque del sexenio salinista, a la secretaría general del PRI en el Distrito Federal.
Ese es el primer cargo partidista que tuvo, en la ruta a las ligas mayores, cuando su jefe y guía Manuel Camacho Solís preparaba la estrategia para suceder a Carlos Salinas de Gortari. Ebrard operó con sobrados recursos económicos para apisonar el terreno político por el que corría Camacho como jefe del entonces Departamento del Distrito Federal (DDF).
Así nacieron organizaciones ciudadanas sin aparente filiación partidista, consideradas de izquierda y opositoras al régimen; casualmente luego sirvieron al interés del PRD.
Marcelo negociaba con personajes que por esos días cobraban “asesorías” en el DDF, como el profesor René Bejarano y el llamado Tucán Mayor, Jorge González Torres, apoyado por Natalia Escudero en la creación y sobrevivencia del Partido Verde Ecologista de México, de supuesta oposición al PRI, del que devino satélite aliancista.
En fin. A partir de 1988 y hasta 1992, Marcelo fue secretario general del PRI chilango y, merced a esos a apoyos económicos salidos de las arcas del DDF, pero con el respaldo de la figura presidencial de Carlos Salinas de Gortari, además de un buen equipo integrado por los entonces jefes delegacionales, todos de filiación priista, se alzó con el triunfo electoral en los 40 distritos en que estaba dividida la capital del país.
Pero, como no fue asambleísta –figuraba en la lista de pluris a la entonces Asamblea del Distrito Federa--, su padre político, Manuel Camacho Solís, lo designó secretario General del DDF, en sustitución de Manuel Aguilera Gómez.
Luego acompañó como subsecretario de Relaciones Exteriores al entonces efímero canciller Camacho Solís, quien aceptó el cargo cuando se quedó con las ganas de relevar en la candidatura presidencial a Luis Dolando Colosio. Incluso siguió a Manuel en esas andanzas como comisionado para la paz en Chiapas.
Renuncia al PRI y, en la LVII Legislatura, es diputado federal por el PVEM, otro cobro de facturas. Luego, nuevamente de la mano de Camacho, quien busca la Presidencia por el Partido (de su propiedad) del Centro Democrático, contiende por la jefatura de Gobierno del Distrito Federal pero no concreta la campaña y dimite a favor de Andrés Manuel López Obrador, abanderado del PRD, quien lo hace secretario de Seguridad Pública del DF, cargo del que lo destituye Vicente Fox, por el escándalo de los policías linchados en Tláhuac.
No quedó en la orfandad y Andrés Manuel lo designa secretario de Desarrollo Social, cargo al qye renuncia para ser candidato del PRD a la jefatura de Gobierno del DF; gana el 2 de julio de 2006 y se considera listo para aspirar a la Presidencia de la República.
Sin embargo, algo falló en ese camino que recorría de la mano de Manuel Camacho, porque después de dejar la jefatura de Gobierno, a Marcelo no le resultó la estrategia; comenzó a pelear tempranamente la nominación presidencial a la corriente mayoritaria del PRD, Los Chuchos, e incluso fundó su Movimiento Progresista que ha servido para lo que se le unta al queso.
El caso es que, aparentemente alejado de Manuel Camacho, Marcelo ha pretendido negar lo evidente, algo que ha sido práctica común en lo gobiernos perredistas: la corrupción y las complicidades. Hoy, los perredistas en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal exigen comparezca para explicar el cochinero de la Línea 12 del Metro. Por supuesto, no irá. ¿Usted le cree que no sabía de las anomalías en la construcción de aquella línea? Se asumió preparado para ir por la Presidencia de la República. Gracias por participar. Digo.
LUNES.- Desde el viernes último, cuando el Comité Técnico de Evaluación para Consejero Presidente y Consejeros Electorales del Instituto Nacional Electoral, entregó a la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados las once quintetas de candidatos, se desbrozó el camino de los elegidos. Se quedan los cuatro patriotas consejeros del actual IFE; los siete restantes han sido palomeados por quien manda en el Palacio Legislativo de San Lázaro, con el apoyo de quienes dizque son oposición. Conste.