EFRAIN FLORES IGLESIAS |
Fueron discípulos de Armando
Chavarría Berrera y son compadres. Uno es dirigente del PRD en Guerrero y
el otro es diputado federal por el estado de Michoacán. Por supuesto, me
refiero a Celestino Cesáreo Guzmán y
David Jiménez Rumbo.
Hasta hace un año eran grandes aliados y hacían equipo en Grupo Guerrero,
tribu perredista creada después de la muerte de Chavarría. Ahora se atacan como dos grandes enemigos.
Es evidente que algo salió mal. Tal vez el manejo de las prerrogativas
del Comité Ejecutivo Estatal (CEE) del PRD o la lucha por el poder.
David tiene un estilo muy particular de hacer política: es valemadrista,
lenguaraz y cínico. Celestino, por su parte, es serio y gris.
Del 23 de agosto de 2015 a la fecha sus desencuentros han sido muy
marcados. Se acusan mutuamente de corruptos y servir a los intereses del PRI.
David ha solicitado la renuncia de su compadre como dirigente del PRD y de
aclarar el destino de 30 millones de pesos correspondientes a financiamiento
público que ha recibido en el último año.
“Mientras los comités ejecutivos municipales están cada días más
desolados, empobrecidos y Celestino gastando ese dinero de manera muy opaca, es
un hombre que está saqueando al PRD, 30 millones en los últimos 11 meses y los
ha hecho humo”, dijo el dirigente de Grupo Guerrero hace unos días a un diario
de circulación estatal.
Celestino no se quedó callado y afirmó que “David Jiménez Rumbo es lo más nocivo para un partido de izquierda como
el PRD”, por lo que se debería analizar su expulsión.
Cada quien ha buscado aliados para posicionar a sus respectivas corrientes en la elección
de 2018.
Celestino se le ha visto muy cerca de la excandidata a la gubernatura y
actual secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional del PRD, Beatriz Mojica Morga; y el oriundo de
Arteaga, Michoacán, ha sellado una alianza con el diputado local y ex dirigente
estatal del PRD, Sebastián de la Rosa
Peláez, mejor conocido como “El Zorry”.
Hay que recordar que, además de ser dirigente estatal del Sol Azteca,
comanda junto con el diputado local Carlos
Reyes Torres, señalado por sus nexos con el crimen organizado, la tribu
Alternativa Democrática Guerrerense (ADG). Bueno, Jiménez Rumbo tampoco se
salva. También ha sido señalado por sus relaciones peligrosas con miembros de
la delincuencia organizada, particularmente con el líder de Los Caballeros Templarios, Servando Gómez Martínez, La Tuta, su paisano y a quien conoce
desde la infancia.
Asimismo, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) detectó un
ejercicio irregular de 586 millones 27 mil pesos del Fondo para la Infraestructura
Social Municipal que manejó el jefe máximo de Grupo Guerrero cuando éste era
secretario de Desarrollo Social en el gobierno de Ángel Aguirre Rivero. ¡Zas!
David está en serios aprietos, aunque ya salió a dar la cara y decir que
ese dinero se lo pudieron haber gastado Ángel Aguirre Rivero, Jorge Silverio
Salgado Leyva, Laura del Rocío Herrera de Aguirre o Beatriz Mojica Morga.
No se sabe cuándo terminará la película,
digo, el pleito entre los compadres, quienes de ladrones y traidores, no se
bajan.
Lo cierto es que si Armando Chavarría resucitara, se volvería a morir de
vergüenza al ver que sus alumnos más avanzados se atacan sin piedad.
ENTRE OTRAS COSAS… El que sigue dando tumbos es el alcalde
priista de Chilpancingo, Marco Antonio Leyva (MAL). Su soberbia extrema y los
ineptos colaboradores, las causas.
Si sigue así, el PRI debería prepararse para entregar en 2018 la capital
del estado a la oposición.
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