En
un gran escándalo se ha convertido el asunto del espionaje de que son objeto
distintas personalidades, sobre todo del mundo político, periodístico,
empresarial y hasta social. Espionaje, siempre ha existido en México.
Fue
el periódico New York Times, el que “descubrió” que en México son sujetos de
espionaje -por el gobierno encabezado por el presidente Enrique Peña Nieto-
periodistas críticos, dirigentes radicales, líderes de partidos políticos (opositores
al PRI) empresarios y simpatizantes de movimientos subversivos, entre otros.
Veteranos
periodistas que son “incómodos” al sistema político mexicano, son quienes pegan
el grito al cielo protestando porque son vigilados con un aparato israelí más
sofisticado: Spyware; antes el gobierno habría adquirido otro denominado: Pegasus.
Dicen
que los dos aparatos tienen capacidad para el monitoreo y extracción de todo
tipo de información de teléfonos inteligentes, computadoras y dispositivos
electrónicos.
Nada
nuevo: el espionaje lo han hecho todos los gobiernos del mundo: demócratas,
republicanos, de centro izquierda, de derecha, dictatorial y hasta monárquico.
Todos los gobernantes quieren tener información privilegiada, y más de sus
enemigos.
En
México, han existido verdaderos espías que manejan la política interna del
país, como el extinto militar Fernando Gutiérrez Barrios quien sirvió a varios
ex presidentes de la República, emanados del rancio PRI.
El
temible Gutiérrez Barrios (decían que era agente de la CIA) espiaba a los
enemigos del régimen priista, a los disidentes radicales y ex guerrilleros o
simpatizantes de éstos. Nadie escapaba a su lupa represora.
Tenía
FGB bajo su mando a un verdadero batallón de “orejas” que se “pegaban a los alambres”
para escuchar conversaciones. Varios de esos “orejones” -alumnos de Don
Fernando- todavía viven y hasta ocupan importantes cargos en gobiernos
estatales, municipales y federales.
En
Guerrero durante la década de los setenta y ochenta, cualquier periodista que
se desempeñara en algún medio nacional crítico, era objeto de espionaje,
presión y persecución.
Agentes
de Gobernación federal, de manera burda y estúpida se daban a la tarea de
seguir por todos lados a los periodistas de diarios críticos como fue nuestro
caso cuando nos desempeñamos como Corresponsal del diario nacional Uno Más Uno
(el original).
Los
“orejones” querían conocer nuestras
fuentes informativas; quiénes nos entregaban comunicados, documentos, o nos concedían
entrevistas exclusivas, casi en la clandestinidad. Teníamos que ser demasiados
hábiles para evadir a los “orejas”. Todavía andan deambulando por allí algunos
mediocres.
En
cierta ocasión -década de los ochenta- un sujeto se presentó ante este
columnista ostentándose como Coordinador de la Dirección de Investigaciones Políticas
y Sociales (DIPS), para exigir que toda la información que redactara primero debiera
dársela a él, luego enviarla al periódico.
El
tipo, era flaco, moreno claro, espigado y prepotente, enviado de Gobernación
Federal, le decían “La Vitola”, originario de Chilpancingo.
Inmediatamente
me comuniqué con mis jefes del diario Uno Más Uno; desde allá me dijeron que lo
mandara al diablo, y así lo hice, de manera diplomática.
El
extinto ex Corresponsal de otro diario de la capital del país (Manuel Benítez/ La
Jornada), este sí: con palabras groseras le recordó el 10 de mayo a “La Vitola”,
y lo mandó a la chingada.
MARCO
LEYVA, ALCALDE HARAGÀN.
A
nadie le contesta el teléfono, no escucha opiniones, les echa la culpa de sus
errores a otros; es un holgazán con aires de estúpida arrogancia que ya lo
hundieron en el descrédito y no tiene pueblo ni base social. ¿Quién es?
Respuesta: Marco Antonio Leyva Mena, gris alcalde de Chilpancingo.
Como
para confirmar lo mediocre de su administración, Marco Antonio Leyva, ya anticipó
al escenario que ayer dimos a conocer: Que el PRI podría perder en el 2018 la
capital del estado ante una posible alianza opositora (Morena, PRD, MC, PT,
PAN).
El
munícipe MAL, se cura en salud: “Existe fuego amigo, por lo que es urgente
concentrarse, porque en caso de perder los comicios no será su responsabilidad
sino de todos los priistas”. ¿Ya ven?... ¡Se da por derrotado!
¿Qué
pensarán los ex alcaldes, Héctor Astudillo y Mario Moreno, sobre lo que ayer declaró
MAL: “que existe un golpeteo dentro del PRI, que sabemos de dónde viene, de quién
se trata y con qué objetivo se hace”. ¡Nombres!... MAL, ve moros con
tranchetes; a su ineficacia le tira cortinas de humo, esconde su ineptitud.
De
manera cínica Marco Leyva, para expiar sus culpas y ocultar su mediocre
actuación, se anticipa: “De perder la capital del estado en 2018, no caerá la
responsabilidad en su gobierno sino en la capacidad de los priistas de hacer
trabajo político”. ¿Si no puede como alcalde, por qué no renuncia?
En
el colmo de su pachorra, Marco Antonio vuelve a reiterar que, “no existe en el
PRI un trabajo en defensa de su administración, que resalte los logros
obtenidos por su gobierno”. ¿Cuáles logros? ¿Dónde están? Mejor que le entregue
el cargo al líder estatal del PRI, Heriberto Huicochea.
Ni
Héctor Astudillo, ni Mario Moreno anduvieron lloriqueando, arrojando culpas a
otros para que pagaran sus errores. Lo mejor que debiera hacer Marco Antonio
Leyva, es tirar la toalla, porque… ¡No puede con el cargo!... Punto.