"Se puede engañar a
parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo
todo el tiempo". Abraham Lincoln
Los partidos políticos
están divididos por disputas internas. Un mal presagio. Un error interno. Pero,
también, un mal mensaje a la ciudadanía votante. Esto está ocurriendo en todos
los organismos políticos. Grupos cancerígenos, corroen con sus ambiciones (y
dios los protege) el mantener el poder de sus aspiraciones. Traducidos estos en
puestos administrativos y de elección popular. Quien diga lo contrario miente.
Basta observar que
cualquier Partido, conserva en sus entrañas diversas corrientes de grupos;
unos, pacientes conocedores de sus
fundamentos partidistas. Otros, simplemente tahúres, salteadores y gánsteres de
la grilla. Ni las mismas elecciones logran unirlos. No hay consenso.
La carencia de ideología
ha provocado severos rompimientos. La escuálida calidad humana los exhibe ante
la sociedad votante, tal cual son. Un exceso de personalismo. Las
contradicciones están a flor de sus codicias.
El hartazgo de la sociedad
es visible, su molestia, su enojo, su ira, no tan solo es por esa falta de
credibilidad; sino, también, por la ausencia de compromisos sociales. La apatía
de los cabildos, por servir. El desgano por trabajar honestamente se observa en
cada dependencia que tiene presupuesto para obras y servicios. Detrás de esta
tensión, aparentemente insignificante, se esconde un problema más profundo: No
votar, en unos. En otros, cambiar la emisión de su voto, ante el organismo a
quien le rendían fidelidad. Un gobierno canalla, ha creado una sociedad
irritable y contestaría; pero, además canalla, terriblemente canalla.
No olvidemos que hay “Partidos
Cártel”; y, eso es un severo problema para la gobernanza. Mentes y espíritus
débiles, se acuñan en esos grupos para alcanzar sus máximas ambiciones. Y, esos
gobernantes son un peligro para la democracia, para la seguridad y la
aplicación de justicia. Donde los más susceptibles, son los comunicadores.
Ni Zapata, ni Morelos, Ni
Carranza, Ni Cárdenas, han sido motivos para lograr de México. Un país vigoroso
económicamente, un territorio de grandes oportunidades, donde la democracia,
sea el baluarte de todos y cada uno de los mexicanos. Esos “héroes”, inmersos
en un lema de “Tierra y Libertad”, “El petróleo es de los mexicanos” son solo
simulaciones, pues la realidad de un México pobre, nos golpea en nuestra
dignidad; y, más en los bolsillos.
La política, es solo para
unos cuantos. Y, cuando digo de política me refiero al presupuesto económico.
El dinero, no está en el pueblo más que solo como préstamo. Dividirnos más, es
una buena acción de gobierno; pero matar de hambre al necesitado, negar accesos
a la educación, es una alta traición, es como negar el agua al proletariado.
Hemos dejado de ser
humanos, para convertirnos en fieras de caza, en barbáricos, en bestiales. Lo
demás, viene, pero no en bienestar, sino en luchas para sobrevivir o morir en
el intento.
(GradoCeroPress)