Desde las diez ya no hay donde parar el coche, ni un ruletero que lo quiera a uno llevar…
Chava Flores
El desgaste de la
figura presidencial y de su equipo de novatos recién salidos del huevo ya tiene
una respuesta del viejo tricolor que se ha opuesto a cambios dentro de sus
estatutos y que durante décadas ha mandado en este país, el todopoderoso PRI y
sus sectores, aliados y contlapaches
empresariales.
Mientras las izquierdas
nupciales, para ser cacofónicos, combaten con el objetivo de crear alianzas de
requesón que permitan dosificar el voto, quedarse con prebendas y doblar a
MORENA el enemigo a vencer, y aliados menores saquen raja política sin alterar
el estatus nacional. En la esquina contraria al interior del PRI, la ruptura suena
a lejana pero cuando menos vendría una etapa de acomodamientos estratégicos sin
cambiar un ápice de su histórica leyenda como partido de estado.
En la próxima asamblea
Nacional del tricolor, el taxista de tres colores, Ochoa Reza, operador del
presidente, va intentar abrir candados para que personajes, léase Meade
Kuribreña o Nuño, que nunca en su vida han ocupado un puesto de elección
popular puedan ser candidatos a la presidencia. Manlio Fabio, Don Beltrone
sarcástico y jubiloso respondió: “el PRI salió raspado al convertirse en un taxi que
recogía delincuentes”. Y con voz de profeta sonoriano advirtió: “en la asamblea,
(nacional próxima) los priistas cometerán un error si revisan estatutos y
añadir o eliminar candados para la elección del abanderado presidencial,
en vez de articular propuestas para el futuro de la Nación”. A que taxi se
refiere, ¿al de Ochoa Reza?
Si Carlos Madrazo no
hubiera muerto, como dice el danzón, “accidentalmente” en un avionazo, la
fractura del PRI hubiera sido antes que la reyerta democrática de Cuauhtémoc
Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo que confluyó en el Partido de la Revolución
Democrática. Al priismo dinosáurico, los creadores del sol azteca, le trocaron
el gastado concepto de “revolucionario institucional”, por el de “revolución
democrática”, en una intentona por borrar sin eliminar del todo, la apetencia
con la que el PRI ha dominado la vida política de México, sustentado en políticas
públicas que forjaron esta nación; pero de Carlos Salinas a Peña Nieto, y los
arrendatarios de la silla presidencial, Vicente Fox, el nuevo rico y Felipe
Calderón, guerrero del tequila y gorra verde olivo, llevaron al país a su ruina
económica y a la pérdida de soberanía nacional.
Ante la gravedad de
México los operadores de los Pinos ya no saben donde esconder la cabeza. El
efecto avestruz imparable, ha tocado las vertebras y fibras más sensibles por
la estampida creada por secretarios de estado y gobernadores corruptos, impunes
que pese a comprobar sus atracos, siguen en la calle y aspiran a puestos de
elección popular, el ejemplo de Humberto Moreira es el más tonante y denigrante.
Los viejos priistas,
conocedores de las cloacas del poder, ¿ya tienen una respuesta? ¿Serán capaces
de alterar el orden cósmico del priismo y romper con el presidente que en el
viejo argot se trata del “primer priista del país”, o sea del Yo el supremo de Roa Bastos, la piedra
imán del poder que domina gubernaturas, vida, obras y “negocias” políticas sexenales.
La eterna “disciplina
partidista” del priismo, será vencida en la próxima Asamblea Nacional por la
salvaje acometida de extraños al partido de la revolución, montados en un taxi
al que le falla el conductor, le chillan los frenos, la dirección no le
funciona, el parabrisas y cambios de luces también, y por espías alados del FACE
se sabe que uno de sus chafiretes le hace al narcomenudeo.
Y la respuesta no esta
en el viento, si no en las recientes declaraciones de Manlio Fabio Beltrones,
cabeza de playa de lo que podría ser la asonada que ¿reoriente al tricolor
hacia un nuevo rumbo sin el carro completo, carrusel, monex, y el control de
los órganos electorales, del fraude cibernético y terrenal, del negociador con
empresarios y con los capos del crimen organizado que para las elecciones del
2018, serán comisionados especiales en territorios dominados por ellos?
¿Los priistas de
avanzada, se unirán al corno di caccia
soplado por Beltrones Rivera?
Si esa fractura alcanza
al proemio secular de la militancia es casi seguro que ante la debilidad del
presidente y su círculo cercano, haya una desbandada no hacía otro partido, se
vuelquen con un líder por ahora sin nombre y se recupere la tesis madracista,
de Carlos el padre no del hijo, y en ese callejón sin salida electoral, surja
una figura ligada a la escuela del priismo -que no es nada grata para muchos
mexicanos- que daría la batalla por la presidencia sin necesidad de un taxi
averiado que circula sin verificación vehicular y pago de tenencia.
Otra jugada es que el
grupo de inconformes, una vez sorteado laberintos, acallado rencores, asegurado
puestos, cortado candados, le parchen las llantas al taxi y se vayan de viaje
de la mano de aliancistas a la madre de todas las batallas, y en caso de que
surja un movimiento civilista aglutinador del sufragio y pierdan con la
participación de la ciudadanía y militantes de otros partidos, no les va quedar
otra que algunos terminen en el “bote”, y los más entregar camionetas
blindadas, guaruras y demás parafernalia pagadas por nosotros -a lo que están
acostumbrados y no quieren renunciar- y atrincherarse en las cámaras, y tengan
que usar el metro como presidentes, ministros y diputados europeos lo utilizan
diariamente. (¿Se imaginan a Margarita Zavala, Ricardo Anaya y la Gaviota en
metro?) Y al caminar por los andenes y antes de abordar el metro a codazo
limpio escuchar la rola de Alex Lora: “Estoy
esperando mi camión/en la terminal del A.D.O/quiero que me lleve muy lejos/y a
la chingada de aquí”.
Suena extraño que se produzca una ruptura, más bien es
una una escaramuza coloquial en los términos del lenguaje político tricolor: no
pasa nada. Pero ¿si pasa?