¡Qué pobreza de debate la
de los diputados Ernesto Fidel González Pérez y Ociel Hugar García Trujillo!
Lejos de argumentar en
tribuna, ambos legisladores perredistas la usaron el pasado jueves para una
falacia: matar al mensajero.
Las falacias no se
consideran argumentaciones válidas debido a que son errores de pensamiento, en
este caso, matar al mensajero, es un subdivisión de la falacia ad hominem
(contra el hombre) que consiste en atacar a una persona ante la incapacidad del
adversario para sostener una tesis real.
Su defensa de lo
indefendible, la incapacidad del gobierno de Evodio Velázquez Aguirre
demostrada en la realización del Aca Moto 2017 en el que murieron dos personas
y 20 resultaron lesionadas mientras el alcalde andaba de viaje en Colombia, se
convirtió en una serie de ataques personales al presidente de la Comisión de
Seguridad, Ricardo Mejía Berdeja.
Lo peor del caso es que se
trataba de un exhorto presentado por el diputado priísta Samuel Reséndiz Nava
para sancionar a los funcionarios irresponsables del gabinete de Evodio que
fueron incapaces y omisos, la cual fue dictaminada no solo por la comisión que
preside Mejía Berdeja, sino también por la Comisión de Asuntos Políticos y Gobernación.
Circunscribir a darle una
connotación político electoral a un exhorto que el legislador de Movimiento
Ciudadano no promovió, y centrar en su persona los ataques, es una clara
muestra de que lo ven como una amenaza para los planes de reelección de
Velázquez Aguirre.
De hecho son tres los
exhortos a Evodio aprobados por el Congreso durante junio y ninguno fue a
propuesta de Ricardo Mejía ¿Por qué hacerlo blanco de las agresivas respuestas
a él y no a los promoventes?
Lo peor es que los diputados
perredistas que deberían estar dedicados al análisis de las leyes, exhibieron
públicamente su ignorancia de la propia Constitución Política del Estado Libre
y Soberano de Guerrero, al referirse de manera por demás xenofóbica a que Mejía
Berdeja, hijo de una familia con raíces incluso históricas en Acapulco y en
Tecpan de Galeana, nació en Coahuila.
Aunque el propio diputado
precisó con antelación que tiene más de 10 años viviendo en Acapulco con lo
cual adquirió la ciudadanía en este municipio como establece la Constitución y
el propio Bando de Policía y Gobierno de Acapulco, en este puerto ha habido
alcaldes nacidos no sólo en otros municipios, sino en otros estados.
¿Ejemplos? Alberto F.
Berber, nacido en Chilpancingo; Manuel Añorve Baños, en Ometepec; José Luis
Ávila Sánchez, en Ayutla; Verónica Escobar Romo, en la Ciudad de México; Israel
Nogueda Otero, en Atoyac; Félix Salgado Macedonio, en Las Querendas municipio
de Pungarabato; y Zeferino Torreblanca Galindo, nacido en Guadalajara.
Está demostrado que el
lugar de nacimiento no es para nada importante en la preferencia electoral de
los acapulqueños que habitan en un destino turístico, cosmopolita en el que
muchas familias procedentes de todo el estado, el país, e incluso del
extranjero, han adquirido ciudadanía.
Prejuzgar que una persona
hará un buen o un mal papel por su lugar de nacimiento, es una estupidez con
todas sus letras, que solamente habla de una mentalidad parroquial y cerrada,
sobre todo cuando su partido el PRD ha postulado por lo menos a dos candidatos
a esa alcaldía que tampoco son nacidos en Acapulco, Félix Salgado y Zeferino
Torreblanca, cuya actuación ya se puede juzgar porque ya gobernaron.
Lo único que González y
García Trujillo dejaron claro en la máxima tribuna del estado, es que en su
partido ya midieron y pesaron a Mejía Berdeja, y lo ven como una amenaza para
su continuidad en el Ayuntamiento de Acapulco. Les resultó un peso completo y
ya los puso nerviosos.