domingo, 17 de julio de 2016

ENTRESEMANA La paja en el ojo ajeno… Moisés Sánchez Limón


Con una severa amnesia política, el Partido Acción Nacional y de la mano el PRD se treparon a una campaña de descalificación para desarmar al PRI de cualquier bandera justiciera contra la corrupción y, empecinados en una iniciativa ciudadana, prohijaron las bondades de la Ley 3de3 para asumirse limpios, honestos y prístinos ante los electores. La medida dio resultado y el tricolor mordió el polvo de la arena electoral.

Empero, en esto de las banderías electorales hay mucho de demagogia y engaño supino. ¿Honestos, honestos lo que se dice honestos? Bueno, el que pega primero pega dos veces, reza la conseja popular, de forma tal que el PRI-Gobierno se ha quedado en pasmo frente a situaciones graves que lo han instalado culpable de situaciones que han hecho crisis y responsabilizado al presidente Enrique Peña Nieto de actos graves.

En el extranjero Peña Nieto, consecuencia de pasmo de sus operadores del gabinete y del PRI, ha sido acusado de crímenes como los de Iguala o Nochixtlán. ¡Asesino!, le han gritado en Londres, Paris, Toronto, Washington, Nueva York, grupos reducidos de estudiantes o residentes mexicanos en el extranjero que suelen sumarse a campañas de casos de los que generalmente están desinformados.

La moda es denostar y descalificar. Difama que algo queda, aplicable mecánica de la oposición frente al partido del gobierno que ha sido en exceso tolerante en la respuesta básica contra la ofensiva recurrente.

Se entiende que Manlio Fabio Beltrones haya desplegado una estrategia personal que le funcionó en el Senado y en la Cámara de Diputados, donde sus dotes negociadoras y de personalísimos acuerdos, fue la materia de trabajo. Pero en el PRI, como dirigente nacional, no contó con esos integrantes de las burbujas legislativas que le debían todo y se jugaban el todo por el todo, porque de él dependía el futuro mediato de esos prohombres y mujeres del Congreso.

Y, bueno, ya observamos como transita el Revolucionario Institucional en esta nueva etapa en la que, con un presidente nacional del CEN, con nula experiencia partidista, se ha arrojado al vacío como Ícaro en busca de lo nuevo, en una ruta que sólo tiene referentes discursivos, por cierto de retrospectiva histórica, mas no un sustento de estrategia partidista.

En este escenario, el PAN y el PRD, especialmente aliados con miras a la sucesión presidencial, retoman la embestida para culpar al PRI de todo tipo de actos de corrupción en los tres niveles de gobierno, se asumen vigilantes de que haya honestidad especialmente en el gobierno de Enrique Peña Nieto, una ñoña estrategia de culpar al vecino de enfrente de lo malo que pueda ocurrir, porque ya lo han pillado en ilícitos severos, aunque ambos partidos, sus dirigentes en su momento como ahora lo deberá asumir Alejandra Barrales, han sido omisos frente a verdaderos latrocinios de gobernantes emanados de sus filas, designados por las cúpulas panista y y perredista como en Aguascalientes, Sonora, Guerrero y Zacatecas.

Por supuesto, en el equipo de Enrique Peña Nieto y ahora en el de Enrique Ochoa Reza, hay operadores para defender al gobierno y al partido. La pregunta, empero, es si finalmente se decidirán poner las cosas en su sitio y, más allá de responder piedra por piedra, abonar en el terreno del respeto a las leyes y su aplicación sin miramientos ni impunidades.
Sobre todo, porque ahora el PAN retoma es bandera de justicieros y advierte, vía el coordinador de sus diputados federales, Marko Cortés Mendoza, advierte que desde la Cámara baja darán seguimiento a la correcta implementación del sistema nacional anticorrupción en los tres niveles de gobierno.

Lo que hoy demanda el país, dice Marko, es atacar de manera eficaz la corrupción, que frena el desarrollo y provoca desaliento e inconformidad social. Y la pregunta puntual, en este tema, es cuándo el PAN aplicará la medida contra los gobernantes panistas que han sido acusados, con pruebas fehacientes como en el caso de Guillermo Padrés Elías, de corrupción.

Dice Marko que la correcta aplicación de las nuevas leyes en materia de transparencia y de combate a la corrupción, aprobadas por diputados y senadores, es necesaria y urgente para recuperar la confianza de los ciudadanos, en medio de un escenario de opacidad y falta de credibilidad en el gobierno.

“El nuevo Sistema Nacional Anticorrupción, que tuvo el impulso decidido de Acción Nacional, tiene como uno de sus objetivos principales reemplazar la falta de credibilidad y de confianza de los ciudadanos y alcanzar un México más abierto, justo y equitativo”, acota el michoacano coordinador de los diputados federales del PAN. Y tiene razón, pero un punto que abonaría a favor de esa cruzada nacional panista, es que llame a cuentas al ex gobernador de Sonora, por citar un ejemplo, y lo convoque a presentarse ante la autoridad para responder por los ilícitos de que se le acusa.

Entrados en gasto, PAN y PRD podrían poner el ejemplo si también demandan aplicar las leyes en el caso de Ángel Heladio Aguirre Rivero, el ex gobernador de Guerrero que anda por ahí en ancas de la impunidad.

Democracia y justicia son asuntos de puntualidad política y admisión general, no temas coyunturales o mediáticos ni fundamento discursivo. No se trata de ver la paja en el ojo ajeno y soslayar la viga en el propio y menos demandar aplicación de la ley en los bueyes de mi compadre. Digo.

LUNES. ¿Solución a la crisis Gobierno federal-CNTE? Por de pronto, en esta temporada vacacional disminuirá el número de maestros en marchas y plantones. Andan de asueto. Conste.

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