viernes, 21 de marzo de 2014

Entresemana Colosio, daños colaterales Moisés Sánchez Limón

Por ahí andan los huérfanos políticos de Luis Donaldo Colosio Murrieta; llamados peyorativamente “las viudas de Colosio”, estos priistas que en el transcurrir de dos décadas olvidaron lealtades y promesas, escalaron puestos medios e incluso voltearon hacia la oposición. Pero se quedaron en la orfandad.
Apostaron a ganar, no previeron un revés de la naturaleza ocurrida el 23 de marzo de 1994.
Otros se hicieron de fama y, cobijados por la impunidad, hasta contrademandaron a Othón Cortés Vázquez, por la friolera de 18 millones de pesos.
Othón perdió el juicio incoado contra Fernando Antonio Lozano Gracia y José Pablo Chapa Bezanilla, procurador General de la República y fiscal especial, entonces, que le fabricaron pruebas y lo enviaron a prisión desde el viernes 24 de febrero de 1995, cuando lo detiene un grupo de federales en Tijuana y hasta el 7 de agosto de 1996 cuando el juez Jorge Mario Pardo Rebolledo lo absuelve y libera de la prisión de Alta Seguridad conocida entonces de Almoloya.
 Othón pedía una indemnización de siete millones de pesos por los daños causados, físicos y morales, y la PGR, en la gestión panista –como mal fario iniciado por el panista Lozano Gracia—lo contrademandó y le ganó el juicio en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Una versión indicaba que el martes 26 de marzo del año pasado el gobierno federal lo exoneró del pago de los 18 millones de pesos.
La verdad, dijo Othón hace unos días, es que no hay tal y pide al presidente Enrique Peña Nieto lo exonere de dicho pago. Empero, a decir verdad, aunque no le eximan de resarcir dicha cantidad, no la podrá cubrir nunca. Le jodieron la vida; su salario de guarda de un parque en Tijuana es infinitamente menor a aquel monto.
Y sí, por ahí andan las amnesias de quienes, beneficiarios indirectos del magnicidio, se alzan defensores del ideal colosista, aunque hoy solo atinan a decir que “habría sido un buen Presidente”, mas no recuerdan siquiera la analogía --con el de Martin Luther King-- del discurso de mil conjeturas que Luis Donaldo dijo el 6 de marzo en un acto partidista de campaña en el Monumento a la Revolución.
El “I have a dream…” y el “veo un México…” Visiones discursivas propias y un mismo fin: víctimas del magnicidio y del status quo político.
Por ahí andan “las viudas”. Cada cual en su espacio. Por ahí el beneficiario indirecto, el doctor Ernesto Zedillo Ponce de León y sus condiciones políticas y ganancias económicas, como debe ser según el diccionario del burócrata sexenal.
Y mire usted lo que es la vida. Hace unos días Manlio Fabio Beltrones Rivera, gobernador de Sonora en aquellos días del magnicidio, hombre de las confianzas del presidente Carlos Salinas de Gortari, primero en apersonarse con esa encomienda presidencial de atender la emergencia en Tijuana, propuso una reforma legal para indemnizar a ciudadanos que hayan sido encarcelados y absueltos del presunto delito cometido, porque simple y llanamente en ese manto de la presunción se han cometido mil injusticias que le han fregado la vida, para siempre, a miles de personas.
¿Qué tal si prospera? Las reformas legales tienen aplicación retroactiva en beneficio, nunca en perjuicio. Othón podría demandar el beneficio. Podría.
Por ahí andan los huérfanos que no se quedaron en la inopia; políticos al fin, del drama hicieron plataforma y desde hace 20 años han vivido beneficiarios del recuerdo. Los colosistas, empero, no se inscriben como grupo y prefieren juntarse cada fecha del aniversario luctuoso.
¿Luis Donaldo Colosio destinado a ser una efeméride? Pregunté a la entonces dirigente nacional del PRI, Dulce María Sauri Riancho. Y la política yucateca respondió molesta: “¡Eso nunca!” Poco faltó llamarme sacrílego.
¿Y los daños colaterales? Cuestión de echar una hojeada al archivo de inculpados por José Pablo Chapa Bezanilla, el inefable fiscal y el insolente y soberbio procurador Fernando Antonio Lozano Gracia, cuya respuesta, cuando se le dijo que Othón lo iba a demandar, fue: “nos vamos a divertir”. ¡Vaya con el abogado!
El domingo próximo, no a las siete de la noche con diez minutos, hora a la que fue consumado el atentado contra Luis Donaldo, sino al mediodía, el priismo de estos tiempos se reunirá frente al busto del sonorense para lanzar el mismo discurso y el mismo acto de contrición. ¿Irán los huérfanos-viudas? Tal vez.
Lo seguro es que ninguno de esos individuos que, como Othón Cortés Vázquez, forman parte de los daños colaterales del magnicidio, será invitado. ¿Los recordarán? Digo.
VIERNES.- ¿A quién interesa y por qué meter, tempranamente, a Manlio Fabio Beltrones en la pendiente del escándalo? ¿Qué han visto en el futuro próximo del sonorense como para desatar a los demonios? Pero dejaron huellas. Conste.