viernes, 12 de abril de 2019

PLEITOS DE FAMILIA / Martha Anaya / Alhajero / Heraldo de México



La cercanía con el Presidente es la fuente de discordia entre algunos de los colaboradores de López Obrador

Son tan sólo cuatro meses y pico los que han transcurrido del nuevo gobierno. ¡Cuatro meses! —Retengamos bien el lapso—,porque pareciera que el periodo transcurrido de la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador es muchísimo más largo.

Pero por increíble que parezca, en sólo 131 días, los pleitos palaciegos alcanzan intensidades dignas de las temporadas de las candidaturas presidenciales.

A tal grado que el propio Presidente de la República ha tenido que salir al paso desde su máxima tribuna —las mañaneras— para desmentir y calificar de fantasías dos hechos comentados últimamente en las columnas políticas

—El que su canciller Marcelo Ebrard le hubiera presentado la renuncia días atrás.

—Y que el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, se encontrara tan mal de salud que estaba por dejar su cargo.

Así que López Obrador mandó (a quien correspondiera) a “tomar té de tila o un poco de Passiflorine.

“Andan muy nerviosos…”, agregó con sorna.

El punto es que quienes andan inquietos no son únicamente aquellos a los que AMLO llama sus adversarios, sino varios de los integrantes de su equipo. Es ahí donde las patadas voladoras están a la orden del día.

(De ahí provino la versión de que Olga Sánchez Cordero ni siquiera tomaría posesión. Y ya no digamos la cantidad de veces que la tiraron en las primeras semanas al frente de la Segob).

Y hoy en día, hay miembros de la familia de la 4T –de primera, segunda y hasta tercera línea en el gabinete y dependencias u organismos importantes–, que no están contentos con las posiciones que les tocaron –aspiraban a más–, o que de plano no se sienten cómo-dos en las labores que están realizando (algunos incluso están buscando una embajada o algún cargo fuera del país).

Otros están peleando “por la cercanía” y la “influencia” con y hacia Andrés Manuel. Entre ellos están quienes se sintieron tan cerca y tan protegidos por López Obrador —o sus allegados— durante su camino hacia la Presidencia, que han terminado confrontándose con sus superiores jerárquicos.

El enfrentamiento entre Fernando Coca, ex director de Canal 14 y Jenaro Villamil, titular del Sistema Público de Radiodifusión, es claro ejemplo de lo anterior. Según refirió el propio Villamil —y nos mostró los documentos del caso—, el problema entre ambos fue que Coca “no se institucionalizó” y pretendió crear “un aparato paralelo”.

Y como éste, hay otros casos. Subsecretarios que se comportan como si fueran titulares, e incluso exhiben a sus superiores (en Salud se da uno de los casos más escandalosos).

GEMAS: Obsequio de Edward Snowden, ex consultor de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense, refugiado en Moscú: “Las imágenes del embajador de Ecuador invitando a la policía secreta a ingresar en la embajada para arrastrar afuera a un editor —que guste o no— de material periodístico, terminará en los libros de historia. Los críticos de Assange pueden celebrar, pero es un día sombrío para la libertad de prensa”.