Calexico, California.- Hoy fue un mal día para Don Jorge. Espera paciente a que se descuide el encargado de “Jack in the Box”, donde venden hamburguesas y sodas, para poder rellenar de refresco y hielo un viejo vaso de plástico, obviamente sin pagar y con ello soportar unas horas más la espera en busca del “jale” o trabajo en esta zona fronteriza y desértica de Estados Unidos.
Don Jorge inicia su
jornada a las 2 de la mañana todos los días para cruzar la frontera entre
Mexicali y Calexico en busca de ser enganchado y trabajar cada día como
jornalero agrícola en el llamado “Valle Imperial” del condado de El Centro en California a temperaturas superiores a los 45
grados.
A sus 60 años de edad,
casi todos dedicados al trabajo en los campos estadunidenses, es parte del
ejército de entre 12 mil y 13 mil jornaleros agrícolas mexicanos que cruzan
legalmente la frontera prácticamente
todos los días del año en busca de trabajo en la siembra, cultivo y cosecha de
lechuga, brócoli, coliflor, higo, cebolla, zanahoria, apio y tomate.
La garita
Mexicali-Calexico tiene una gran actividad desde las 2:00 de la mañana ya este
ejército de campesinos transfronterizos buscan estar temprano para ser elegidos
por los contratistas o enganchadores que los llevaron a unas 30 millas de
Calexico en autobuses y camionetas, donde ganarán entre 8 y 10 dólares la hora,
en jornadas que en ocasiones sobrepasan las 10 horas.
Es una escena incomoda aún
para quien sólo busca hacer una crónica de una jornada laboral de los
migrantes. Como en una especie de pasarela, los jornaleros levantan las manos,
corren detrás de las trocas o camionetas de los contratistas, por momentos
hasta gritan o hasta suplican. Es una especie de mercado humano, donde los más
fuertes obtienen el empleo. Los más viejos, quedan en espera en alguna esquina
de Calexico.
Don Jorge tiene su mica
verde y la presume. “Desde hace 18 años estoy arreglado”, lo cual le permite
ser un jornalero transfronterizo, que no tiene que huir de la Border Patrol, ni
estar a expensas de los riesgos de “coyotes” o de cruzar por el desierto y
morir en el intento como les ocurre cada año a cientos de mexicanos.
“Nosotros somos las manos
que da de comer a miles de gringos, a miles de gente. Damos de tragar a Donald Trump y a toda su raza. A todos los
güeros que nos tratan de delincuentes. En sus ensaladas, en sus frutas, en todo
lo que venden en sus supermercados. Ahí está nuestro trabajo, el trabajo mío y
de miles de mexicanos que nos partimos la madre todos los días para
alimentarlos”, señala molesto mientras lee la primera plana del diario “El Sol
del Valle Imperial” en nota del magante y candidato republicano.
“Si nosotros no sembramos
y cosechamos sus campos, nadie lo va hacer en Estados Unidos. Ya quiero ver que
con su pinche muro, él y su raza se mueren de hambre en unos meses”, apunta
mientras da un sorbo al popote del vaso negro con refresco.
De manos ásperas y piel
requemada, todos los días a las 2 de la mañana cruza la garita para estar listo
cerca del restaurante “Jack in the Box”, en Calexico, ahí pegadito a la garita en
espera de “jale” en “field” como dice él. “Es una buena chinga. Levantarte
cuando muchos apenas se están acostando y aguantar 8 0 10 horas bajo el sol, el
frío o la lluvia, que siempre es extremoso aquí”.
“He trabajado sembrando y cosechando por más de 35 años. Lo
mismo melón, cebollín, espárragos, sandia y últimamente higos. Pero hoy no hubo
suerte, cada día hay menos trabajo para los más viejos”, indica con resignación
después de esperar hasta el mediodía sin ser contratado.
De acuerdo con Francisco
Márquez, Director de la Oficina de Entrenamiento del Valle Imperial, en el
Condado de El Centro, California, diariamente laboran en los campos de esta
región alrededor de 20 mil jornaleros agrícolas, de los cuales se calcula que
entre 60 y 65 por ciento, es decir unos 12 mil, vienen diariamente desde
Mexicali.
Asegura que esos 12 mil
mexicalenses cuentan con sus visas de trabajo para cruzar todos los días la
frontera entre los dos países y dijo desconocer el número de los mexicanos que
laboran en estos campos californianos en calidad de indocumentados. “Esos datos
no los conozco, ni le corresponde a esta oficina investigarlos”.
El Imperial Valley, un
desierto convertido por la mano de obra mexicana y la ingeniería hidráulica en
un vergel agrícola, reporta una de las
tasas de desempleo más altas de Estados Unidos. Pero depende de la mano de obra
mexicana para trabajar los campos, ya que los nativos de esta zona no quieren trabajar en las cosechas por un
pago de 8 o 10 dólares la hora, a temperaturas que en ocasiones rozan los 50
grados en verano.
Las cosechas de vegetales
en Imperial Valley van a parar a casi todos los supermercados de todo Estados
Unidos, por tal razón, la mano de obra inmigrante es vital en esta ciudad de
California.
Desde las 3:00 de la
mañana en las esquinas de Calexico, sobre todo cerca de la garita con Mexicali,
hay un gran movimiento de vehículos que buscan trabajadores inmigrantes para
llevarlos a los campos agrícolas.
En algunos casos, estos
migrantes se quedan laborando por varios días y luego regresan a Mexicali.
Otros como Don Jorge, van y regresan todos los días a sus hogares en suelo
mexicano.
“Cuando hay mucho trabajo
te pagan los 8 o 9 dólares la hora, pero ahorita, que casi no hay jale, te
ofrecen hasta 4 o 5 dólares. “Es muy pesado trabajar ocho horas o más a pleno
rayo del sol, a 40 o 45 grados de temperatura, pero no hay de otra, es la única
forma de sobrevivir en México, los salarios mexicanos están peor, 100
pesos todo el día como albañil o en una
maquiladora. Quién vive con eso”, cuestiona el experimentado jornalero.
Son las 12 del día. La
espera terminó para el viejo campesino trasfronterizo. “Cada vez es más
difícil. Contratan a los morrillos de 18 o 20 años. A los viejos como yo nos dicen que ya no rendimos. Esa es la ley de la
vida”, comenta mientras cruza la puerta de metal giratoria de la garita de regresó a Calexico, al México que nunca le ha
dado un empleo digno.