ES INDISCUTIBLE QUE el sentir, que los sentimientos del Generalísimo Don José María Morelos y Pavón, dictados aquel 13 de septiembre de 1813, en la entonces humilde parroquia de la Asunción de María, en Chilpancingo, siguen teniendo vigencia, y siguen siendo, hay que decirlo, el clamor de los mexicanos.
En efecto, a 203 años de
la instalación del Primer Congreso de Anáhuac, y en que Chilpancingo fue
declarado la primera capital del México Independiente, aún es un clamor de los
mexicanos, sintetizado por Don José María Morelos, el moderar la opulencia para acortar la distancia entre ricos y
pobres, y de que más que el dinero, la clase social o las relaciones de poder,
lo que debe distinguir a un mexicano de otro es el vicio y la virtud.
Por desgracia, esos
anhelos sintetizados en medio del fragor de la guerra de independencia, y que después
serían retomados en la revolución de 1910, aún no se concretizan. Las muertes
de Morelos, de los Bravo, de los Galeana, de Vicente Guerrero, del Cura Miguel
Hidalgo y Costilla, de Allende y de Aldama, así como los de Emiliano Zapata y
Francisco Villa, y la de tantos mexicanos que murieron en esas luchas, aún
reclaman que se hagan realidad.
Ciertamente se ha avanzado. Pero es
indiscutible que falta mucho por hacer, pues la pobreza y la marginación aún es
muy grande. Ya no se vive como antes, como hace 203 años, pero es innegable que
la distancia entre ricos y pobres sigue siendo abismal. En México existe el
hombre más rico del mundo, y en México también, aquí en Guerrero, tenemos al
municipio más pobre de América latina.
Es indiscutible que algo
ha fallado. Como hemos visto, no bastó conseguir la independencia en 1810, ni
lograr el sufragio efectivo en 1910. No han bastado los ríos de sangre cuando
hemos tenido gobiernos insensibles, corruptos, ladrones y sinvergüenzas que lo
único que han hecho es enriquecerse a costa del pueblo. Por fortuna, hoy en
Guerrero tenemos un gobierno diferente.
Sí. Falta mucho por hacer
para lograr el sueño de Morelos que como jefe de la insurgencia en 1813,
prefirió llamarse siervo de la nación, en un acto de humilde, predicando con el
ejemplo. Falta mucho por hacer, pero ni duda cabe que en Guerrero se está
empezando. Ojalá y todos ayudemos para lograrlo.
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