En su mensaje inaugural de
la Semana Nacional de Transparencia 2016 el presidente Enrique Peña Nieto
aludió a las resistencia que hay, dijo, en distintos ámbitos contra los cambios
legales que se han hecho en la transformación del país, en especial en el combate
a la corrupción y la opacidad.
Y, aunque el vocero
presidencial se resista a impulsar la divulgación de las cosas buenas que deben
contarse del actuar gubernamental, del sistema todo en el que se sustenta el
Estado mexicano, el tema de la transparencia debe reconocerse en su extensión
absoluta y la renuencia que durante más de tres lustros han esgrimido entes
públicos en la obligada, por ley, rendición de cuentas.
La transparencia, sin el
menor indicio de oficialismo de mi parte, ha avanzado de forma tal que
precisamente por ello, margen aparte de las elementales revanchas políticas, se
han podido airear escándalos de corrupción entre gobernadores priistas, un
asunto que hasta finales del siglo pasado sólo se abordaba precisamente en el
cobro de facturas, mas nunca se encarceló a un gobernador corrupto.
Contemos cosas buenas,
aunque en los hechos hay ausencia de voluntad política para aplicar la ley en
sus términos mas no de manera selectiva y en disciplina absurda a los acuerdos
bajo cuerda para impulsar asuntos partidistas, consensos que posibiliten leyes
--¡vaya contrasentido!—encaminadas a poner orden en el sistema político,
económico y social del país.
Del mensaje presidencial
hay líneas que ilustran la voluntad de impulsar el cambio sin ataduras ni
convencionalismos. Rescato éstas que lo evidencian y enfrentan con la realidad
que se niega a aplicar la voluntad política expresada por el Poder Legislativo
y el acompañamiento del Judicial. A saber:
“Y, hoy estamos en este
proceso de instrumentar las instituciones y los cambios legales que hemos hecho
a nuestro marco legislativo para modernizarlo y para adaptarlo a esta nueva
realidad.
“Y, por supuesto, que
enfrentamos resistencias en distintos ámbitos. Pero yo estoy orgulloso y
convencido de que lo que hemos logrado trazarnos en esta ruta de cambio y de
transformación, sin duda, va a significar para México un antes y un después.
“Y en materia de
transparencia, sin duda, hay un nuevo paradigma. Hoy las entidades públicas, y
varios otros sujetos, están obligados a la rendición de cuentas.
“Hoy tenemos señales de
mayor crítica, de mayor señalamiento, gracias a la transparencia”, son, éstos
conceptos del mensaje de Enrique Peña Nieto que pintarían su voluntad personal,
el ánimo presidencial de combatir a la corrupción en el sector público pero
igual, de la mano, en el sector privado y, sobre todo, en esos entes que por
décadas han vivido en la opacidad y prohijado el libre accionar de pillastres
que se escudan en el malinterpretado fuero, o sencillamente se asumen
intocables desde las dirigencias sindicales.
Sí, se ha avanzado desde
el año 2000 cuando el llamado Grupo Oaxaca impulsó las reformas legales en
materia de transparencia, con el apoyo del gobierno de Vicente Fox Quesada que,
en la paradoja incurrió en la máxima de invocar justicia en los bueyes de su
compadre, porque la galopante corrupción en su gobierno, fábrica de nuevos
millonarios, él entre ellos, se fue al archivo legislativo que evitó entrar en
el fondo de las observaciones que hizo la Auditoría Superior de la Federación.
Misma ruta, con apoyo
presupuestal sin condiciones, se siguió en la administración de Felipe Calderón
que hoy, junto con su esposa Margarita Zavala, cuenta con el suficiente capital
como para impulsar, por supuesto con el apoyo de empresarios que le deben mil
favores, la campaña de la señora en busca de la nominación panista –o por la
vía ciudadana—a la Presidencia de la República.
Y ni qué decir de los
actos de corrupción denunciados y documentados en la actual administración. Sí,
hay que contar las cosas buenas, como esto que dijo el presidente Peña Nieto,
de que “(…) simplemente hoy, repito, distintos sujetos de todo el Estado
mexicano, de todos los Poderes, los partidos políticos, estamos sujetos a la
transparencia, a la rendición de cuentas.
“Y creo que si realmente
queremos avanzar en el combate, entre otras cosas, de la corrupción, tenemos
que hacerlo, no por razones de oportunismo político, de revanchismo político,
sino, realmente, porque estemos seria y genuinamente comprometidos en cambiar
el modelo que rige el actuar de las instituciones del Estado mexicano, de los
agentes políticos y de los agentes sociales. Ese me parece que es el gran reto
que tenemos, lo tenemos todavía por delante”, dijo el Presidente, justo en el
momento en el que la maquinaria de justicia del PRI prácticamente expulsó de
sus filas a un gobernador en funciones. ¿La ley sin condiciones políticas? Las
cosas buenas… Conste.
VIERNES. Hay casos que, en
esto de la sucesión presidencial son de primaria. El lunes le platico algo de
Rafael Moreno Valle Rosas y su agandalle. Digo.
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