jueves, 22 de septiembre de 2016

MÉDULA ¡Acapulco S.O.S! Por Jesús Lépez Ochoa




Una situación de violencia como la que impera en Acapulco, no sólo pone en riesgo la seguridad física de los ciudadanos, sino también la económica, la laboral e incluso la alimentaria.

Los empresarios son extorsionados y asesinados. Cierran negocios. Se pierden empleos. No hay comida qué llevar a casa.

Es muy obvio para todos, menos para quienes gobiernan. Lo digo porque no existe atención a las consecuencias económicas de la violencia, y por el contrario, una inhumana indiferencia.

El gobierno municipal se entretiene en decir que atiende las causas sociales del fenómeno, para justificar el descuido de su labor operativa-preventiva del delito que consiste en la vigilancia de la ciudad.

El alcalde Evodio Velázquez Aguirre ha insistido en que se requiere un cambio de estrategia de seguridad y hasta se atribuyó el más reciente viraje en la del gobierno federal, pero no es congruente con su discurso ya que no está dispuesto a cambiar su estratagema de evasión de responsabilidades y simulación.

Líderes empresariales hablan de miles de negocios formales e informales que han cerrado por el miedo de los empresarios a las extorsiones y asesinatos de que son víctima, pero el presidente municipal alega que a él no le toca porque son, según él, delitos federales.

Los informes mensuales de la Secretaría de Seguridad Pública se acumulan sin reportar el decomiso de una sola arma de fuego. La prevención en Acapulco se reduce a detener gente que bebe y orina en las calles, y a pintar fachadas de edificios.

Mientras tanto, en un solo año del gobierno de Evodio Velázquez, Acapulco retrocedió 12 posiciones en el ranking del Banco Mundial sobre las facilidades que ofrecen las ciudades para la apertura de nuevas empresas.

Es decir, que aparte de negarse a aportar la seguridad necesaria para el desempeño de la actividad empresarial y la generación de empleos, el gobierno de Acapulco ha empeorado los trámites burocráticos para que nuevas empresas puedan abrirse.

En este rubro Acapulco cayó del séptimo lugar hasta el 19 a nivel nacional, lo cual, obviamente no mencionó en su primer informe de gobierno.

¿Cuál es la importancia de esto? Recapitulo y agrego:

Los empresarios son extorsionados y asesinados. Cierran negocios. Se pierden empleos. No hay comida qué llevar a casa. Tampoco hay para pagar el predial. Caen los ingresos propios del municipio. El gobierno necesita pedir prestado.

Si no hay la voluntad para prevenir el delito, por lo menos, se debería incentivar la apertura de empresas y la generación de empleos, si no por congruencia, al menos para no pedir prestado y no andar amenazando a los ciudadanos con subirlos a Buró de Crédito si no pagan el predial.

Un gobierno que no es capaz de dar la más elemental seguridad a sus ciudadanos, no puede exigirles impuestos que no verán retribuidos en este servicio que constituye la causa básica de la organización social para el ser humano.

Si Evodio quiere atender las causas sociales de la violencia debe empezar por honrar el pacto social en vez de promover uno nuevo, a su modo, en el que el ciudadano es coaccionado con la pérdida de su capacidad crediticia a liquidar un tributo que no verá reflejado ni en su seguridad, ni en la preservación o incentivación de las fuentes de empleo para que al menos tenga con qué pagarlo.

El ciudadano acapulqueño es puesto contra la pared por su propio alcalde. Entre la delincuencia y su gobierno. ¡S.O.S!

jalepezochoa@gmail.com