miércoles, 8 de febrero de 2012

VELANDO ARMAS, José Manuel Gómez


Ahora que al fin esta completa la terna de contendientes que el próximo 1 de julio disputara el máximo cargo de elección popular, la presidencia de la república, entramos en un periodo de incertidumbre, en un estado de “limbo político” en el que las iniciativas de ley y las reformas en todas las materias, necesarias para el repunte de la economía y la preeminencia del estado de derecho, mismos que han sufrido ante la inseguridad y el poco crecimiento de los indicadores macro económicos, serán  relegados a segundo plano, ya que, a juicio de las cortes partidistas, la actividad política generada de estas cuestiones podrían ser utilizadas como herramienta de campaña por algunos aspirantes lo cual violaría las reglas de la contienda. Lo cierto es que la actividad legislativa no es lo primero en la agenda de los senadores y diputados, sino el posicionamiento de los proyectos personales que cada “representante” tiene, pues ahora que ya hay lideres a los cuales seguir, lógico es, que cada uno deje el puesto del cual se ha alimentado su bolsillo y su imagen mediática para enrolarse en cualquiera de los ejércitos electorales que recorrerán el país en busca de la aceptación de los votante
Históricamente son famosas las panorámicas del recinto de San Lázaro desierto, y frecuentes son las ocasiones en que es imposible mantener una votación por falta de quórum, y tan solo hay que remontarse a septiembre de 2011 cuando en ninguna de las diez sesiones ordinarias de septiembre se presentaron más de 350 de los 500 legisladores, y en dos ocasiones la mesa directiva suspendió los trabajos ante la falta del quórum mínimo de 251 para dejar de manifiesto la falta de convicción de esa incomprensible casta gobernante mexicana.
Ahora que el gobierno calderonista, con todos sus compromisos incumplidos y su guerra fallida , agonizan, primero debe establecerse quien habrá de encarnar la investidura presidencial para después, pasado toda la parafernalia electoral retomar reformas que al país le resultan sumamente urgentes, no cabe duda que en esto los llamados gobiernos de alternancia, no son distintos a los gobiernos priistas del pasado, cuando el presidente era el núcleo del universo político nacional.