Ahora
que al fin esta completa la terna de contendientes que el próximo 1 de julio
disputara el máximo cargo de elección popular, la presidencia de la república,
entramos en un periodo de incertidumbre, en un estado de “limbo político” en el
que las iniciativas de ley y las reformas en todas las materias, necesarias
para el repunte de la economía y la preeminencia del estado de derecho, mismos que
han sufrido ante la inseguridad y el poco crecimiento de los indicadores macro económicos,
serán relegados a segundo plano, ya que,
a juicio de las cortes partidistas, la actividad política generada de estas
cuestiones podrían ser utilizadas como herramienta de campaña por algunos
aspirantes lo cual violaría las reglas de la contienda. Lo cierto es que la
actividad legislativa no es lo primero en la agenda de los senadores y
diputados, sino el posicionamiento de los proyectos personales que cada “representante”
tiene, pues ahora que ya hay lideres a los cuales seguir, lógico es, que cada
uno deje el puesto del cual se ha alimentado su bolsillo y su imagen mediática para enrolarse en cualquiera de los ejércitos electorales que recorrerán el
país en busca de la aceptación de los votante
Históricamente son famosas las
panorámicas del recinto de San Lázaro desierto, y frecuentes son las ocasiones
en que es imposible mantener una votación por falta de quórum, y tan solo hay
que remontarse a septiembre de 2011 cuando en ninguna de las diez
sesiones ordinarias de septiembre se presentaron más de 350 de los 500
legisladores, y en dos ocasiones la mesa directiva suspendió los trabajos ante
la falta del quórum mínimo de 251 para dejar de manifiesto la falta de
convicción de esa incomprensible casta gobernante mexicana.
Ahora que el gobierno calderonista, con todos sus compromisos incumplidos
y su guerra fallida , agonizan, primero debe establecerse quien habrá de
encarnar la investidura presidencial para después, pasado toda la parafernalia
electoral retomar reformas que al país le resultan sumamente urgentes, no cabe
duda que en esto los llamados gobiernos de alternancia, no son distintos a los
gobiernos priistas del pasado, cuando el presidente era el núcleo del universo
político nacional.