Lamentable la reacción del dirigente de David
Jiménez Rumbo a la derrota que sufrió Grupo Guerrero en la elección de
consejeros estatales del Partido de la Revolución Democrática (PRD), no sólo
porque acusa de vendidos a quienes apoyaron a la corriente Izquierda
Progresista de Guerrero (IPG), sino a sus propios compañeros de corriente que
lograron colocarse en el consejo estatal.
La advertencia hecha al gobernador del estado de
que no vaya a “comprar” a los consejeros de Grupo Guerrero es una confesión
manifiesta: David Jiménez Rumbo ya no confía en nadie y rayando en la paranoia
falta al respeto a sus compañeros de corriente a los que exhibe como
“comprables”.
Ofuscado por su derrota en las urnas y haber
descendido del primero al tercer lugar no mide sus palabras ni se percata que,
lo que en realidad está diciendo, es que no confía en nadie de su corriente.
Tal vez por eso lo están abandonando.
Su paranoia no es tan infundada como parece, ya que
al hundirse su barco el efecto cucaracha no se hizo esperar y algunos de sus
aliados políticos buscan ya mejores posibilidades de lograr sus metas políticas
personales en las que Jiménez Rumbo parece ya no tener cabida.
En columnas editoriales de algunos periódicos
nacionales el senador Armando Ríos Piter ha comenzado a incrementar sus
coqueteos con la corriente IPG, con lo que busca minimizar el tremendo daño que
sufrió en las urnas, ya que el haber quedado hasta el cuarto lugar en la
interna perredista echó abajo el mito de que va arriba en las tan llevadas y
traídas encuestas que nadie ha visto.
Muera el rey… ¡Viva el rey! Grupo Guerrero ya no
garantiza hacerlo candidato a gobernador, es más, ni siquiera que Rumbo logre
la presidencia del PRD en Guerrero y ser él mismo candidato a senador a la vez.
Delante de su corriente están IPG y Nueva
Izquierda, por lo que debe negociar con ambas fuerzas y no da muestras de
querer hacerlo, lo cual resulta ilógico cuando está diciendo públicamente que
desconfía de su mismo grupo. ¿Y ahora, quién podrá defenderlo?.