martes, 2 de diciembre de 2014

ENTRESEMANA Las prisas y el municipio ¿libre? Moisés Sánchez Limón

La postura del PAN en el Senado, con reticencias a la reforma constitucional propuesta por Enrique Peña Nieto que busca desactivar al municipio como fuente de corrupción y sociedades delictivas que impactan a los gobiernos estatales e involucran, por omisión en el mejor de los casos, a autoridades federales, no irá más allá de un simulacro de oposición a un asunto que no tiene vuelta de hoja.
Porque, como lo planteó el perredista Silvano Aureoles Conejo, presidente de la Cámara de Diputados, en este tema no caben las mezquindades. Y no caben porque el piso municipal es de suyo resbaladizo y cualquiera puede caer. Oponerse a la aprobación de los artículos 21, 73, 105, 105, 115, 116 y 123 constitucionales, requerirá, sin duda, algo más que una explicación patriotera en defensa, a ultranza, del municipio libre.
Lo cierto es que este nivel de gobierno, el primero o tercero, como se le quiera ver, finalmente el estamento de poder público, elegido por voto popular, recurrentemente arrinconado en presupuesto y sujeto a voluntarismos de los gobernadores para obtener una tajada cuando no limosna del gasto público y las participaciones federales, no tuvo en momento alguno posibilidad de blindarse contra la infiltración del crimen organizado en sus cuerpos de seguridad, integrados éstos por policías mal pagados, mal armados y pesimamente capacitados.
Y en el pecado, el municipio lleva la penitencia. Pero la responsabilidad es de los gobernadores, voluntariosos y mezquinos, que manejan a su antojo a los presidentes municipales o de plano terminan asociándose con ellos en negocios millonarios carentes de beneficio para sus gobernados; ilustrativo el caso de Iguala con la familia imperial y el gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero.
Ejemplos hay muchos y, si se abriera un foro para que los presidentes municipales hablaran sin tapujos,  varios gobernadores saldrían raspados y se comprobaría que son virreyes o señores feudales. Por ahí en las redes circula, por citar un caso, un video en el que un presidente municipal es regañado por el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, por no haber logrado convencer a unos ciudadanos que vendieran sus terrenos para construir un hospital.
Palabras más, palabras menos, Moreno Valle le dice al alcalde que él sabrá cómo le hace pero que no lo puede hacer quedar mal con el gobierno federal que ya le autorizó una partida presupuestal para construir el nosocomio. Autoritario, el gobernador poblano le cuelga el teléfono al presidente municipal y éste se encoge de hombros y masculla: “está enojado el gobernador”.
Pero, vaya, esta reforma anunciada por el presidente Peña Nieto el pasado 27 de noviembre y cuyas iniciativas ha enviado a las Cámaras de Senadores y de Diputados para los efectos legislativos, no ha sido cuestionada por los principales afectados, es decir, los presidentes municipales en lo personal o en lo general, mediante sus organizaciones en las que se distinguen perredistas, panistas y priistas. ¿Por qué?
Terreno difícil, resbaladizo. Lo peor, es que no es nuevo el tema ni el de Iguala un caso extraordinario. Guerrero, Oaxaca, Michoacán, Tamaulipas, Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Tamaulipas, Coahuila, Tabasco, Puebla, Veracruz, son algunos estados en los que las alcaldías responden a intereses criminales.
En la ciudad de México opera el mando único, en un territorio que se confunde con el del Estado de México y Morelos, especialmente, y entraña brindar seguridad a más de 20 millones de habitantes. ¿Por qué no se permitió que Iguala, con mucho menos habitantes, aceptara el mando único? Porque el gobernador Aguirre Rivero no se lo exigió, con apego al pacto federal, al presidente municipal José Luis Abarca.
Quizá se dejó crecer, exponencialmente, un problema grave hasta que eclosionara con una onda expansiva de tal magnitud que ha hecho elemental, básica y sin renuencia alguna, la reforma constitucional para desmantelar al municipio libre y someterlo al imperativo de la pacificación que lleva de la mano combatir al crimen organizado, restándole apoyos y la estructura oficial que le ha servido de pantalla y mecanismo para mantener amplias regiones del país bajo su control.
Explicable, entonces, y fundamentada esta iniciativa de Decreto mediante el cual se reforman, en el ámbito del Senado, los artículos 21, 73, 104, 105, 115, 116 y 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que, al entrar en vigor, se aplicará primero en los estados de Guerrero, Jalisco, Michoacán y Tamaulipas, entidades que tendrán 90 días, una vez entrado en vigor el Decreto, para presentar una propuesta inicial de Plan Estratégico de transición para poner en manos de la Federación y de las entidades federativas sus órganos de seguridad pública y los recursos presupuestales correspondientes.
Puede decirse que dicha reforma constitucional, con premura y todo, está planchada. Del Congreso de la Unión saldrá a los congresos estatales para su procesamiento de ley, es decir, con el fin de que la mitad más uno de los congresos la apruebe en tiempo récord y ésta entre en vigor.
Así, con evidente prisa, desde el pasado 28 de noviembre, un día después de que el presidente Peña Nieto anunció su decálogo por un México en paz, con justicia y desarrollo, las secretarías de Hacienda y de Gobernación, echaron a andar el andamiaje jurídico para fundamentar las reformas y evitar suspicacias en el impacto presupuestal del gasto aprobado para 2015.
“Esta Dirección General (Jurídica de Egresos de la SHyCP), con base en lo dispuesto en el artículo 20 del RLFPRH, y tomando en consideración lo manifestado en la evaluación de impacto presupuestario mencionada en el proemio del presente, no tiene observaciones en el ámbito jurídico presupuestario sobre las disposiciones contenidas en el anteproyecto de referencia”, cita en el numeral 1 del oficio que, con fecha 28 de noviembre, la maestra Julieta Y. Fernández Ugalde, directora general Jurídica de Egresos de la Subsecretaría de Egresos de la SHyCP, enviara al licenciado Luis Fernando Corona Horta, director general de Legislación y Consulta Presupuestaria y de Asuntos Jurídicos de la Subprocuraduría Fiscal Federal de Legislación y Consulta de la Procuraduría Fiscal de la Federación, en respuesta al oficio que éste le enviara, casualmente el mismo día, fecha 28 de noviembre de 2014, es decir, la semana pasada.
Usted disculpará la extensa referencia. Empero, las fechas y los argumentos en el intercambio de oficios y consultas, evidencian que el presidente Peña Nieto lanzó al coliseo una propuesta de solución sin asideros. Pero, bueno, ahí están las iniciativas y el compromiso legislativo de aprobarlas a la brevedad, conforme a la urgencia del caso.
¿Condicionará el albiazul su apoyo sólo si se destraba en la Cámara de Diputados su iniciativa del Sistema Nacional Anticorrupción? Tal vez, tal vez. Pero el esquema está hecho y el municipio, aún libre, se enfrenta al proceso de desmantelamiento que el propio sistema prohijó cuando comenzó a dejarlo a la intemperie, a merced de voluntades e influencias perversas. Conste.
MIÉRCOLES. ¿Y los gobernadores? Digo.

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