George Orwell escribió una
de las mejores críticas al comunismo. El siglo pasado se imaginó que una granja
era el mejor representante del sistema de la igualdad de todos sus miembros.
Todos iguales. Hasta que apareció la burocracia con sus estamentos, privilegios
y mandos. En su parte final uno de los animales pregunta al burro: “pero,
camarada, ¿acaso no todos somos iguales?” “Si, camarada, responde el burro,
pero algunos somos mas iguales que otros”.
Rebelión en la granja (en inglés, Animal Farm) es una novela satírica del
británico George Orwell. Publicada en 1945. Ésta obra es una fábula mordaz
sobre la corrupción del socialismo soviético en los tiempos de Iósif Stalin. En
la ficción de la novela un grupo de animales de una granja expulsa a los
humanos y crea un sistema de gobierno propio que acaba convirtiéndose en una
tiranía brutal.
Orwell, un socialista democrático y durante muchos años un miembro del
Partido Laborista Independiente, fue un crítico de Stalin. La novela fue
escrita durante la Segunda Guerra Mundial y, aunque publicada en 1945, no
comenzó a ser conocida por el público hasta finales de los años 1950.
Además, la obra constituye un análisis de la corrupción que puede surgir
tras toda adquisición de poder, en cualquier nivel. Así, la obra posee un doble
nivel de interpretación posible, por lo que su mensaje puede trascender el caso
particular del régimen soviético y ser captado incluso por niños que ni
siquiera conocen la historia de la Unión Soviética. Por esta razón el libro ha
sido utilizado a menudo como herramienta educativa incluso en los primeros años
de la escolaridad de algunos países.
Los animales de la Granja
Manor, alentados un día por el viejo "cerdo Mayor", que antes de
morir explicó a todos los animales su visión, llevan a cabo una revolución en
la que consiguen expulsar al señor Jones y crear sus propias reglas (los Siete
Mandamientos) que escriben en una pared.
·
Todo lo que camina sobre dos pies es un
enemigo.
·
Todo lo que camina sobre cuatro patas, o
tenga alas, es amigo.
·
Ningún animal usará ropa.
·
Ningún animal dormirá en una cama
·
Ningún animal beberá alcohol.
·
Ningún animal matará a otro animal.
·
Todos los animales son iguales
Al principio, la granja, que
pasa a llamarse Granja Animal, es más próspera incluso que cuando el señor
Jones la administraba. Sin embargo, con el paso del tiempo los cerdos, que se
habían autoerigido como líderes por su inteligencia, empiezan a abusar de su
poder y manipulan los mandamientos en su favor.
Dos de estos cerdos,
Snowball y Napoleón, se muestran como los líderes, pero empiezan a mostrar
diferencias, que acaban cuando Napoleón lanza a los perros contra Snowball y
este huye de la granja.
A partir de ese momento
Napoleón se erige como único líder. Los cerdos se constituyen como una élite
dentro de la Granja, y los demás animales se mantienen bajo la dictadura de
Napoleón, amenazados por los perros de éste.
Poco a poco los cerdos
adoptan los defectos del propio hombre por los cuales en su día sustentaron la
revolución. A lo largo de la novela, se efectúan ciertos cambios en los Siete
Mandamientos, que "justifican" las medidas que toma Napoleón y los
actos de los cerdos:
·
"Ningún animal dormirá en una cama con
sábanas"
·
"Ningún animal beberá alcohol en
exceso"
·
"Ningún animal matará a otro animal sin
motivo"
Sucesivamente, todos los
Siete Mandamientos van desapareciendo por orden de Napoleón, y con la
complicidad de los demás cerdos.
Finalmente, los cerdos
modifican también sus conductas, empiezan a usar las ropas abandonadas por el
señor Jones y aprenden a caminar sólo sobre sus patas traseras (modificando
para ello el primero de los Siete Mandamientos). Después de que un ataque
llevado a cabo por los humanos fuese repelido por los perros, los granjeros de
los campos vecinos deciden mantener relaciones amistosas con los animales de la
Granja Manor, felicitando a Napoleón por el éxito económico de la finca: los
animales dirigidos por Napoleón trabajan en larguísimas jornadas, alcanzan
elevados niveles de productividad, se contentan con raciones minúsculas de
comida, y jamás se quejan ante los cerdos.
Halagado, Napoleón y los
cerdos invitan a los humanos a almorzar en la granja Manor; los animales de la
Granja, sorprendidos, advierten que sus compañeros cerdos han copiado
totalmente la conducta y aspecto de los humanos.
Al final de la novela, la
dictadura de Napoleón y sus seguidores se consagra de modo absoluto cuando los
animales preguntan al burro Benjamín (uno de los pocos que sabe leer) sobre
cuál es el único mandamiento que queda escrito. Éste es el séptimo,
convenientemente modificado por los cerdos:
·
"Todos los animales son iguales, pero
algunos animales son más iguales que otros".
(Resumen tomado de la
Wikipedia)
LA VERSIÓN TROPICALIZADA
En Guerrero Zeferino
Torreblanca Galindo ganó la presidencia municipal de Acapulco tras denunciar
“la impresionante corrupción” de Rogelio de la O, Manuel Añorve, Ángel Aguirre,
René Juárez y una larga lista de priístas inmorales, amorales, sucios, huecos,
fatuos, mapaches a los que habría que seguir la pista pues “pueden volver al
poder”. Le ayudó, en el tiempo en que fueron aliados, el ex secretario general
del ayuntamiento en el periodo de René Juárez, el conspicuo y humilde abogado
Alberto López Rosas.
Y los sacaron a patadas del
poder. Los priístas se fueron por nueve años del mando del ayuntamiento de
Acapulco. Pero, al paso del tiempo y como en la Rebelión en La Granja, los
nuevos inquilinos del Palacio Municipal del Parque Papagayo comenzaron a vestirse
como priístas, a caminar como priístas, a parecer priístas y ejecutar los usos
y costumbres de los que alguna vez expulsaron. El viejo adagio sentencia: “si
camina como pato, nada como pato, grazna como pato, no te engañes, sí es pato.”
¿Recuerdan el nombre del
funcionario municipal del gobierno del Z al que apodaban el “Chavo del Ocho”,
pues no pedía el diez sino el ocho por ciento de comisión por entregar permisos
de construcción? Fue el primer claro ejemplo orweliano de la metamorfosis del
perredismo al viejo priísmo.
Luego Alberto López Rosas
como alcalde. Ahí se hizo mas que evidente la transformación. Es la
metamorfosis que vemos objetivamente cuando el renacuajo nada, como rana salta
y como sapo se hincha.
La inclusión de ex priístas
a su administración fue evidente. La autorización de licencias de construcción
en la zona de humedales. La entrañable amistad con los socios de la Cámara
Nacional de la Vivienda, encabezada por el ex dirigente del Frente Juvenil Revolucionario
del PRI, pasó de subjetiva a objetiva cuando se entregaron los permisos de
construcción. Todos felices y contentos en la granja.
Con Félix Salgado fue el
frenesí. Las viejas denuncias de
corrupción de la Comisión de Agua Potable de Acapulco se olvidaron al ritmo de
incrementar la nómina en miles con amigas del señor presidente. CAPAMA dejó de
ser “la caja chica” de la corrupción para transformarse en la agencia de
colocaciones de quien fue periodista, actor, cantante y motociclista.
La relación con el narco
comenzó en ese trienio. ¿Recuerdan La Garita y la acusación de que funcionarios
de Salgado se robaron maletas repletas con un millón de dólares propiedad de
los malos, durante la balacera? Luego los descabezados y el miedo colectivo.
Los siete mandamientos de
ésta granja tropicalizada se parecían, en tan solo nueve años, a los de La
Rebelión en La Granja de Orwell. Los camaradas perredistas convivían en usos y
costumbres con los viejos enemigos priístas. Hasta socios se hicieron de ellos.
“Es que todos somos corruptos, camaradas, nomás que unos somos mas corruptos
que otros”, pareciera la justificación de los nueve años de “gobiernos
democráticos”.
EL CERDO MAYOR
Como en Rebelión en la
Granja de Orwell, fueron los cerdos los que tomaron el poder. Soltaron a sus
perros para perseguir a los disidentes. Recibieron a representantes de sus
antiguos enemigos. Se vistieron con los ropajes de la corrupción priísta que
denunciaron y establecieron relaciones con ellos.
La tragedia de las tormentas
Manuel e Ingrid destapó esa trama Orweliana. Zeferino, Felix y López Rosas
fueron los tres cerditos que sacaron a los humanos de La Granja. Ellos son
Napoleón y Snowball. Torreblanca y Salgado fueron expulsados de la granja con la alianza de “izquierda y
priístas” alentada por Alberto López Rosas. Él es el “Napoleón” orweliano. El
ganó a pulso su jerarquía al expulsar del poder a Snowball, encarnado en
Zeferino y Félix.
EL CHIQUERO
Las lluvias anuales cayeron
sobre Guerrero. Hubo daños en todos lados. Muchos muertos en el Sur. En
Acapulco la corrupción de los gobiernos de La Granja fue puesta ante los ojos
del mundo: por presiones de la corrupción se permitió construir en zonas que se
inundan cada que llueve. Las consecuencias de esas acciones fueron
contundentes: mas de diez mil casas perdidas por los meteoros.
Cuando llueve en los humedales hay lodo. Como
en los chiqueros. Eso quedó: mucho lodo y estiércol que fue lanzado por unos y
otros.
“Yo no fui”, dijo con cara
de llanto y ante reporteros Alberto López Rosas. Acusó a Zeferino Torreblanca
Galindo de la aprobación del cambio de uso de suelo en las zonas inundadas. “Yo
solo cumplí con la ley. De no entregar licencias me hubiese obligado el
tribunal”, acusó al lanzar la primera bola de estiércol en contra de su
compañero de partido.
La campaña de excremento fue
respaldada por los hermanos de López Rosas. Cual los perros de Napoleón
persiguieron, ofendieron, insultaron, amedrentaron a quienes en medios de
comunicación cuestionaron la veracidad de los dichos de quien ha convertido en
costumbre llorar cuando se siente acorralado y reprimir soberbiamente cuando
tiene poder. Poco faltó para que enviase a los quince policías armados que le
cuidan en vehículos blindados, a convencer con argumentos sus dichos.
¿Intimidación?
Zeferino Torreblanca Galindo
se defendió. Desde la ciudad de México, en los medios preferidos por quienes se
dicen limpios, castos, pulcros y democráticos, acusó: “fue Alberto López
Rosas.” Acusó al gobernador de Guerrero ser el primer violador de las leyes en
aquella zona. Denunció que el edificio del Teletón fue construido en una zona
no apta. Reconoció que por presiones se entregaron licencias de construcción. Lanzó,
igual que López Rosas, estiércol. Muchos estiércol.
La Rebelión en La Granja,
escrita a mediados del siglo pasado, por George Orwell, ha sido tropicalizada. Se reedita en Guerrero.
TRASCENDIÓ
QUE al igual que pasó con
Willy Reyes, ex presidente municipal encontrado culpable de homicidio y a quien no se le ejecuta la respectiva orden
de aprehensión por órdenes de “un muy
buen amigo suyo”, el caso de las investigaciones para encontrar a quienes
otorgaron licencias de construcción en zonas inundables dará un vuelco. Se
rasuró la lista de ex presidentes municipales a investigar. Éstas se centrarán
en Félix Salgado Macedonio y Zeferino Torreblanca.
¿Y los demás? Como dicen el
adagio popular: mas vale (buenos) amigos que dinero o el adagio juarista: “a
los amigos justicia y gracia; a los enemigos la justicia a secas”. ¿Quién es el
gran hermano que puede detener investigaciones en contra de sus amigos?