Candidatura
ciudadana, candidatura independiente. ¡Qué hermoso se escucha! Parece que las
aves de la democracia nos cantan al oído la dulce tonada de la esperanza. Que
la divinidad se ha condolido de un electorado sufriente por la poca
credibilidad de los partidos y de los políticos. Que la democracia al fin se
consolidará en nuestro país luego de una transición fallida con signos de
regresión al autoritarismo.
Nada
más falso. Si usted cree que las candidaturas ciudadanas serán realmente
independientes y que éstas y la segunda vuelta en elecciones harán de México
sino una democracia consolidada al menos un país más democrático, siento
decirle que se equivoca.
En
septiembre pasado tuve la oportunidad de acudir a la mágica ciudad de
Guanajuato, donde la Asociación Mexicana de Ciencia Política (AMECIP) realizó su 1er. Congreso Internacional de
Ciencia Política.
Dicho
evento académico contó con la participación de los principales sacerdotes de la
Ciencia Política actual, entre éstos el alemán social demócrata Dieter Nohlen, el
principal estudioso de los sistemas electorales en el mundo cuyo diccionario de
Ciencia Política, junto con el de Norberto Bobbio, son de consulta
indispensable entre los estudiantes e investigadores de la materia en todo el
planeta.
Durante
la ronda de preguntas al finalizar un
“cara a cara” con el público, le pregunté su opinión sobre las candidaturas
ciudadanas y su posibilidad de que sean una realidad en México.
Confieso
que yo tenía mis dudas respecto a las posibilidades de financiamiento ilícito o
que los partidos postulen por una doble vía pero las consideraba un acto de
democracia y esperaba una respuesta en ese sentido, pero en su contestación el
profesor Nohlen no necesitó llegar hasta esos detalles para hacerme ver mi
equivocación.
“Yo
no estoy de acuerdo con esas candidaturas”, dijo de entrada y la explicación
fue sencilla: “el sistema de partidos es uno de los pilares de los regímenes
democráticos”, me recordó y luego afirmó “si yo apoyara algo que va en contra
de la democracia estaría faltando a mi convicción que es la social democracia”.
Entonces
entendí que dichas candidaturas son una muestra de la incapacidad de nuestro
sistema político para elevar la calidad de la democracia en nuestro país, misma
que no se mide solamente en lo electoral sino en la calidad de vida de los
gobernados, su cultura política, la confianza en las instituciones, el estado
de derecho y la rendición de cuentas, entre otros indicadores.
Un
caso similar es el de la segunda vuelta en elecciones con el que se busca
resolver el problema de la legitimidad de los gobernantes que no alcanza a
solucionar nuestro sistema electoral pero que pueden poner en riesgo la
eficacia direccional del gobierno mexicano, que nunca ha sido mucha.
El
problema radica en que el Congreso y el Senado serían definidos en la primera
vuelta y en caso de que hubiera necesidad, el titular del Ejecutivo en la
segunda, con lo cual hay riesgo de tener un Legislativo de oposición en el que
el aval a sus proyectos sea prácticamente imposible.
Candidaturas
ciudadanas y segunda vuelta en elecciones, son pues eufemismos mediante los
cuales el sistema político nos está diciendo a los mexicanos que cambiará los
procesos para no transformar las instituciones.
El
día en que los mexicanos contemos con un sólido estado de derecho,
instituciones confiables y transparentes y una mejor calidad de vida, no habrá
necesidad de que los legisladores o sus partidos metan la mano al sombrero para
aparecernos soluciones mágicas, fantásticas en apariencia pero inútiles en
realidad para resolver las fallas de nuestra incipiente democracia.