Se
dice que un gobierno puede considerarse exitoso, cuando mantiene el control de
la autoridad legítima en la toma de decisiones, la capacidad para suministrar
servicios básicos, el control físico del territorio y lo que el sociólogo
alemán, Max Weber, llamo el monopolio en el uso legítimo de la fuerza. Este
concepto expuesto por vez primera en la obra “La política como vocación” ha
sido predominante en la filosofía del derecho y filosofía política desde el
siglo XX.
El
concepto define a una sola entidad, el Estado, en ejercicio de la autoridad
sobre la violencia en un determinado territorio, de la misma forma que el
territorio también se consideró por Weber como una característica del Estado. Esto
quiere decir que el gobierno es el único organismo que estaría autorizado para
realizar un ejercicio de la violencia, en aras de preservar la integridad de
los ciudadanos, a través de un proceso de legitimación, para reivindicar el uso
de la fuerza.
Al
observar lo ocurrido en iguala, en que un gobierno deliberadamente hace uso de
la fuerza letal a la población civil, no podemos hacer otra cosa que observar
el fracaso de las instituciones. No seré el defensor de pseudoestudiantes que
han elegido el camino de la violentación y el vandalismo para lograr los
objetivos de su agenda. Pero eso tampoco significa que se deba responder con
balas ante las provocaciones de un movimiento cuyos ideales están muertos y
cuyo sistema de enseñanza es obsoleto.
Cuando
el Monopolio de la violencia, se ejerce de manera tan arbitraria, recibe un
solo nombre, tiranía.