Si en otros países
existen ralis de autos, caminata y deportes extremos, la llegada del Acamoto a
Acapulco impulsado por Félix Salgado Macedonio cuando fue presidente en el
periodo 2005-2008, ¿es realmente un nicho a la transgresión? Salgado Macedonio, que presumía su moto “armadillo”, y
se paseaba sobre un caballo de acero durante su gestión. El Acamoto con el paso
de diversas administraciones, continúa siendo una reunión de hombres y mujeres
que convierten a la costera de Acapulco en un santuario para presumir sus motos
y mujeres. Es una ordalía del cuerpo y su fuerza, de la razón de la sin razón y
un epinicio del C02 en el que los impulsos reprimidos afloran y la catarsis
divina se realiza sobre una moto con un culito mostrando en su pequeña tanga la
voluptuosidad de lo sagrado trasladado a una instantaneidad metafórica.
En su momento, el
Acamoto fue etiquetado como un imán para atraer recursos frescos a la maltrecha
economía porteña. Una cantaleta que no le abona a remplazar los mecanismos
turísticos obsoletos y crear estrategias para revertir la mala imagen que tiene
Acapulco por la violencia.
El festival de las
motos, es un duelo de rugidos, de motocicleta y mota, de peleas callejeras
entre rivales de “clubes” de motociclistas. Un tropical Easy Rayder donde el
destino a veces los traiciona, y ya sea en el camino o durante el festival,
algunos ya no regresan a su casa.
La muerte es un juego.
Se la juegan desde que salen de sus cocheras. El grito del macho alfa se
conjuga con la potencia del motor y en la chica que lo acompaña.
El rugir de los
caballos de fuerza es análogo con el trasero de la acompañante.
Mujer y máquina son
elementos subliminales de una percepción de la realidad desde la comodidad de
una tacha o de una costera de chelas.
Acapulco donde pasaron
su luna de miel, abuelos y padres, personifica el regreso al edén perdido no para
insuflarlo de castidad o santidad. El regreso es para subvertir un orden
inexistente en una república de cárteles, grupos y de machos alfa que no se
someten a la apostasía del buen ciudadano, del burgués inalterable que escoge
otros lugares para armar sus desmadres, o del político que instaló su casa
chica en Acapulco para esconder su doble moral.
La Perla del Pacífico ha
sido un centro de diversiones de todo tipo desde hace siglos. Igual que los
puertos más importantes del mundo. ¿Por qué se espantan de los motociclistas?
¿Cuándo protestaron por los excesos de los Springbreakers?
Chicas güeritas en
pelotas, fornicando a un costado de la alberca, en el jardín, bailando desnudas
sobre mesas de discos y bares. Ah pero como son gringos, no hay pedo. Ellos si
dejan dinero, los asistentes al Acamoto, 20 toneladas de basura, heridos,
muertos, salvajismo que vienen a alterar la vida inconsútil de los acapulqueños
que carecen de memoria histórica.
Las miles de motos que
invaden la costera “Miguel Alemán”, que algo supo de sacarle jugo a Acapulco en
diversiones de todo tipo, para que fluyan los arrancones hay cierres de vialidades y el espacio de Playa
Condesa, se transforma en un escenario de Mad Max, y Truequelandia son las
tiendas de convivencia donde los caballeros de la gasolina y del estrés, se
nutren de toda clase de golosinas, pan blanco, mayonesa, chiles, atunes y
fumarola de cerveza y chupe que sus lenguas de dragón engullen con soberana
destreza.
La Condesa es una playa gay icónica donde
en diversas épocas del año, se observa a gentes del mismo sexo practicarlo en
las aguas de la playa, besándose apasionadamente o intercambiando juegos
eróticos.
Entonces ¿por qué la tirria de los
acapulqueños contra el Acamoto?
Acaso ignoran que Acapulco, desde la feria
de la Nao, fue un centro de intercambios económicos culturales y sexuales
Si el Acamoto es un atentado contra la
movilidad ciudadana se debe al nulo ordenamiento urbano. Si las descargas de
aguas negras es peor que los estragos del Acamoto, ¿Por qué ningún acapulqueño
de nariz respingada lucha por extraerle las toneladas de caca a la Bahía de Santa
Lucía?
Si el ayuntamiento de Acapulco da los
permisos correspondientes para el Acamoto, cabalgatas bizarras de caballos que
dejan toneladas de pomos vacíos y caca de caballo por la Costera ¿Por qué tanto
brinco si el suelo está parejo?
Un paralelismo podría ser lo que ocurre en el
Paseo del Pendón en Chilpancingo que no se ha aprovechado como un atractivo
turístico cultural. Los cientos de danzantes que durante todo el día circulan
por las calles de la capital y que terminan su recorrido en la plaza donde se
efectúa la pelea de tigres, es tun festival del mezcal y chelas sin control y
convierten a Chilpancingo en una cantina y basurero más pernicioso que la
fetidez cotidiana.
El Acamoto es un evento ¿que trastoca la
legalidad, se nutre de anarquía, sexo sudor y lágrimas, pero deja una derrama
económica al puerto? Una ciudad asolada por cientos de muertos, descabezados,
una ciudad donde da miedo salir a las calles, una ciudad infestada de ratas y
basura y santuario de prostitución infantil y nido de pedófilos.
Los acapulqueños “bien nacidos” se espantan
porque los visitantes se quedan a dormir
en la playa, sobre las bateas de lujosas camionetas con placas de la CdMex,
Estado de México, Morelos, Querétaro, Michoacán. Pagan la Autopista del Sol, y
aportar ganancias extras al gobierno federal.
¿Deja o no deja dinero el Acamoto al
puerto? Tos’por qué se asustan?
DE REOJO
Las XXX Jornadas Alarconinas que cumplen
treinta años, iniciaron el sábado 20 y en redes sociales, tuvo más impacto el
Acamoto que el concierto inaugural. Fiesta del teatro promovida durante el
gobierno de José Francisco Ruiz Massieu y creada por el dramaturgo mexicano
Héctor Azar, pasó casi desapercibida por medios impresos y electrónicos locales
en comparación con el Acamoto. Que triste y grave es la indiferencia a la
cultura.