El disco de
"Virtuosos del Son", es la causa por la que estamos aquí reunidos,
para gozar los sonidos que nos trasladan a otras épocas. De pronto al escuchar
el Gusto de "La Malagueña de la Tierra Caliente" de Don Juan Bartolo
Tavira nos invaden los recuerdos de la niñez, así como las rítmicas polkas
"Liras Sahuayenses y El Vacilón de Tacámbaro" ( sobre esta
composición les contaré al final una anécdota que me platicó Don Juan Reynoso
en su casa de Riva palacio Michoacán; pero me lo recuerdan) Don J. Isaías
Salmerón Pastenes, uno de los más prolíferos compositores de esta música
conocida como de raspa o arrastre y los pasos dobles de don J. Socorro Galván
nos invade la melancolía, por el sentimiento implícito que los compositores le
agregan a sus melodías.
Yo soy originario de la
tierra de Don J. Isaías, Tlapehuala. En su origen formaba parte de Michoacán,
Estado del más grande General de la Guerra de Independencia don José María
Teclo Morelos Pavón y Pérez, ideólogo de los Sentimientos de la Nación; que sin
temor a equivocarme hasta nuestros días tienen vigencia, es un documento
lapidario para muchos políticos corruptos que han mal gobernado a esta noble
nación.
Por cierto en el disco se
incluye una composición de Rafael Álvarez Sánchez y Serafín Ibarra Cortés
dedicado al Generalísimo que se titula "El Insurgente".
Algunas personas con
cierta curiosidad me han preguntado, el porqué de la zona de Tierra Caliente
han salido buenos para la música, la pintura, la poesía y otras aptitudes
artísticas. Uno de esos preguntones me atajó, antes de que le diera una
respuesta, diciéndome a boca de jarro: "y no me vayas a salir cómo otros,
a los que les he preguntado lo mismo. Y me contestan que de por sí, en la
Tierra Caliente existe una tradición de compositores y poetas, desde hace
muchísimo tiempo, porque eso no explica nada". Le clavé la mirada, sonreí
moviendo la cabeza en señal de negativa y le solté dos palabras: la atmosfera.
–¡Qué! –Me reviró. –Es por la atmosfera… es el ambiente natural lo que hace que
los creadores de cosas grandiosas se inspiren.
No tienes idea de cómo son
los amaneceres, viendo correr las aguas verde jade de un río; los anocheceres,
cuando la brisa se estrella en tu rostro, dejándote una sensación distinta al
calor abrazante que te persiguió sin tregua durante todo el día de un sol
radiante. Escuchar a esa gente, cuando te cuenta cosas fantásticas de chanes y
otros seres luminosos que habitan en los recovecos del río es para
impresionarse.
Saber lo que ellos saben
por generaciones te deja pasmado. Te hablan de nahuales, de animales de río que
existieron en otros tiempos, de lo que ven y se encuentran en los cerros cuando
subían a cortar leña; de árboles y plantas mágicas que lo curan todo hasta a
las enfermedades más raras que azotaron a la población, aliviándose sólo con
cáscaras de corongoros, cuachalalate, cicuas de bejucos y otras hierbas del
campo; de los tiempos cuando casi toda la gente le cayó el mal del pinto, la
piel era un mapa de colores pardos, pero el blanco predominaba en los joberos o
guacos; de los enfrentamientos cara a cara a machetazos escudándose nada más
con el gabán de lana bronca y para acabar el anecdotario de sucesos chuscos,
tendrías un sinfín de páginas para escribir. Y de la comida con que se
alimentan es otra cosa.
–¡Aaah!… nada más balbució
y fin de la explicación.
Después de husmear los
textos escritos por mis paisanos y otros autores que recogieron testimonios de
gente ya desaparecida, quedé envuelto de pronto en un mundo subliminal, me
trasladé a otros tiempos; entre el olor del humo de cigarritos de hoja de
tabaco mije, en los vapores del mezcal de Zihuaquio, entre el polvo levantado
por la gente bailadora al son de la música de los violines, la guitarra panzona
de cuerdas de tripas de gato, el bajo sexto o quinto y los redobles de la
tamborita de tronco de parota; y entre las humaredas de los cazos de mole
verde, rojo y tamales nejos.
Por eso estamos aquí;
imaginémonos ese ambiente para recordar aquellos músicos que sin tener un alto
grado de estudio "no letrados" cómo dijeran mis paisanos, se
atrevieron a componer música que nos llena los oídos y cuando se trataba de
ponerle alegría a sus piezas lo lograban de forma magistral, así como también
conseguían hacer reflexionar sobre temas políticos de la época, tal como lo
escuchamos en "El Gusto Federal" de Don Vicente Riva Palacio,
"La Plata Lucida" de Don Juan Bartolo y el "Tlapehuala
Lucido" de Don J. Isaías Salmerón.
Para concluir les
comentaré que el CD "Virtuosos del Son" contiene 14 temas, cinco son
de J. Isaías Salmerón, uno de Juan Bartolo, tres de Serafín Ibarra Cortés,
ejecutante del violín aquí presente y cómo ya lo mencioné anteriormente, uno es
en coautoría con Rafael Álvarez Sánchez; dos de Don J. Socorro Galván, otro de
Don Remigio Rentería, originario de Cutzamala, músico de la época de J. Isaías
Salmerón, así lo escribe Jesús Peredo Flores en el texto incluido en el disco,
citando a la etnomusicóloga Raquel Paraíso en su tesis de maestría nos dice que
en la primera década del siglo XX tocó con el conjunto de J. Isaías Salmerón; y
por último, Jesús Peredo le atribuye los sones: Salomón Trujillo y El Son
Guerrerense a Don Juan Reynoso Portillo originario de Santo Domingo, Municipio
de Coyuca de Catalán; sin entrar en polémica ni demeritando la grandeza y
virtuosidad del "Paganini de la Tierra Caliente" en mi particular
punto de vista, creo que el Son Guerrerense pudiera ser de J. Isaías Salmerón,
así me suenan los acordes de la guitarra y violín; pero en fin, eso se lo
dejamos a los profesionales y estudiosos de esa música… nuestra música, que
bien nos puede generar alegría y en ocasiones tristezas cómo los valses tristes
y la música fúnebre que también solían componer y tocar, estos extraordinarios
músicos del pasado y por qué no, también de nuestro presente.
Por su atención muchísimas
gracias