domingo, 12 de febrero de 2012

DIA DE LA AMISTAD ENTRE LOS TORTUGOS, Margarito López Ramírez



DÍA DE LA AMISTAD ENTRE “TORTUGOS” Margarito López Ramírez
El profesor Abimael Pérez López, con motivo del día dedicado a la amistad, el 11 de febrero actual reabrió las puertas de su restaurante “Paulita” ubicado en Ciudad Renacimiento. En este haber, convocó, entre otros amigos, a sus condiscípulos de la Generación 1956-1963 de Ayotzinapa. La festividad fue jubilosa y entre haberes y brindis destacaron las anécdotas vividas en su amada escuela normal. Se recordaron aquellos tiempos es los que sin dejar de ser jóvenes, rebelde, vigorosos y ávidos de aventuras, profesaban respeto a sus maestros y directivos. No estuvieron ausentes las estampas en las que, bajo la conducción de los peritos agrónomos o el personal responsable de las labores de labranza, en su calidad de alumnos, se dedicaron al cultivo de las tierras en donde había verdores de milpas, y, con dedicación especial, sembraban en las amelgas propiciando el crecimiento de hortalizas. Surgieron añoranzas de la visión que conformaban aquellas tierras de la ex hacienda de Ayotzinapa en donde imperaba la conducción agrícola de don Franccisco González, don Juan Galán, don Cenobio Gómez, hombres de mucho respeto y expertos en quehaceres del campo y crianza de animales: conejos, cerdos, vacas, gallinas, bestias mulares... Con énfasis de mencionó al maestro Vicente Osorio Regino quien enseñó a muchos de ellos el cultivo de las abejas en su apiario constituido por  más de cien cajas que albergaban: abejas reinas, zánganos y obreras que producía miel y cera. Aquí y allá hubo recuerdo de cuanto se aprendió en los talleres: en la carpintería bajo la conducción del maestro Agustín Hernández Viveros a hacer muebles, repisas, y hasta mimeógrafos manuales, juegos geométricos y pantógrafos que serían utilizados en las labores que más tarde se les  asignarían en alguna escuela rural; en talabartería, con el profesor Isaac Valle, aprendieron a cultivar pieles y elaborar artesanías; aprendieron a fabricar velices, portafolios y otros enseres dirigidos por el maestro Doroteo Espíritu.  Al terminar esta añoranza, hubo un dejo de tristeza porque ahora los alumnos de Ayotzinapa no cultivan el campo y se duda que muchos de ellos sean hijos de campesinos.
Amén de otros asistentes, convivieron con el anfitrión, maestro Abimael Pérez López(centro), el escritor Margarito López Ramírez autor de La Tía Pola, Concho Terensio, Vericuetos de un Silencio, El Chincual… acompañado de su esposa la maestra Lupita Sánchez de López, asimismo don Evaristo “El toro” y el Profesor Delfino Pérez Figueroa. Resguarda la presencia de éstos el grupo “Fabián y su Son Candela.

De entre su decir, alguien se refirió al aseo general que hacían los alumnos para mantener limpios: aulas, dormitorios, canchas, y demás espacio de la escuela, y mencionó ese respeto que se profesaba a todas las personas que conformaban el personal de esa comunidad educativa, y de manera especial a “Las tías”, señoras de toda la consideración  que se abocaban al hacer de alimentos, el lavado y planchado de ropa destinado a los alumnos. No faltó el recuerdo en torno a don Toño Cabañas quien en la panadería comandaba a los alumnos comisionados en la elaboración de bolillo, conchas, chamucos y demás panuchos que más tarde se consumirían en el comedor comunitario que operaba tres veces al día con la presencia del “maestro de Guardia” encargado de propiciar y conservar el orden. Allí estuvo también en la evocación la presencia de Bernabé Astudillo Alcaraz (don Berna), conductor del camión de redilas “El tortugo”en su transitar, yendo y trayendo aquello que se necesitaba para dar sustento al alumnado.
En la evocación estudiantil no faltó la presencia de la maestra María Ramírez Vda. de Hernández, excelente hacedora de buenos modales en los alumnos, tampoco Ana Barajas, el maestro “tacho” Alarcón y su esposa la profesora Alicia Nava, Melchor Parra López, Humberto Burgos, Mario Gutiérrez Arteaga, Mario Peralta,  Javier Carballo, Arcadio Navarrete, Ramiro Basilio Encarnación; sin omitir la mención dedicada a directores como el Maestro Salvador Waller Huesca,  Manuel Palí Uc, Aquiles Nava Hernández, que ejercieron su ministerio docente siguiendo  el principio rector del normalismo impulsado por el ameritado maestro Raúl Isidro Burgos Alanís para quien la escuela rural era la casa del pueblo, el lugar de reunión de la comunidad en donde el maestro ponía sus conocimientos al servicio del pueblo, de sus luchas, de sus esfuerzos por resolver sus problemas ancestrales,…  
Fue una reunión de tintes jubilosos en la que se evocó lo que fue en el ayer la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa. Hubo un momento en el que se guardó silencio en honor “los caídos”. Posterior a ello, se hicieron  votos en pro de que esta noble institución, retome, bajo el sustento y principio de la educación y enseñanza en el marco de la escuela rural, su misión: formar docentes que, además de poseer un bagaje académico y cultural, se hayan apropiado de valores éticos y procedan con respeto en su rol de docentes guías de generaciones.
Cuando agotado estuvo el tiempo destinado a este ejercicio evocativo, resonaron los acordes del grupo musical “Fabián y su son Candela”, los asistentes bailaron al ritmo del vocalista Fabían, la trompeta de Juan Palma Morales, el sax de Roberto Abarca Ramos, el piano de Jesús González, el bajo de Manuel Radilla Tabares, las  tarolas y coros de Jesús Álvarez Godínez y congas de Julio César Cortés Ventura.  
La conmemoración adelantada del “día de la amistad” fue una convivencia que hermanó los sentimientos y alegrías de los asistentes. “Enhorabuena”.