lunes, 19 de marzo de 2012

FIN DEL LIDERAZGO, Por J. M. Gómez



Muchos conocen la historia…
Se necesitaron  veintitrés puñaladas para terminar con el genio militar, con la ambición desmedida, con la astucia, pero sobretodo con el liderazgo que Julio Cesar, en aras de acceder al poder absoluto, ejerció sobre Roma. Aquellos trágicos idus de marzo de los que, según la leyenda se le dijo que tuviera cuidado, la ciudad eterna perdió al que la posteridad nombraría como su mejor general y su político mas hábil, pero irónicamente aquellos que vieron en el acto del magnicidio la posibilidad de prevenir una monarquía, dejaron el escenario puesto para la llegada de un poder mayor, con la muerte de Cesar, con su sangre como ofrenda, llegaría la era del imperio, aun en la muerte el dictador romano por excelencia logro la transformación de su mundo. Mil novecientos sesenta y ocho años después del asesinato, en el lugar donde su cuerpo fue inmolado, la gente aun deposita una ofrenda de rosas en su honor, muestra innegable de la dimensión de líder que fue en vida.
Con el telon épico de fondo, nos damos cuenta de que Cesar es irrepetible, al observar los discursos vacios, los argumentos simplistas y la carencia brutal de ideas, no queda mas que darnos cuenta de que el rasgo particular que monstruos megalómanos muchas veces despreciados por los juicios de la historia, esa “madera de líder” ha muerto con ellos, hoy en dia, tal pareciera que nuestro destino yace a merced de lobos codiciosos e ignorantes, cuya lugar en la historia, no les interesa y para los cuales la grandeza de su civilización es insignificante. De cara a la contienda por el alma y el trono del pais, navegamos sin rumbo, entre personajes a los que notamos hambrientos de riquezas pero sin la mas minima ambicion de grandeza.