lunes, 9 de mayo de 2016

LA NETA DEL PLANETA Karmelynda Valverde

KARMELYNDA VALVERDE
‘’Y de igual modo también los hombres, dejando  el uso  natural de la mujer, se encendieron en su lascivias unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos,  hombres con hombres y recibiendo así mismo la retribución a su extravío’’: ROMANOS 1:27.

MÁS LÁGRIMAS POR ACAPULCO

Quiero ser lo más explícita, para que nadie se me atufe y me vayan a colgar la medalla de la homofobia y otros chunches. No, no, no, les aclaro, NO soy homofóbica, nunca lo he sido. Tuve un hermano homosexual, que afortunadamente nunca pretendió ser mujer, sino que estuvo consciente de ser un hombre con preferencias sexuales diferentes. También tengo primos, primas y amigos y amigas gays. Así que porfis no desvaríen y saquen de contexto mis apreciaciones, cuando exprese lo que me es urgente exponer.

Mucho se ha hablado y particularmente soy una convencida de que el tejido social se rompe  inicialmente, o comienza a romperse si así prefieren verlo, en el seno del hogar. Nos guste o  no, pero esto es neta. Como padres, somos responsables hasta cierta edad no solamente de lo que nuestros hijos comen, visten y calzan, sino de lo que ven y de lo que alimentan su espíritu.

Influidos mediáticamente, nos convertimos en seguidores de Los Chapos Guzmán y los Barbies y anexos. Involuntariamente unas veces y otras con toda la intención, hacemos apología del crimen escuchando narco corridos y cosas peores y en este contexo educamos a nuestros pequeños. Los Tucanes de Tijuana, y otros tantos que cantan celebrando la ilegalidad, forman parte del ejemplo  que en muchos hogares se da a niños y jóvenes. Yo  misma he sido testigo de que en algunas familias se festeje que el niño o la niña cante el bodrio ese  de ‘’quiero amanecer coqueando’’. Y cuando los jijitos se nos tuercen del camino: el gobierno tiene la culpa.

Y aquí no vale argumentar si se es creyente o inconverso. La escritura nos enseña que un pueblo donde se derrama sangre, está bajo maldición. Y en Acapulco, como en Chilpo, en los últimos tiempos se ha ido acumulando maldición tras maldición.  Lo creamos o no, eso lo dice Dios en la Biblia y Él no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta.

Pero resulta, que como si no fuera suficiente estas maldiciones provocadas por tanto derramamiento de sangre, en Acapulco se están poniendo de acuerdo para seguir provocando  la ira de Dios. La campaña esa que no recuerdo ni como se llama, neta, pero incluye posters con dos hombres en tremebundo  picorete y que aparecen a lo largo de la Costera y sus alrededores, atenta no solamente contra los principios de  todo ser humano, sino de lo establecido por Dios. Particularmente, esta dichosa campaña agrede violentamente la inocencia de los niños, por más que insistan en que ‘’eso’’ encaja ya en la normalidad del siglo 21.

Me estrujó el espíritu, ver el comentario de un padre de familia en un muro de Facebook donde fue publicado el poster de la parejita de varones besándose. El  señor aducía que con esta campaña se agredían los valores familiares, pues su pequeño hijo de 6 años le había preguntado si era normal que dos hombres se besaran. Digo, y discúlpenme pero perdónenme ¿qué es lo que sigue en nuestra podrida sociedad?. Sí, todos tenemos derechos humanos, pero no podemos exigir estos cuando estamos violentando  los derechos de los demás y en este caso particularmente, se agrede violentamente sobre todo la  inocencia de los niños.

No se trata solo de exigir respeto a sus preferencias sexuales, sino empezar por respetar los principios con los que se rige la sociedad. Deben hacer conciencia de que están agrediendo a una generación que apenas se desarrolla en sus primeros años de vida, con la inocencia propia de esta etapa. Dios ama a los homosexuales pero aborrece la homosexualidad, como ama a todos los pecadores pero aborrece el pecado.

Acapulco y todo Guerrero no necesitan sodomizarse, sino acercarse a Dios. Este nuevo embate demoniaco, entristece el alma y abre las llaves lagrimales. Pobre Acapulco, pobre de mi  pozolero estado. Son demasiadas maldiciones con las que tiene que lidiar y le siguen cayendo encima estas.


¡Que papá Dios tenga misericordia de Acapulco!.