viernes, 7 de marzo de 2014

Entre verdad y la ficción. LA MUJER ANTES QUE DIOS. Por Jorge Luis Falcón Arévalo*

“Las religiones son las que basadas en sus historias, novelas y mitos, han hecho un objeto de violencia a la mujer”

Dios crea al hombre y a la mujer; y, los corre de El Edén, al conocer y sentir “la verdad”. Las diosas se molestan y castigan a dios, por haberlos hecho a su imagen y semejanza.
Mujer (del latín mulier, -eris) o fémina, es la persona del sexo femenino. Mujer también remite a distinciones de género de carácter cultural y social que se le atribuyen así como a las diferencias sexuales y biológicas de la hembra en la especie humana frente al macho.
La mujer no puede nacer de una costilla, ni alegórica, ni metafórica, ni simbólicamente tiene una explicación sensata. Ni en el más extraño de los misticismos, sucede tal aberración.
El Gilgamesh, libro de mayor longevidad literaria e histórica, marca la creación de los “dioses” de un hombre; para posteriormente dar vida a catorce (siete hombre y siete mujeres). Para que realizaran el trabajo de los “dioses”, en la tierra. Esto puede remontarnos a los Anunnakis, pobladores extraterrestres que llegaron hace 445 mil años, en busca de oro, para proteger su planeta de los rayos ultravioleta (algo parecido a lo que ocurre en la Tierra, actualmente). Ya había mujeres.
Decía Simonne de Beauvoir que “no se nace mujer u hombre, sino que se nace con un cuerpo que adquiere un significado en este mundo”. En algunos sectores de la academia se ha caracterizado ese significado.
El sociólogo Simmel, destacó: que  nacer mujer en nuestro sistema de género significa no hacer las actividades de los hombres, no obtener las funciones de los hombres en la sociedad, no tener sus relaciones, ni sus formas de comportamiento, ni su subjetividad Al revés, ser hombre es no hacer las cosas de las mujeres, no tener sus funciones, etc. Y a la vez, ser mujer u hombre es hacer obligatoriamente las actividades correspondientes a nuestro género.
Acaso uno de los signos más destacados de los cambios en la participación de la mujer en la actualidad consiste en su presencia en el ámbito político, tras siglos de negación de la posibilidad del sufragio y de la elección de gobernantes. En el eje político han servido como comparsa como muchas lo son y han servido para confirmar  el prevalecer del machismo. Han servido como “juanitas” a “juanitos”. Puesto que hay una carencia del entenderse como un cuerpo y una mente, no como un género especifico. Como en el hombre, hay de hombres a “hombrecitos” o “mujerucos”, dijera María Félix refiriéndose a conocido escritor mexicano.
Son los varones quienes han creado el arte y la industria, la ciencia y el comercio, el estado y la religión". No existe pues la "cultura de las mujeres", sino la de los varones. La cultura femenina es fundamentalmente subjetiva, debido a la naturaleza propia de la mujer. La mujer aparece como un ser diferente del varón. La mujer es más constante, más sensible, más piadosa, menos objetiva, menos lógica y más dada a la reproducción.
Se puede aventurar a decir que el sexismo, el machismo y también la misoginia, tienen más fuerza que nunca pero que se manifiestan de forma soterradamente sutil, difícil, a veces, de percibirlos. Hasta hoy, en la misma celebración.
La mujer trasciende como ser humano; pero, también, como el ser que da la vida en el dolor, desde la biología, hasta el insulto en su propia personalidad.
La poetisa Eulalia Valldosera, dijo: "Mi última aportación es tan femenina... Cada vez tomo más conciencia de esto. Yo no he tenido ejemplos que seguir y me siento como rompiendo toda una tradición. En la generación de los noventa, la mía, gran parte de las aportaciones más interesantes las han realizado mujeres porque tenemos mucho material que utilizar. Somos herederas de un silencio y poder dar voz a ese silencio da una riqueza tremenda". Esa es una fuerza de la mujer.
P.D. Entre la verdad, más que ficción: quien no tiene una hija, no sabe lo que es entender a las mujeres.

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