¿Qué sabemos de este político que hoy
preside el PRI estatal? Poca cosa. Que es achichincle de Rubén Figueroa.
Que
dos veces ha sido diputado federal y, por demás, no le conocemos ninguna
ingente legislación, gestoría jurídica, resolución política o económica, con la
cual el pueblo de Guerrero, se haya beneficiado en forma cabal y justa.
No es el valeroso dirigente de un partido
político que en la oposición, trata de hacerse del gobierno. Cuauhtémoc da el
exacto perfil de un burócrata dócil, empleado prudente y cortés que a todo lo
que aspira es a no enfadar al patrón.
Los tiempos electorales requieren de un
varón formado, integral, consciente de que la batuta de un partido exige
arrojo, valor, carácter, energía y contundencia, frente a los dolos y enredos
proselitistas que, presente la competencia de los otros partidos, pues ellos
también buscan ocupar los cargos públicos que se riñen en el sorteo de las
elecciones.
Lamentable la creencia -cierta o no-, que el
mérito del nuevo presidente estatal del PRI derive de la protección del
genocida de Aguas Blancas. Como si la lidia electoral fuese un juego y no una
competitividad. Hoy, importante es asegurarle al ciudadano elector, la certeza
de que, para operar el gobierno, se ofrece una mejor alternativa.
Si la democracia aún no nos ha librado de
René, Vicario y de otros descarríos políticos, para designar al presidente del
PRI, hubo candidatos mejores, con méritos superiores, al de ser edecán de un ex
gobernador repudiado.
PD: “Qué buen vasallo; Lástima de Señor”: El
Cid.