A medida que nos
acercamos inevitablemente a la culminación de la presente campaña electoral,
nos damos cuenta de que las reformas, las sanciones y los sistemas de monitoreo
diseñados, supuestamente, para poder prevenir que se repitieran estragos tan graves como los
dejados por los comicios de 2006 han terminado por ser únicamente tinta
estampada en papel, palabra muerta que no oculta en absoluto la ineficacia de
los órganos electorales si no por el contrario, la dejan de manifiesto. Hoy de
cara a conocer quien ocupara la silla presidencial nos damos cuenta de que los
viejos vicios de la política mexicana están mas vivos que nunca, en guerras
sucias y en campañas sentimentales escasamente propositivas que en nada nos
dejan entrever un verdadero cambio de administración.
En un estudio
sobre la obra del escritor norteamericano Ralph Waldo Emerson, Jorge Luis
Borges implica que el destino del hombre es trágico porque es un ser que esta
sujeto a un tiempo y espacio determinado en la historia. El momento que nos ha
tocado vivir, al que estamos sujetos de manera inevitable, es producto de lo
ocurrido seis años atrás, cuando las armas eran enfundadas y las campanas
repicaban anunciando la victoria de
Felipe Calderón sobre Andrés Manuel López Obrador y con esto era
declarado presidente de México.
Pero lo que siguió inmediatamente después fue
algo tan inesperado como desastroso en materia de gobernabilidad, una especie
de “cisma” social entre los que abogaban por que el drama siguiera su curso
natural y los que afirmaban que el candidato derrotado, después llamado
“presidente legítimo” había sido victima de un fraude electoral orquestado
desde las mas altas esferas del poder así como también de una campaña de desprestigio
para minar la confianza de la ciudadanía, que veían en el, decían sus fieles,
una especie de líder de vanguardia que podría resolver los atrasos en los que México
esta inevitablemente atrapado.
Pero lo cierto
de las cosas es que a pesar que hay estudios que demuestran que la transparencia
de las elecciones de 2006 no cinto por ciento fiable, y que de hecho si hubo
una campaña negativa de parte de los equipos panistas para con la campaña del
PRD, la verdad de las cosas es que nunca ha habido pruebas evidentes de una
manipulación de los resultados electorales, y respecto de las campañas
negativas A pesar de que sólo 23.6 y 33.3 por ciento de los mensajes de las
campañas de Calderón y López Obrador, respectivamente, fueron ataques al
adversario según datos del Centro de Investigación para el Desarrollo AC
(CIDAC).
Cuando se hubo
calmado la disputa, ya en el año 2008 se establecieron distintas prohibiciones
y sanciones para todos los posibles emisores de campañas negativas. En
adelante, partidos, coaliciones, candidatos, concesionarios o permisionarios de
radio o televisión y particulares "deberán abstenerse de
emitir/transmitir/contratar expresiones que denigren a las instituciones y a
los propios partidos, o que calumnien a las personas".
Pero lo que
parecía una panacea en contra de los posibles males post electorales terminó
degenerando en un clima donde lo que menos cuenta son las propuestas y el
debate ha sido relegado a la categoría de enfrentamiento injustificado, el
Cofipe deja brechas importantes en términos de herramientas adecuadas para limitar el
comportamiento de los partidos políticos en materia de campañas negativas,
según los especialistas en la materia por tres motivos principales.
Primero, estas
medidas solo se aplican a medios masivos tradicionales como radio y televisión,
dejando fuera otros medios alternativos como redes sociales/Internet que han
tomado una importancia tal que es imposible tratar de emitir medidas que
sancionen, dejando fuera estas importantes vías de divulgación.
Segundo, el
actual sistema de multas para partidos políticos parece no ser un factor de
disuasión efectivo para partidos y concesionarios de radio y televisión. Los
partidos tienen incentivos para lanzar sus campañas negativas y no preocuparse
demasiado por las multas consecuentes.
Tercero, ¿cuál
será el criterio para determinar si un anuncio denigra o solamente describe
hechos?
Hoy tenemos a
Enrique Peña Nieto hablando cándidamente de sus vivencias de la infancia, sin
expicar como podrían las vivencias de la infancia servir en absoluto para poder
elegir de manera responsable al próximo habitante de los Pinos. Tenemos a
Josefina Vásquez Mota pregonando sus logros como secretaria de Desarrollo
Social, con cifras por demás alteradas y López Obrador hablando como un
pacifista en un vano intento de que la gente olvide su deplorable actuar en la
elección pasada. Este momento preciso en el tiempo es donde los tiempos de
televisión están saturados de campañas que cuestan mucho pero no dicen nada.