miércoles, 4 de abril de 2012

Extinción de especies, imparable en México por Paulina Monroy


México encabeza la lista de países con más zonas donde habitan especies en peligro de extinción. La Semarnat reconoce más de 2 mil 500 especies vegetales y animales en algún grado de amenaza. Mientras el país ocupa los primeros lugares en extinción, las políticas de conservación no frenan el fenómeno de defaunación. De manera contraria, autoridades ambientales promueven la entrada de especies exóticas e invasoras y la explotación indiscriminada de flora y fauna, advierten especialistas

Los saldos para México no podían ser peores: encabeza la lista de países con más zonas donde coexisten especies en peligro de extinción, según la Alianza por la Extinción Cero (AZE, por sus siglas en inglés). Su actualización 2010 del mapa Localización y conservación de epicentros de extinciones inminentes reconoce en el territorio nacional 68 sitios habitados principalmente por especies endémicas en riesgo.
A nivel mundial, la AZE identifica 587 zonas que necesitan ser salvaguardadas de manera urgente para prevenir la extinción de las 920 especies animales y vegetales más amenazadas. Se trata de sitios que albergan especies endémicas o una población significativa, son irremplazables y están delimitados por hábitat con problemas en común.
En 2005, la AZE reconocía 63 zonas habitadas por especies en peligro de extinción en el país; cinco años después se cuentan 68. México está por encima de Colombia y Brasil, países que han logrado disminuir el número de sitios que albergan poblaciones amenazadas.
De acuerdo con la organización internacional, en 34 de las 68 zonas no existe ningún tipo de protección para las especies y en 11, ésta es apenas parcial. De este modo, tipos de salamandra, ratones, ranas, tortugas, murciélagos, mapaches, musarañas, iguanas, conejos, liebres, gorriones, colibríes y cetáceos son los más amenazados.
El listado de la AZE es encabezado por la Sierra Juárez, el sitio con más especies amenazadas y en peligro de extinción. Le sigue la zona de los volcanes de Veracruz y Puebla, con 16; la Sierra Madre del Sur y Omiltemi Obispo, en Guerrero, con nueve cada una, y Los Tuxtlas, en Veracruz, con ocho.
La Norma Oficial Mexicana 059, Protección ambiental de especies nativas de México de flora y fauna silvestres. Categorías de riesgo y especificaciones para su inclusión, exclusión o cambio. Lista de especies en riesgo, reconoce 2 mil 584 especies bajo alguna categoría de riesgo: 41 extintas, 373 en peligro de extinción, 842 amenazadas y 1 mil 327 sujetas a protección especial.
Según datos de Defensores de la Vida Silvestre México (Defenders of Wildlife), en el país el 40 por ciento de los vertebrados se encuentra en peligro de extinción: de los reptiles, el 55; de los anfibios, el 54; de los mamíferos, el 39; de los peces, el 38, y de las aves, el 26.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza señala que México ocupa el quinto lugar entre los países con mayores niveles de extinción en el mundo. El país está por debajo de Ecuador, Estados Unidos, Malasia e Indonesia. De tomarse en cuenta el listado de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), México estaría en el segundo lugar.
Especialistas coinciden en que la máxima autoridad ambiental en el país, la Semarnat, no está diseñada para la conservación de las especies amenazadas y en peligro de extinción, y no hay políticas eficientes para detener la pérdida de la biodiversidad. Por el contrario, apuntan, en ocasiones son las autoridades quienes contribuyen a su desaparición. De continuar la defaunación a ese ritmo, habrá consecuencias sociales, económicas y ecológicas en el país, advierte.

Imparables, las causas de la defaunación

La mayor amenaza para las especies en peligro de extinción es la destrucción de su hábitat. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación señala que la pérdida de bosques y selvas en México de 2005 a 2010 fue de 155 mil hectáreas por año, 34 por ciento menos que lo registrado entre 2000 a 2005.
Pese a que desde hace nueve años ha habido un incremento en el porcentaje de superficie reforestada, el Cuarto informe de labores de la Semarnat apunta que, durante 2009 y 2010, hubo una reducción en esta tarea. Ello, explica, por las condiciones climáticas atípicas que retrasaron la reforestación en 2010: una sequía intraestival y un adelanto de la temporada de frío extremo. Al 31 de julio de 2010, se verificó y finiquitaron 82 mil 137 hectáreas reforestadas con fines de restauración, de las 250 mil previstas para este año.
Juan Carlos Cantú, director de Defensores de la Vida Silvestre México, aclara que este país sigue situado en el quinto lugar en deforestación en el mundo. Apunta que la tasa registrada en 2002, cuando se calculó una pérdida de 775 mil hectáreas de bosques y selvas al año, no ha cambiado mucho. “Las cifras de la Semarnat son cuestionables, pues se sigue deforestando a tasas muy por encima de lo que es sustentable”.
Cuestiona que Proárbol, programa a cargo de la Comisión Nacional Forestal, sea la solución: “Plantar un árbol o 1 millón no significa que se plantó un bosque. Éstos necesitan de 30 a 50 años para formarse para que presten servicios ambientales y aniden a más especies”. El ecologista sugiere que, en su lugar, se apoye más el aprovechamiento sustentable de los bosques, donde hay una mayor conservación que en las áreas naturales protegidas.
Quien también dirigiera el Proyecto de Restauración de la Tortuga Marina agrega a las amenazas contra las especies en peligro de extinción la sobreexplotación legal e ilegal. El ejemplo más claro, dice, es el caso de las tortugas marinas, las que están incluidas en la NOM 059 porque se sobreexplotaron desde la década de 1960 hasta la de 1980, cuando las tasas de captura iban de los 6 mil hasta los 150 mil ejemplares al año. Por cada tortuga capturada de forma legal, capturaban otras tres de forma ilegal.
El caso de pericos y guacamayas no es diferente. De 22 especies existentes, 21 están en algún rango de amenaza en México. Quien colaboraba para que la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres incluyera varias especies de pericos y guacamayas en su apéndice expone que hasta hace dos años se aprobó la Ley para Prohibir la Captura y Exportación de Pericos Silvestres Mexicanos. Puesto que la captura legal era usada para esconder el tráfico ilegal, éste ha disminuido desde 2008. No obstante, comenta que al no existir estudios poblacionales completos para determinar las tasas de aprovechamiento, se sobrecapturan aves.
En su opinión, el problema es que las autoridades no cumplen con vigilar el cumplimiento de las tasas de aprovechamiento establecidas, además de tener muy poca capacidad para controlar el tráfico ilegal. Cada año, de forma ilegal se trafican alrededor de 78 mil 500 pericos y guacamayas; la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente sólo decomisa el 10 por ciento. En México, por cada perico o guacamaya capturada de forma legal, se capturan otras 20 de manera ilegal.
Lo mismo sucede con las cactáceas, cuya mayor amenaza es la extracción humana, y con la vaquita marina, cuya población se ha reducido hasta casi desaparecer debido a la pesca incidental. De esta especie endémica de México sólo quedan entre 275 y 300 ejemplares.
Para el ecologista, las autoridades ambientales no ayudan a detener la sobreexplotación de especies. Incluso, indica, la Semarnat autorizó manifestaciones de impacto ambiental para que continuara la pesca en la reserva de la biósfera en el Alto Golfo de California pese a las afectaciones a la vaquita marina y en contravención al Reglamento de la Ley de Áreas Naturales Protegidas que prohíbe las actividades que afecten a especies en peligro de extinción.
Otro ejemplo es el pecarí de labios blancos, especie del sureste mexicano que está incluida en la NOM 059 desde 2006; sin embargo, “las autoridades del medio ambiente siguen entregando autorizaciones para su caza”.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Biodiversidad (Conabio) una de las principales causas de pérdida de la biodiversidad son las especies invasoras. El Convenio sobre la Diversidad Biológica las define como aquéllas que prosperan sin ayuda del ser humano y amenazan hábitats naturales o seminaturales fuera de su área habitual de distribución.
Los impactos ecológicos que causan las especies invasoras pueden ser dramáticos y llegan incluso a causar la extinción de poblaciones y especies nativas, la degradación de los ambientes acuáticos y terrestres, particularmente los insulares, la alteración de los procesos y funciones ecológicas y la modificación de los ciclos biogeoquímicos.
En las islas de México, 12 por ciento de las aves endémicas y 2 por ciento de los mamíferos endémicos se han extinguido a causa de las especies introducidas; por ejemplo, los gatos ferales en los ecosistemas insulares han causado la extinción de al menos 10 roedores endémicos de las islas del Noroeste.
Según lo admite la propia Conabio, en la Estrategia Nacional sobre Especies Invasoras en México, no se sabe con certeza cuántas especies exóticas invasoras están establecidas en el país, cuál es su distribución ni cuál su tamaño poblacional.
El problema es grave, considera Cantú, pues de las especies de peces incluidas en la NOM 059, 76 están amenazadas o se han extinguido debido
a la introducción de especies invasoras. En lagos, lagunas y arroyos se han implantado especies como tilapias, carpas, bagres, lobinas y truchas de manera deliberada por las mismas autoridades de pesca. Agrega la importación de especies exóticas, autorizadas por la Dirección General de Vida Silvestre, que al entrar en cantidades enormes y ser liberadas de forma accidental provocan estragos.
En 2010 inició la Estrategia Nacional sobre Especies Invasoras en México que propone una visión a 10 años, tiempo en el que, según la Conabio, el país deberá consolidar sus sistemas de prevención, control y erradicación para reducir significativamente los impactos negativos de las especies invasoras y orientar la participación y el trabajo coordinado de instituciones y sectores clave de la sociedad.
Asimismo en 2010 se modificó la Ley de la Conservación de la Vida Silvestre y la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente para prohibir la introducción de especies invasoras. No obstante, observa Cantú, las autoridades lo siguen haciendo en contravención a la ley.
Recuerda lo sucedido con Proárbol en 2008, cuando la organización Greenpeace denunció que el 1.4 por ciento de los árboles sembrados para reforestación eran especies exóticas e invasoras como el eucalipto, el pirul, la melina, la teca, la jacaranda, el nogal y el nim.
El cambio climático es otro factor de amenaza, expresa el director de Defensores de la Vida Silvestre México, pues afecta principalmente a las especies que no se pueden dispersar a áreas cuya temperatura les sea adecuada. Es el caso del quetzal que vive en el bosque mesófilo o de niebla. Debido al cambio de temperatura, su hábitat se ha reducido y su población se ha visto amenazada.