Este domingo 10 de mayo,
al mediodía en calles de la colonia Lindavista del Distrito Federal, sin la
parafernalia de las campañas de relumbrón, acompañada de un reducido grupo de
colaboradores y colaboradoras, enchalecados, eso sí, con el rojo priista,
Mónica Fernández, candidata a diputada local por el Distrito II de la capital
del país, andaba en campaña.
Mónica se acercó a un
comedero callejero, establecido sin licencia de por medio, junto a otro que por
su persistencia y oferta culinaria de sabores dominicales, forman parte del
escenario de esa zona chilanga.
A los parroquianos que
degustaban carnitas de presunto estilo Michoacán y caldos de gallina y
quesadillas que etimológicamente no son necesariamente de queso, sí de
chicharrón por ejemplo, Mónica Fernández pidió la escucharan en un brevísimo
mensaje. Se presentó y, por supuesto, dijo que es candidata a diputada local,
es decir, a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
Y, mire usted, no se fue
por la clásica de “si el voto ciudadano me favorece…”, simplemente planteó que
se requiere atender a los problemas de la capital, especialmente, por supuesto,
a los de las colonias que forman parte de este Distrito II. Calladitos y sin
protestar ni cuestionarla, respetuosos parroquianos --entre ellos yo-- y algunos viandantes que
aguantaban el calor de la canícula chilanga, la escuchamos.
Debo decir, para evitar
que el Santo Oficio del Instituto Nacional Electoral o el del Distrito Federal
vayan a ubicar este texto como parte de la propaganda pagada por la candidata,
que no conocía a la joven política ni mucho menos andaba en su equipo de campaña.
No, me tocó por suerte estar en el momento en que hacia proselitismo en esa
zona de la ciudad. Por supuesto, degustaba uno de esos manjares dominicales,
cuando me topé con el mini equipo de campaña de Mónica Fernández.
Bueno, aclarado el punto,
sigo de frente y concluyo. Después de la presentación y oferta de campaña, la
candidata se despidió. Y, de pronto, la voz del encargado-dueño-mesero del
comedero reprochó en voz baja: “Siempre es lo mismo: vienen, nos piden el voto
y nunca los volvemos a ver. Yo, por eso ni PRI ni PRD. Y hace rato vinieron los
del Verde y los del PT”.
Y como no se atrevió a
decirlo de frente a la candidata, ahí me tiene usted en calidad de “enlace de
campaña”.
--Oiga, Mónica –alcé la
voz para ser escuchado y Mónica Fernández se desprendió del grupo de apoyadores
y atendió mi llamado.
--Aquí el señor tiene un
reproche que asumo válido porque es un asunto de recurrente reclamo a los
candidatos: piden el voto y nunca, nunca más vuelven a lugares como éste para
informar qué han hecho en la Asamblea o en la Cámara de Diputados ni a
preguntar qué se les ofrece.
--Tiene razón –atendió la
candidata.
Y, entonces, ante ese
grupo de ciudadanos que degustábamos las delicias culinarias dominicales,
ofreció volver, informar, preguntar por los problemas que enfrentaran los
vecinos. Sencilla, sin rollos convino en la certidumbre de la demagogia que se
desparrama en busca del voto. Pero no pidió el voto. No, simplemente garantizó
trabajo.
Algo que, por encima de la
oferta elemental de campaña, es que la candidata no descalificó al gobierno
perredista, no hizo comentario alguno que llamara a la insurrección contra los
corruptos jefes delegacionales que le han tocado, en este caso, a los
habitantes de la delegación Gustavo A. Madero.
Tampoco hizo cera y pabilo
de los diputados locales perredistas que desde 1997 han arrasado en esta
demarcación pero que son absolutamente desconocidos y, elemental, nadie sabe
qué diablos han hecho en la ALDF, porque incluso la delincuencia callejera ha
vuelto por estos rumbos de las colonias del Norponiente de la demarcación.
¿Y dónde la voz ciudadana?
¿Dónde la demanda civilizada de atención y solución a problemas como la
seguridad y el transporte, el ambulantaje que ha tomado por asalto a los
andenes y vagones del Metro pero igual los acceso y su entorno? ¿A quién pagan
los millonarios moches que les permiten esa manga ancha para desmadrar la vida
de usuarios del Metro y viandantes?
Porque, mire usted, igual
que el dueño del comedero del que soy eventual cliente, los reclamos los hacen
en voz baja e incluso no cuestionan a esa marchas clientelares que son
financiadas con fondos públicos, por políticos que de esa manera mantienen sus
cotos de poder.
No, no conocía a Mónica
Fernández pero, con el breve intercambio de palabras, al escuchar su mensaje
sin demagogias ni salpicado de ofensas y descalificaciones contra sus
contrincantes político-partidistas, puede concluirse que éste tipo de políticos
requiere el país, no sólo la ciudad de México donde el perredismo llegó para amasar
fortunas, consolidar cacicazgos, encumbrar a personajes que, pese a la mala
fama forjada por sus actos, repiten cargos, chapulines que saltan de la ALDF a
la Cámara de Diputados y jefaturas delegacionales e incluso al Senado, o en
cargos en la administración pública.
Citar nombres y apellidos
de estos delincuentes de cuello blanco, llevaría elaborar una larga, larga
lista porque sería ingrato e injusto con los electores no mencionar a todos,
todos estos pillos y otros etcéteras que a lo largo y ancho del país han hecho
de la política un negocio.
Ya verá usted cómo,
avanzada la LXIII Legislatura en la Cámara de Diputados y en la ALDF, ya no
digamos en las jefaturas delegaciones en la capital del país, presidencias
municipales, regidurías, congresos locales y gubernaturas, los políticos que
dizque pasaron los exámenes de confianza y sus famas fueron avaladas por la PGR
y superaron las aduanas del INE, saldrán jefes y maestros en la práctica del
deporte nacional de la corrupción.
Ojala y las leyes anticorrupción
y de transparencia surtan efecto. Lo cierto es que México necesita de políticos
como Mónica Fernández. Lástima que los dirigentes de los principales partidos
políticos se gasten el tiempo en descalificarse, porque con ello meten al mismo
costal a todos, todos, sus candidatos. ¿Políticos o delincuentes? Infortunado
sinónimo. Digo.
LUNES. Por cierto. El
coordinador de los diputados federales del PAN, Ricardo Anaya Cortés, pide al
gobierno federal y autoridades locales garantizar condiciones de seguridad a
ciudadanos y candidatos a cargos de elección popular, durante las campañas
electorales en todo el territorio nacional. Y alude a hechos violentos como los
ocurridos en la delegación Cuajimalpa, del Distrito Federal, donde se agarraron
a m priistas y perredistas. ¿Quiénes, en los spots avalados por el INE prohíjan
encono y polarización social? ¿A poco no? Conste.
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