EFRAÍN FLORES IGLESIAS |
Es el líder en este
momento más representativo de la izquierda en México. Tiene millones de
seguidores que lo aclaman. Quiere ser presidente de la República. En 2006
estuvo a punto de llegar a Los Pinos,
pero perdió por 230 mil votos frente al panista Felipe Calderón Hinojosa.
En 2012 mandó al PAN al
tercer lugar, pero perdió frente al priista Enrique Peña Nieto. Otra vez se quedó con las ganas de sentarse en
la silla presidencial. Lo curioso es que antes del arranque de las campañas
siempre va arriba en las encuestas.
Es
bueno para llenar plazas públicas, pero carece de una estructura sólida para
defender casillas. Pero eso no es lo peor. Andrés Manuel López Obrador tiene un gran
problema: es muy confiado. Su soberbia le hace mucho daño. Se siente
presidente antes de tiempo. No entiende que una elección se acaba hasta que se
acaba.
Se
acerca el 2018 y ya canta victoria. ¡No, señor López Obrador! Así no, pues. Ya
está grandecito para seguir con lo mismo. Por eso Carlos
Salinas de Gortari, Diego Fernández de Cevallos, Manlio Fabio Beltrones Rivera,
Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón Hinojosa y Vicente Fox Quezada, a los que
usted tilda a cada rato de ser miembros
de la mafia del poder en el país, se carcajean de lo que dice y, sobre
todo, cuando pierde en las urnas.
Y discúlpeme si lo tuteo,
pero debe entender que 2018 representa su última oportunidad para llegar a Los Pinos. Dijeran en mi pueblo que no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Usted lleva varios recorriendo el país, pero ni en su estado natal (Tabasco) ha
podido hacer ganar a su partido (Movimiento Regeneración Nacional), tal como
ocurrió el pasado 13 de marzo cuando su candidato Octavio Romero Oropeza fue derrotado en la elección extraordinaria
en el municipio de Centro, cuya cabecera es Villahermosa, por el abanderado del
PRD, Gerardo Gaudiano Rovirosa, y
eso que le dio prioridad a esa elección, sino, ¡imagínese!
Del plato a la boca se cae
la sopa, reza otro dicho popular. Si sigue en la misma ruta y/o estrategia
está condenado a perder de nueva cuenta. Y lo siento por sus millones de
seguidores que anhelan una república
amorosa con un guía lleno de mucho odio.
Su
discurso no es malo. Eso de cuestionar a cada rato los
desaciertos cometidos por los últimos presidentes que han gobernado al país, no
cualquiera. México enfrenta problemas muy fuertes. La economía y la seguridad
pública no están bien, ya que hay desempleo y los grupos del crimen organizado
siguen peleándose a sangre y fuego por el control de los territorios.
Desde luego que hace falta
un buen gobierno y alguien que realmente ponga orden. Usted propone transformar
al país, pero yo le pregunto, ¿acaso
odiando al prójimo se puede instalar una república amorosa?
La
elección de 2018 no será sencilla. Ganará el que más alianzas haga y el que no
se confíe.
Y recuerde algo: no hay que subestimar a nadie, así sea
miembro de la mafia del poder en México o no. En 2006 hubo quienes quisieron
sumarse a su causa y los mandó por un tubo, lo cual fue un grave error. Por eso no fue presidente de la República
en ese entonces.
En
política nadie es blanca paloma. Para empezar usted es un lobo vestido de
cordero. ¡Zas!
¿QUIÉN
CHAMAQUEÓ A SEBASTIÁN?
Algo raro pasa en la
fracción parlamentaria del PRD en el Congreso local. Los pleitos internos no
cesan y, peor aún, la sombra de Bernardo
Ortega Jiménez sigue presente. Y no lo digo porque la actual coordinadora
de dicha bancada, Erika Alcaraz Sosa,
sea del grupo político del ex presidente de la Comisión de Gobierno en la LX
legislatura, sino por la propuesta que este martes presentó el diputado Sebastián de la Rosa Peláez.
Proponer no es malo.
Sebastián de la Rosa ha sido de los pocos legisladores del PRD que suben a
tribuna para debatir y presentar iniciativas de ley; pero todo indica que fue chamaqueado por los asesores de su fracción,
ya que propuso una iniciativa similar que presentó hace un año Bernardo Ortega,
que consiste en reformar la Ley Orgánica del Poder Legislativo del Estado de
Guerrero número 286.
Ojalá
el político del mechón blanco revise muy bien la iniciativa presentada en la
pasada legislatura y no reviva iniciativas que en su momento fueron desechadas.
En efecto, la Ley Orgánica
del Poder Legislativo requiere de adecuaciones que permitan eficientar las prácticas
parlamentarias en el Congreso local.
Y
la que debería de participar más en tribuna es la diputada Erika Alcaraz, quien
se ha caracterizado más en utilizar las redes sociales para subir imágenes que
nada tienen que ver con la actividad legislativa.
Dirigir una bancada no es
cualquier cosa. Se trata de una responsabilidad que requiere tiempo y paciencia
para escuchar los planteamientos de sus homólogos. Y, la del Sol Azteca es una
bancada muy complicada de guiar. Si sigue en su mundo color de rosa, Erika Alcaraz corre el riesgo de que sea
defenestrada. Incluso, por los mismos que la eligieron.
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