EFRAÍN FLORES IGLESIAS |
Su presencia es a todas luces incómoda. Cada vez que se deja ver en un
lugar público con integrantes de su corriente o personajes de otros partidos políticos,
genera polémica. Quiere reposicionar a sus cuadros de cara a la elección de
2018 y limpiar su imagen de los hechos ocurridos los días 26 y 27 de septiembre
de 2014 en el municipio de Iguala.
No entiende que hay fuerte sector de la
población guerrerense que lo repudia, en particular las organizaciones sociales que demandan la presentación
con vida de los 43 normalistas que fueron desaparecidos durante su gobierno.
En efecto, me refiero a Ángel
Heladio Aguirre Rivero, el defenestrado gobernador, el cacique de Ometepec,
el que bebía y bebía, mientras llovía y llovía la noche del 13 de septiembre de
2013.
El ex mandatario añora el poder. No le bastó haber gobernado en dos ocasiones
al estado, la primera como interino (1996-1999) y la segunda por la vía de las
urnas (2011-2014). Dijeran en mi pueblo: “No
tiene llenadero”.
No se conformó haber jineteado y despilfarrado recursos junto con su amigo Jorge Silverio Salgado Leyva, quien fue su secretario de Finanzas
en sus dos periodos como gobernador; así como tampoco le bastó heredar junto
con su predecesor Rogelio Ortega
Martínez, un déficit financiero de
18 mil 600 millones de pesos a la actual administración que encabeza el priista
Héctor Astudillo Flores.
Ángel Aguirre se pasea como si nada y, peor aún, este domingo fue
entrevistado en un restaurant del puerto de Acapulco, en donde cínicamente
declaró a los reporteros que lo abordaron que “la interrogante sigue siendo que
se diga dónde se encuentran los estudiantes desaparecidos”. O sea, pide a las
actuales autoridades hallar a los 43 normalistas de Ayotzinapa que
desaparecieron en su gobierno y castigar a los culpables. ¡Zas!
Tan pronto olvidó que lo ocurrido en Iguala
fue a causa de su irresponsabilidad y de haber permitido que un grupo criminal
(Guerreros Unidos) operara en la
región Norte con total impunidad. Aguirre Rivero prefiere evadir la realidad y no acordarse de que su
gobierno y él encubrieron hasta el último momento al ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez y a su
esposa María de los Ángeles Pineda Villa,
señalados como los presuntos responsables de ordenar el ataque armado y
desaparición de los normalistas de Ayotzinapa.
Gracias al político ometepequense, Guerrero fue escenario de fuertes
protestas y quema de edificios públicos, así como del incremento de la
inseguridad.
Habrá quienes le sigan siendo fieles, en
particular los que se beneficiaron con cargos, obras y contratos en su
administración. Pero la mayoría
de los guerrerenses ven mal su regreso. Sólo basta preguntarles a los
familiares de las víctimas de la delincuencia y de los normalistas que siguen
sin aparecer.
Personajes como Sofío Ramírez Hernández, Mario Moreno Arcos, Alejandro
Arcos Catalán, Humberto Salgado Gómez, Luis Walton Aburto, Jorge Salgado Parra,
Víctor Aguirre Alcaide, Silvia Romero Suárez, Jesús Martínez Garnelo, Misael
Medrano Baza, Demetrio Saldívar Gómez, Erik Humberto Armenta Adame, Everardo
García Mondragón, entre otros, han de estar súper felices por el regreso de su
jefazo.
Algo que todavía sigue vigente en la memoria de las organizaciones
sociales, es la masacre perpetrada en una primaria de la localidad indígena de El Charco, municipio de Ayutla de los
Libres, cuyo saldo fue de 11 personas ultimadas, entre ellos un alumno de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Los responsables fueron
efectivos del Ejército, quienes supuestamente recibieron el reporte de que en
ese lugar se encontraban miembros del Ejército Revolucionario del Pueblo
Insurgente (ERPI). Eso ocurrió la
madrugada del 7 de junio de 1998 y Ángel Aguirre Rivero era el inquilino de
Casa Guerrero.
Se estrenó por primera vez como gobernante a
consecuencia de un hecho de sangre (Aguas Blancas) y en su segundo mandato se
fue por otro hecho similar (ataque y desaparición de normalistas en Iguala).
Ahora busca cobijo en otro partido.
Durante más de 30 años fue militante del PRI. Del 2011 al 2014 fue
perredista. ¿Qué partido lo arropará ahora? ¿Acaso el PRI le volverá abrir las
puertas, pese a su traición en 2011 y negro historial? Son varias
interrogantes.
Lo cierto es que Aguirre es un
pulpo en la política, ya que tiene sus tentáculos llegan a todos los partidos.
Es hábil para mover sus piezas, pero es pésimo para gobernar y, sobre todo,
cuando el poder lo delega a sus familiares.
En el PRD no todos lo ven mal. Hay muchos que
se le cuadran. De hecho,
algunos dirigentes y legisladores lo buscaron hace unos meses para implorarle a
que regrese al Sol Azteca; de hecho, Ángel
Aguirre Herrera, su vástago, sigue en ducho instituto político, comanda la
corriente Izquierda Progresista de Guerrero (IPG) y pretende ser alcalde de
Acapulco.
Aunque, insisto, la presencia del ex gobernador o “Papá Layo” (como le
llamaban sus aduladores) genera polémica y la sombra de Iguala lo seguirá por
todas partes.
ENTRE OTRAS COSAS… Al que se le complican las cosas para llegar
a la Casa Blanca, es a Donald Trump. Gobernadores, senadores y ex líderes del
Partido Republicano le han retirado su apoyo al magnate por los comentarios
ofensivos y lascivos que hizo hacia las mujeres y que fue ampliamente difundido
en un video.
Falta un mes para que se lleven a cabo las elecciones en Estados Unidos
y Trump va a la baja. Ni su esposa Melania está de acuerdo con su
comportamiento y se ha mantenido bastante al margen de la campaña. ¡Zas!
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