Sería bueno que así como
el gobernador Héctor Astudillo Flores da la cara para informar cuando los
homicidios suben o bajan en el estado, los alcaldes de la entidad también
salieran a decir a sus gobernados qué sucede con los demás delitos.
Según el artículo 21 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la seguridad pública es
una responsabilidad compartida entre los tres niveles de gobierno, pero
regularmente cuando se le pregunta a algunos presidentes municipales, salen con
que el homicidio, la extorsión y el secuestro son “federales”, aunque es de
sobra conocido que son delitos del fuero común.
Ahora bien, ya que se ha
informado que los homicidios disminuyeron durante septiembre… ¿Cuál fue el
comportamiento de los robos?
La organización no
gubernamental Semáforo Delictivo, da cuenta de que en el mes de agosto en
Acapulco fueron robados 211 automóviles, 62 establecimientos comerciales y 22
casas.
Lo anterior quiere decir
que en este municipio diariamente se registran más de nueve robos. En
Chilpancingo el promedio fue de dos diarios; en Iguala y Zihuatanejo de entre
uno y dos diarios; mientras que en Tlapa son 14 robos al mes; en Taxco 11; y en
Ometepec cinco.
El número de robos que se
cometen en Acapulco es por mucho el más alto de los 81 municipios de Guerrero,
y casi duplican el número de 112 homicidios registrados en este municipio en
agosto.
Como dijo el gobernador,
los asesinatos se redujeron, en el caso de este municipio a 62 durante
septiembre, pero se desconoce si también los robos fueron a la baja o se
incrementaron.
Los alcaldes también deben
estar atentos a estas estadísticas y salir a informar a los ciudadanos. No
deben olvidar que la seguridad es parte indiscutible de su responsabilidad.
En sus campañas políticas
salían a decir que acabarían con la inseguridad, no se vale que ahora vayan a
decir que no les toca, porque cuando lo hacen, se exhiben como agachones e
irresponsables.
La seguridad no debe verse
como un asunto de repartir los costos y acaparar los beneficios políticos y
presupuestales; tampoco como un problema que consiste solamente en homicidios,
secuestros y extorsiones, aunque estos sean los más graves, los robos y
asaltos, no dejan de lacerar a la sociedad y de demostrar lo vulnerable que se
encuentra ante la indolencia de la autoridad.
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