ESTA VEZ FUERON seis muertos y otros tantos heridos. La pregunta es: cuántos más tienen que ocurrir para que el Gobierno federal tenga que intervenir en el enfrentamiento que mantienen la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) y el Frente Unido para la Seguridad y el Desarrollo del Estado de Guerrero (FUSDEG)? ¿Por qué nos e pone orden?
En
efecto, este lunes fueron seis muertos y otros tantos heridos, producto de una
emboscada de policías del FUSDEG, asentados en el corredor Petaquillas-El
Ocotito, contra policías de la UPOEG, que buscan controlar el mismo corredor,
el cual dominaban en un principio hasta que fueron desplazados por aquellos. En
efecto, esta vez fueron seis, pero a lo largo de ese enfrentamiento que lleva
al menos dos años, han ocurrido más muertes, tanto de un grupo como de otro.
Pero,
cuál es el pleito entre el FUSDEG y la UPOEG, que ocasionó este lunes la muerte
de seis comunitarios, y ha ocasionado otros tantos más a lo largo de los meses,
si como todo mundo sabe, o eso creo, el FUSDEG se formó de un desprendimiento
de la UPOEG, integrado para dar seguridad a diversos pueblos de la región, ante
la incapacidad o negligencia de las autoridades para hacerle frente a la
delincuencia?
¿Por
qué ese encono entre quienes encabezan ambos grupos si antes eran uno
mismo?¿Qué es lo que hay detrás de todo eso? ¿Y cómo es que los policías de
ambos grupos armados, como bien dice el presidente municipal de Chilpancingo,
Marco Antonio Leyva Mena, pasaron de tener escopetas y rifles viejos de calibre
22, a AK-47, mejor conocidos como cuernos de chivo, favoritos de los
delincuentes, así como los R-15, que también utiliza el crimen organizado,
aunque también es el rifle reglamentario de los policías del estado?
La
respuesta la conoce el propio Gobierno federal. Lo sabe y sin embargo parece no
importarles lo que ocurra en el corredor que abarca hasta Xaltianguis, y sin
embargo, al igual que lo que ocurría en Iguala antes de aquel 26 y 27 de
septiembre del 2014, parece no darse cuenta de lo que allí ocurre.
Hay
que decirlo. De ser un pleito por la seguridad de los pueblos, con rifles y
escopetas viejas, el conflicto ha pasado a ser a una situación de poder por
controlar a los pueblos a los que antes brindaban apoyo. Lo dicen bien claro el
FUSDEG y la UPOEG: el enfrentamiento hoy es por el poder, por controlar el
corredor Petaquillas-El Ocotito-Tierra Colorada-Xaltianguis, es decir, toda la
carretera federal Chilpancingo-Acapulco, por donde, se afirma, transita la
droga, que baja tanto de los pueblos de la Sierra, como la que procede de la
Costa Chica y la que proviene de Quechultenango.
Es
una cuestión por dominar el territorio y de poder, se dijo este lunes, y se
dijo también que en las reuniones del Consejo de Seguridad Pública, en donde
están representados los tres niveles de Gobierno, y en los que participa el
Ejército y la PGR, se habla, aunque sin pruebas, de que en la lucha por dominar
ese corredor, está el tráfico de drogas, lo que explicaría el tipo de armamento
que utilizan ambos grupos, incluido chalecos antibalas y hasta granadas de
fragmentación.
En
consecuencia, por qué no actúa el Gobierno federal, vía PGR y Ejército, si por
el hecho de portar armas de grueso calibre, constituye en sí un delito? ¿Por
qué la Fiscalía general del estado hace caso omiso a las muertes de uno y otro
grupo? ¿Por qué permanecen sin hacer nada?
¿Por
qué esperar que haya más muertos entre estos grupos? ¿Es que acaso no son
suficientes para que tomen cartas en el asunto? ¿Acaso esperan que ocurran hechos
como los de Iguala, en donde además de ocurrir 6 muertes aquella noche del 26
de septiembre, desaparecieron 43 estudiantes la madruga del 27? ¿Quién no está
haciendo su chamba, pues? ¿Por qué no actuar ahora, para evitar una desgracia
mayor, y evitar también enlutar más al pueblo de Guerrero?
En
consecuencia, ¿quién es tan perverso que no atiende este asunto, con el fin de
que, de ocurrir una matanza, se afecte a un gobierno que hoy por hoy, está
entregando resultados? Urge pues, al
menos un desarme como ya se ha propuesto, así como encuadrar esos grupos
armados en el marco de la ley.
En
fin. Ojalá y se atienda este asunto. Guerrero no está para más actos de
violencia. Lo de Iguala, hay que decirlo, bien pudo evitarse, y en
consecuencia, tomando esa dolorosa experiencia como ejemplo, ojalá y las
autoridades federales tomen cartas en el asunto. La negligencia, la
irresponsabilidad y el valemadrismo, tiene graves consecuencias.
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