lunes, 9 de abril de 2012

AHORA NOSOTROS VAMOS A SER LOS NUEVOS CATRINES. Por Jeremías Marquines Castillo


APUNTES DE UN VIEJO LÉPERO





                         



Jeremías Marquines

La crisis por el reparto de las candidaturas a diputados locales y presidentes municipales que vive el PRD de Guerrero se debe más que nada a la intervención  del gobernador Ángel Aguirre Rivero y a la necedad del candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador por imponer como candidato de una alianza en Acapulco a Luis Walton Aburto, presidente del Partido Movimiento Ciudadano.

Este es el fondo que no alcanzar a ver o no quieren ver los precandidatos que fueron despojados de sus aspiraciones electorales en los municipios de Guerrero. Los renegados culpan a un cuarteto de líderes, cabezas de corrientes perredistas que, junto con el gobernador, se repartieron las candidaturas. Pero la acusación que han hecho es miope o es hipócrita. Ladinos como son los perredistas, sus señalamientos y mentadas sólo alcanzan a los líderes de corrientes y soslayan cobardemente la evidente y comprobada intervención de Aguirre y la presión de López Obrador para forzar una alianza en Acapulco. El cuarteto infernal no se manda solo.

Decenas de aspirantes perredistas que ambicionaban una candidatura fueron timados con el método de las encuestas, pues nunca sirvieron para designar a los candidatos. Cegados por la ambición y el oportunismo, algunos líderes de ese partido que se han inconformado por el método selectivo y faccioso que aplicaron para distribuir los cargos de elección popular, no alcanzan a ver que todo obedeció a la línea de López Obrador y del gobernador Aguirre para allanarle el paso al ex convergente Walton Aburto.

La estrategia tuvo como objetivo fragmentar la incipiente unidad perredista para forzar a una alianza total o parcial en Guerrero con el Movimiento Ciudadano donde por la solidez del posicionamiento electoral que tiene el PRD no hace falta una coalición. La alianza en Guerrero es la única donde el partido que no tiene nada qué aportar al PRD, pondrá un candidato derrotado cinco veces y se quedará con diputaciones locales, sindicaturas y regidurías que de otra manera no lograría, despojando a su vez a los aspirantes perredistas que ambicionaban esos espacios, sin contar con los cargos de elección popular que le regalarán también al PT, por sumar su logo a la alianza.

Con el fin de congraciarse con López Obrador, con quien no tiene simpatía, y a quien Obrador no baja de sinvergüenza, Ángel Aguirre se apresuró a llevar a cabo su estrategia de división del perredismo local con la ayuda de los dirigentes de corrientes que se repartieron todas las candidaturas del estado de acuerdo a sus muy íntimos intereses.

En la lista oprobiosa van como candidatos del cambio verdadero familiares y protegidos del gobernador, además de individuos que sólo desprestigio le aportarán al autollamado candidato del amor. Por esta razón, algunos grupos que no alcanzaron espacios amorosos han comenzado una insurgencia de saliva amarilla, de chismes, descalificaciones y amenazas de voto de castigo contra su propio partido. El resultado es que ahora el PRD ya entró en su acostumbrada espiral de autodesprestigio y exhibe las babas de la ambición de sus líderes.

La gandallista repartición de candidaturas generó la molestia de los que así se llaman fundadores del PRD, un montón de veteranos, ex presidentes estatales de ese partido, pero que en su momento también aplicaron el mismo elegante método para dejar fuera a otros y otras. El furor de algunos de estos fundadores como Félix Salgado que desde su periódico La Jornada Guerrero lanza condenas y teoriza sobre la falta de democracia en el PRD, se debe a que su hija que aspiraba a diputada local no entró en el reparto.

En el fondo, el origen de toda esta inconformidad partidista es la ambición. Los líderes perredistas ya no pelean y se molestan porque la gente no tenga agua potable, porque la corrupción en el actual gobierno es igual o peor que antes, porque el gobernador use el presupuesto público para satisfacer sus fantasías de poder que incluyen su nepotismo, porque la inseguridad es aberrante, porque se imponga obra pública faraónica por encima de otras necesidades más apremiantes, porque la educación es una mierda. No, ya nada de eso le importa al perredismo que promulga el cambio verdadero. Lo que les encabrona y mucho es que se queden sin candidaturas a diputados, síndicos, alcalde o regidores. Eso sí les duele y por eso dicen que ya no hay democracia, por eso organizan marchas y mítines. Y es que la cosa no es para menos. Los que lleguen a candidatos tendrán tres años para engordar sus cuentas bancarias, hacerse de propiedades y satisfacer sus vicios, complejos y manías, todo gracias al voto de  ciudadanos que nunca castigan a estos sinvergüenzas.

La manera en que se ha degradado el PRD, me recuerda el pasaje de la novela Los de Abajo de Mariano Azuela, que narra esa épica desencantada que fue la Revolución Mexicana. Allí, uno de los personajes, La Pintada dice: “Las cosas se agarran sin pedirle licencia a nadie, si no, ¿para quién fue la revolución? ¿Pa´ los catrines? Si ahora nosotros vamos a ser los meros catrines”.

Como en la revolución mexicana que narra Azuela, la rapiña, el despojo y el pacto de silencio entre ladrones, es el mismo lenguaje que en la actualidad habla el PRD. Un partido que surgió para defender la justicia social y construir una nueva moral política que limpiara de sinvergüenzas y cínicos el gobierno, pasó a convertirse en poco tiempo en parte del monstruo que pretendía eliminar. La palabra que resuena en los concilios perredistas es la misma que dijoLa Pintada: “Ahora nosotros vamos a ser los catrines”. Así, lo que sería el partido que la sociedad mexicana necesitaba con urgencia, se convirtió en una cueva de ambiciosos vulgares, en un partido de grupos familiares que se reparten las candidaturas y con cinismo se las heredan a sus hijos, hijas y amantes. Los perredistas son adelantados repetidores de las matrices familiares, sexuales, intelectuales y morales del viejo régimen patrimonialista que no pudieron transformar. Con avidez, aspiran a convertirse y apropiarse de los derechos públicos en función de sus apetitos privados y de servir al capricho del Jefe.

Para cuestiones prácticas, los ejemplos más ofensivos de esta afirmación, la encabeza el amiguísimo de López Obrador, y ex secretario de Finanzas del Gobierno del Distrito Federal, Octavio Romero Oropeza, quien va en la lista como candidato a diputado federal plurinominal por la coalición, pero además su hija también va como candidata a diputada plurinominal como cuota de género. En el mismo tenor están los casos de Yazmín Copete, candidata a diputada federal plurinominal y esposa del senador Arturo Herviz, acusado de un montón de trapacerías en Veracruz; así como las postulaciones al Senado, vía plurinominal, de una de las esposas del ex líder nacional del PRD Jesús Ortega, Angélica de la Peña; de René Bejarano, Dolores Padierna; Iris Vianey Mendoza, ligada al senador Carlos Sotelo. Amalia García, que alcanzó una senaduría y cinco diputaciones federales, una de las cuales será para su hija Claudia Corichi García a la que exhibieron pasada de alcohol cuando vino a darle apoyo a Ángel Aguirre. Para el caso de doña Amalia hay que anotar que buscó nuevos cargos de elección popular como si no le hubiera bastado robarse cientos de millones de pesos cuando estuvo al frente del gobierno de Zacatecas donde, según dicen, dejó un grosero desfalco a las arcas públicas.

Así están las cosas en el PRD y en todos los demás partidos, a quienes el voto de las y los ciudadanos solo sirve para seguir manteniendo el estilo de vida a élites familiares que saltan de un cargo a otro, mientras el país se hunde en un remolino de violencia, corrupción, desempleo y pobreza. Entonces como dijera el desencantado Solís, otro de los personaje de Mariano Azuela: ¿Por qué pelean ya, Demetrio”. En el PRD sólo se pelea por la rapiña, nada más.

LA CONTRA.

De la historia del rey de Pirro y su famoso lamento tras la batalla de Asculum procede la expresión “victoria pírrica”, en alusión a un triunfo que equivale a derrota, por el altísimo costo que entraña. Algo similar está viviendo el joven Evodio Velásquez, quien fue designado por el Consejo Electivo del PRD, candidato de su partido para la alcaldía de Acapulco. La ambición es parte de un sueño seductor que impide al hombre detenerse. Evodio ganó la candidatura perredista pero de nada le servirá pues sus propios seguidores ya le han abandonado para sumarse al ex convergente Luis Walton. Al joven político que se dejó seducir por los consejos del secretario de Gobierno de Guerrero, el pillastre de Humberto Salgado Gómez, único sobreviviente del desastre político de Ayotzinapa, su aparente victoria sellará su destino político futuro...