José Manuel Gómez Porchini |
México
debe salir adelante.
Hoy terminé
un curso con un excelente grupo que son directivos y encargados de recursos
humanos de una empresa muy importante. Empezaron distantes, formales y serios,
como queriendo saber si tenía algo que decir que valiera la pena. Sin embargo,
en poco rato empezaron a cuestionar y luego, hubo momentos en que había más
preguntas que posibilidades de responder, pues no bien empezaba a hablar de un
tema, cuando ya me estaban llevando a otro distinto. Se trataba de cuestiones
laborales y algo he logrado aprender con los años, que son el mejor maestro que
existe, así que fui sorteando todos los cuestionamientos.
De
pronto, tocamos cuestiones que si bien aparecen en la ley y son válidas, son
moralmente cuestionables, pues la ética, la moral, el sentido de
responsabilidad y otros temas que parecen olvidados y arcaicos, prohíben actuar
como dice la norma, a pesar de que ésta permita tal o cual conducta.
En
el momento en que entramos en puntos finos, en la diferencia entre el ser y el
deber ser, cuando lo que estaba en juego era más que dinero, pues a quien
atienden es a personas, a seres humanos con problemas y necesidades, vamos, al
obrero común cuya única fuente de ingresos es el patrón, me gustó y mucho que
de ellos mismos surgiera la pregunta: oiga, ¿eso es aceptable?, ¿se puede
hacer? Aquí en la empresa lo hacemos de tal o cual modo, cuidando los intereses
del obrero.
Debí
empezar mi nota diciendo que al presentarme los encargados de hacerlo ante
quienes tomarían el curso, lo primero que explicaron fueron las medidas de seguridad,
las salidas de emergencia, el punto de reunión y todo lo relativo a seguridad.
Recordé los tiempos en que en la empresa nos brindaban mucha capacitación al
respecto y me gustó esa actitud.
Por
eso, cuando empezó el curso y fuimos abordando temas delicados en materia
laboral, en los que existe la posibilidad de actuar de manera que, la ley lo
permite pero la ética y la responsabilidad social empresarial lo prohíben, los
participantes me fueron diciendo que ahí, en su empresa, las cosas se hacen bien,
tomando siempre en primer lugar el valor de la gente como seres humanos y
luego, lo que el negocio requiere para obtener utilidad.
Créame,
aprendí muchas cosas y comentamos mucho más. Poder discutir con gente con
conocimiento de causa si las vacaciones y las incapacidades deben ser de tal o
cual modo, si es válido hacer lo que dice la norma, cuando ésta es ambigua, es
un privilegio que hoy comparto con ustedes.
Una
empresa que tiene más de cinco mil empleados y a pesar de ello, toma en cuenta
los problemas personales de cada uno, definitivamente que es una empresa con
sentido humano, a pesar de que no lo tengan como slogan o bandera publicitaria.
Obvio,
como he tenido oportunidad de conocer la forma en que otras empresas manejan temas
como la integración o la forma de pago del salario, pude comentarles con
detalle por qué la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha declarado
inconstitucional algunos métodos de pago que son deleznables, lo que a ellos
les sorprendió y me dieron sus razones para actuar como lo hacen.
Entre
otras, pude saber que son empleados con trayectorias de veinte o más años, lo
que quiere decir que la empresa como patrón es buena y le permite a la gente
crecer como personas. Si el patrón no fuera bueno, su rotación de personal
sería mucho más alta. Es decir, tienen la lealtad del empleado y del obrero
precisamente por su alta calidad moral. Y fue cuando hablamos de la ética en
los negocios como la forma de trabajar apegados a un recto proceder y cómo,
cuando se actúa de buena fe, el resultado es mejor y además, es satisfactorio.
Una
empresa, para ser rentable, no necesariamente tiene que ser despiadada con sus
trabajadores. Se requiere imaginación para lograr más con menos, para obtener
beneficios cuando otros solamente pueden ver los problemas, sin saber que las
áreas de oportunidad son precisamente el detonador de nuevas ideas y nuevas
formas de hacer las cosas y en el caso que se comenta, de hacerlo bien.
De
ahí que yo pueda afirmar: la ética en los negocios y en la vida tiene como
resultado la satisfacción del deber cumplido y además, sosiego en el espíritu.
Ojalá México tuviera muchas empresas como la del comentario.
Vale
la pena. Me gustaría conocer su opinión.
José Manuel Gómez Porchini
Presidente
del XIX Consejo Directivo del
Colegio de Abogados de Monterrey, A.C. 2013-2014