domingo, 11 de enero de 2015

Vestirse de negro Teresa Gil/LIBROS DE AYER Y HOY.

Teresa Gil/ Aquel personaje de Chéjov siempre se vestía de negro porque estaba de luto por la vida.
Los que sienten duelo por el país quizá no necesitan vestirse de negro, porque el luto se expresa de muchas maneras. Y no frívolamente, como en los diseños de Chanel, que se atribuyó el mérito de un vestido negro que era milenario.
Uno debe vestirse de negro con la indignación por los asesinatos y secuestros de periodistas y personal de prensa; vestirse de negro con la tristeza de perder a un viejo constructor de la prensa democrática como Julio Scherer. Vestirse de negro con la preocupación de las alteraciones visibles que se dan en el plano ecológico, sin que nadie de la institución lo perciba y lo detenga.
Me refiero a lo que está pasando en las playas de Veracruz, en una de las cuales acaba de estar el señor Peña Nieto, acompañado del gobernador del estado.
Y no sólo ahí, lo he visto en otros litorales mexicanos, pero mientras en países europeos y otros del mundo se están tomando medidas drásticas, aquí como si nada. Hablo de la alteración que se está dando en las aves llamadas marinas, que pueden terminar en un remake de Los pájaros de Hitchcock.
Aunque no hay explicación en el filme, algunos la atribuyen a un fenómeno que ya ha sucedido en playas de Estados Unidos, ocasionado por algas envenenadas que fueron consumidas por las aves.
Puede ocurrir también en la alimentación  de seres carnívoros, que cambia a carbohidratos como se ve en las playas veracruzanas, con multitud de personas irresponsables que les avientan a las gaviotas trozos de pan y  desechos de maíz.
Vi cielos de gaviotas enardecidas lanzándose furiosas sobre las migajas con el peligro de golpear y herir,  incluso de sacar los ojos, no con el pico, como dicen los expertos, sino con las patas.
El premio Nóbel de medicina Niko Tinbergen (1953) que hizo su tesis sobre las gaviotas, quizá tenga algo respecto.
El caso es que la alteración ecológica está afectando a otras especies que se pueden extinguir, porque al migrar su alimento a las playas, las gaviotas se comen huevos y depredan nidos de aves y animales más pequeños a los que también se comen. Terrible, si se parte de que existen más de 50 géneros de gaviotas que han tenido como destino natural el equilibrio de la fauna marina. ¿Qué hace la autoridad respectiva? No lo sabemos.
Chéjov representó por primera vez La gaviota, su drama de cuatro actos (Editores mexicanos 1987) en San Petesburgo, en 1896. En un ambiente de teatro y escritores, vio en una gaviota disecada la metáfora del fracaso y  las vidas destruidas, entre ellas la de la muchacha que siempre se vestía de negro y la del protagonista Treplev que termina muriendo por amor. Al recordar a Chéjov, en las playas veracruzanas sin sol y azotadas por un violento norte, -mientras las gaviotas descendían furiosas-, me acordé también, del verso  de una canción que me cantaba mi padre:
                                       ¿Qué andan haciendo esas gaviotas
                                        qué andan haciendo a la orilla del mar?.
                                        Andan buscando nidos de amores
                                        Nidos de amores no encontrarán